14 noviembre 2009

Áreas de Abuelas

Un poco de Historia

En octubre de 1997 se cumplió el vigésimo aniversario de la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo. Hasta entonces se habían resuelto 59 casos denunciados de falseamiento de identidad. Hoy son 95 los nietos encontrados. Es que en estos últimos años, las Abuelas comenzaron a convocar a los jóvenes. Los nietos buscados habían crecido y ya eran jóvenes y esto implicaba la posibilidad de contar con ellos en la búsqueda de la identidad.

La pregunta "¿Vos sabés quién sos?" fue un llamamiento a la reflexión social e individual. Desde entonces, son los propios jóvenes los que se acercan a la institución preguntando, dudando sobre su identidad: buscándose. Así, a la búsqueda permanente que las Abuelas llevan adelante, se le suma la participación de los propios jóvenes.

La posibilidad de contar con ellos en esta búsqueda inició una nueva etapa de la Asociación. Ahora también se trataba de generar espacios de reflexión y de difusión a través de los cuales los nietos buscados pudieran acercarse. Desde la semana de la identidad que se organizó en 1997 son muchos los que han colaborado. Para todos el especial agradecimiento de las Abuelas.

Ya en 1996 se había realizado El Laberinto, un montaje-instalación preparado por nietas y nietos, en el Centro Cultural General San Martín, que fue también llevado a la 2ª Bienal de Arte Joven de Buenos Aires en el Centro Cultural Adán Buenosayres de Parque Chacabuco. El Laberinto era un "recorrido" por la historia reciente de nuestro país que los mismos chicos proponían.

Con la misma idea de abrir un espacio de expresión y análisis sobre la identidad se realizó en 1997 el Concurso literario 'Identidad, de las huellas a la palabra'. Esa necesidad de expresión de la sociedad se puso de manifiesto en el hecho de que se recibieron más de 900 trabajos provenientes de todo el país. Todos los textos preseleccionados fueron exhibidos en la galería de arte de la Facultad de Psicología, junto con una muestra de diseño gráfico realizada por alumnos de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires. En 1998 EUDEBA publicó el libro Identidad, de las huellas a la palabra con los trabajos premiados. El volumen, con prólogos de Estela B. de Carlotto, José Luis Mangieri, Juan Sasturain y Guillermo Korn, fue presentado en el Centro Cultural Recoleta por Estela Carlotto y José Luis Mangieri, y la lectura de los textos premiados estuvo a cargo de Valentina Bassi, Belén Blanco y los autores.

Los actos realizados para la conmemoración de los veinte años de lucha marcaron el inicio de una nueva etapa y desarrollaron dos series de actividades. Por un lado, un Congreso Internacional, denominado "Juventud e Identidad", que se llevó a cabo los días 25, 26 y 27 de septiembre de 1997 en el Centro Cultural General San Martín de la ciudad de Buenos Aires. La reunión, que contó con la participación de panelistas nacionales e internacionales de disciplinas como el derecho, la genética, la antropología forense, la investigación social y la psicología, fue un balance y una reflexión sobre todos esos años de trabajo. libro "Juventud e Identidad" [+]

En efecto, muchos fueron los cambios y avances que generó la búsqueda de los chicos secuestrados por la dictadura militar. Esta búsqueda de las Abuelas desencadenó el desarrollo de la ciencia de identificación de personas por medios genéticos a nivel mundial, ya que ellas reclamaron a la genética la necesidad de estudios que permitieran determinar el índice de "abuelidad". También promovieron el establecimiento del Banco Nacional de Datos Genéticos, creado por ley nacional votada por unanimidad de todos los bloques parlamentarios, y la incorporación del Derecho a la Identidad en la Convención Internacional del Derecho del Niño aprobada por las Naciones Unidas e incorporada a nuestra Constitución Nacional. Testimonio de la repercusión social sobre el avance en las distintas disciplinas que la lucha de las Abuelas fue desencadenando son las publicaciones hechas a lo largo de los primeros 20 años.

En ese congreso se expuso por primera vez la "Memoria Gráfica de Abuelas de Plaza de Mayo" [+], una muestra que, con proyecto y coordinación de Marcelo Castillo y Damián Sondereguer, resume la historia, la lucha y los logros de las Abuelas. Su digitalización, realizada en 1999, permite actualizar periódicamente esta muestra que circula por todo el país. Auspiciada por Global Ministries se realizó en 1999 una versión en inglés a cargo de Randi Ewing y corregida por Cecilia Stephenson.

Por otra parte, una enorme cantidad de personalidades respondieron a la convocatoria de las Abuelas y se acercaron a colaborar, participando así de la difusión del derecho a la identidad y del problema del robo sistemático de chicos durante la dictadura.


En noviembre de 1997 fue publicada en forma de volante una solicitada firmada por diversos deportistas -entre ellos las selecciones argentinas de fútbol, de voley femenino y de voley masculino y campeones de windsurf, yudo, patín y box- reclamando la restitución de los nietos apropiados y solidarizándose con la lucha de Abuelas. En 1998, los jugadores de los equipos de Boca Juniors, River Plate, Gimnasia y Esgrima de La Plata y Estudiantes de La Plata recibieron a las Abuelas manifestándoles su solidaridad en la búsqueda de los nietos.

El trabajo y la colaboración de los músicos ha sido fundamental. Su presencia en la "semana de la identidad" realizada en noviembre de 1997 se vio plasmada en dos recitales en la Plaza de Mayo.
El primero fue el Encuentro de Música Popular con las murgas Mozzi y el Murgón, Traficantes de Matracas, varios artistas de la canción popular como el Dúo Malozetti-Goldman, Víctor Heredia, Liliana Herrero, Piero, Ignacio Copani, Miguel Cantilo, Lito Vitale, Juan Carlos Baglietto, Opus Cuatro, Jairo, Néstor Gabetta, Raúl Carnota, Beto Solas, Los Tipitos, Jorge Marziali, Teresa Parodi y la adhesión de Joan Manuel Serrat, Sandra Mihanovic, Alejandro Lerner y Julia Zenko.
En el segundo, el Festival Rock x la identidad, participaron también murgas y los grupos Los Visitantes, Los Caballeros de la Quema, Bersuit Vergarabat y Las Pelotas.

El apoyo de los rockeros a la lucha de las Abuelas ha sido una satisfacción para ellas, puesto que ellos hablan el mismo idioma de los nietos: 52.000 jóvenes se acercaron a escucharlos a la Plaza de Mayo aquel sábado 22 de noviembre. Posteriormente los rockeros colaboraron en la película Botín de guerra, el tema musical final es "Sin cadenas", compuesto por Los Pericos e interpretado por el mismo grupo junto a Gustavo Cerati, Pedro Aznar, Ciro Pertusi y Gustavo Cordera.

Esta película, dirigida por David Blaustein, fue estrenada en abril de 2000. El film recibió el Primer Premio en la categoría "Tiempo de Historia" en la Semana Internacional de Cine de Valladolid de octubre de 1999 y fue invitado al Festival de Berlín, en la sección "Panorama", donde ganó el "Gran Premio Ecuménico".

Los artistas plásticos también respondieron a la convocatoria. Ellos organizaron el 23 de noviembre de 1997 en el Centro Cultural Recoleta la "Pintada colectiva" de una tela y una madera circular junto con las abuelas, las nietas y el público
Del 19 de noviembre al 8 de diciembre de 1998 Juan Carlos Romero, Carlos Gorriarena, Nora Aslan, Adolfo Nigro, León Ferrari, Diana Dowek, Alicia Olga Latman, Estela Gualdero, Carlos Alonso, Laura Quesada, Mireya Baglietto, Luis Felipe Noé, Maria Rita Fernández Madero, María Eugenia Carreira realizaron también en el Centro Cultural Recoleta la muestra Identidad que volvió a exponerse en el mismo lugar en marzo de 2001.

Durante el año 1999, impulsados por la primera experiencia que se realizó en 1997 con aproximadamente mil alumnos de la carrera de Diseño Gráfico de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la UBA, se convocó a las cátedras de los profesores Ricardo Méndez y Raúl Belluccia a solidarizarse mediante la expresión gráfica en la búsqueda de la identidad de los jóvenes apropiados. El libro "Identidad. 23 años de lucha. Abuelas de Plaza de Mayo" es el resultado de esa convocatoria. Además, gestionado por el Centro de Estudiantes, se inauguró en el Pabellón III de Ciudad Universitaria el Rincón de las Abuelas, lugar de exposición permanente de la Memoria Gráfica y de trabajos vinculados a la temática que desarrollaron los alumnos de esa misma Facultad.

El dibujante Rep ilustró el folleto Derecho a la Identidad (Buenos Aires, 1999), parte de la campaña de difusión de los artículos 7, 8 y 11 de la Convención de los Derechos del Niño de la ONU y se realizaron afiches sobre el derecho a la identidad, diseñados por Nine, Ariel Katena y Ana Laura Andino.

El camino abierto en 1997 con la obra de teatro "¿Vos sabés quién sos?" Homenaje del teatro a las Abuelas, escrita por Roberto 'Tito' Cossa y dirigida por Leonor Manso, que se representó el lunes 27 de noviembre en el Teatro Nacional Cervantes, se vio consolidado en el 2000 por el inicio de Teatro por la identidad, con el espectáculo semi montado "A propósito de la duda" (con dramaturgia de Patricia Zangaro y dirección de Daniel Fanego) estrenado en junio en el Centro Cultural Ricardo Rojas y que se representó desde septiembre, también gratuitamente, en el Centro Cultural Recoleta.
El éxito de la obra, que superó todas las expectativas, movió a los actores a hacer una convocatoria amplia a la gente de teatro. Así surgió el ciclo Teatro por la identidad 2001. Entre enero y marzo de este año fueron escritas y ensayadas las 41 obras que conformaron el ciclo, cuyas representaciones se desarrollaron desde el 9 de abril al 9 de julio en catorce salas porteñas simultáneamente. Participaron más de 500 personas, entre actores, directores, dramaturgos, músicos, murgueros, escenógrafos, vestuaristas, técnicos, productores y empresarios de salas. La repercusión del ciclo, que convocó a más de 40.000 espectadores, fue doble: por un lado, haber sabido poner en escena una necesidad de reflexión social, pero, fundamentalmente, haber colaborado con la búsqueda de justicia. A lo largo de esos tres meses de teatro, 63 chicos se acercaron a las Abuelas en busca de su identidad.




Julio Cortázar - Rayuela Cap. 7


Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mi para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja...

...Me miras, de cerca me miras, cada vez mas de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez mas de cerca y los ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, Jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mi como una luna en el agua. (fragmento)



Alejandra Pizarnik - Piedra Fundamental

No puedo hablar con mi voz sino con mis voces.

Sus ojos eran la entrada del templo, para mí, que soy errante, que amo y muero. Y hubiese cantado hasta hacerme una con la noche, hasta deshacerme desnuda en la entrada del tiempo.

Un canto que atravieso como un túnel.

Presencias inquietantes, gestos de figuras que se aparecen vivientes por obra de un lenguaje activo que las alude, signos que insinúan terrores insolubles.

Una vibración de los cimientos, un trepidar de los fundamentos, drenan y barrenan, y he sabido dónde se aposenta aquello tan otro que es yo, que espera que me calle para tomar posesión de mí y drenar y barrenar los cimientos, los fundamentos, aquello que me es adverso desde mí, conspira, toma posesión de mi terreno baldío, no, he de hacer algo, no, no he de hacer nada, algo en mí no se abandona a la cascada de cenizas que me arrasa dentro de mí con ella que es yo, conmigo que soy ella y que soy yo, indeciblemente distinta de ella.

En el silencio mismo (no en el mismo silencio) tragar noche, una noche inmensa inmersa en el sigilo de los pasos perdidos.

No puedo hablar para nada decir. Por eso nos perdemos, yo y el poema, en la tentativa inútil de transcribir relaciones ardientes.

¿A dónde la conduce esta escritura? A lo negro, a lo estéril, a lo fragmentado.

Las muñecas desventradas por mis antiguas manos de muñeca, la desilusión al encontrar pura estopa (pura estepa tu memoria): el padre, que tuvo que ser Tiresias, flota en el río. Pero tú, ¿por qué te dejaste asesinar escuchando cuentos de álamos nevados?

Yo quería que mis dedos de muñeca penetraran en las teclas. Yo no quería rozar, como una araña, el teclado. Yo quería hundirme, clavarme, fijarme, petrificarme. Yo quería entrar en el teclado para entrar adentro de la música para tener una patria. Pero la música se movía, se apresuraba. Sólo cuando un refrán reincidía, alentaba en mí la esperanza de que se estableciera algo parecido a una estación de trenes, quiero decir: un punto de partida firme y seguro; un lugar desde el cual partir, desde el lugar, hacia el lugar, en unión y fusión con el lugar. Pero el refrán era demasiado breve, de modo que yo no podía fundar una estación pues no contaba más que con un tren algo salido de los rieles que se contorsionaba y se distorsionaba. Entonces abandoné la música y sus traiciones porque la música estaba más arriba o más abajo, pero no en el centro, en el lugar de la fusión y del encuentro. (Tú que fuiste mi única patria ¿en dónde buscarte? Tal vez en este poema que voy escribiendo.)

Una noche en el circo recobré un lenguaje perdido en el momento que los jinetes con antorchas en la mano galopaban en ronda feroz sobre corceles negros. Ni en mis sueños de dicha existirá un coro de ángeles que suministre algo semejante a los sonidos calientes para mi corazón de los cascos contra las arenas. (Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas.)

(Es un hombre o una piedra o un árbol el que va a comenzar el canto...)

Y era un estremecimiento suavemente trepidante (lo digo para aleccionar a la que extravió en mí su musicalidad y trepida con más disonancia que un caballo azuzado por una antorcha en las arenas de un país extranjero).

Estaba abrazada al suelo, diciendo un nombre. Creí que me había muerto y que la muerte era decir un nombre sin cesar.

No es esto, tal vez, lo que quiero decir. Este decir y decirse no es grato. No puedo hablar con mi voz sino con mis voces. También este poema es posible que sea una trampa, un escenario más.

Cuando el barco alternó su ritmo y vaciló en el agua violenta, me erguí como la amazona que domina solamente con sus ojos azules al caballo que se encabrita (¿o fue con sus ojos azules?). El agua verde en mi cara, he de beber de ti hasta que la noche se abra. Nadie puede salvarme pues soy invisible aun para mí que me llamo con tu voz. ¿En dónde estoy? Estoy en un jardín.

Hay un jardín.


Las olas - Virginia Woolf

El sol no había nacido todavía. Hubiera sido imposible distinguir el mar del cielo, excepto por los mil pliegues ligeros de las ondas que le hacían semejarse a una tela arrugada. Poco a poco, a medida que una palidez se extendía por el cielo, una franja sombría separó en el horizonte al cielo del mar, y la inmensa tela gris se rayó con grandes líneas que se movían debajo de su superficie, siguiéndose una a otra persiguiéndose en un ritmo sin fin. Al aproximarse a la orilla, cada una de ellas adquiría forma, se hinchaba y se rompía arrojando sobre la arena un delgado velo de blanca espuma. La ola se detenía para alzarse enseguida nuevamente, suspirando como una criatura dormida cuya respiración va y viene inconscientemente. Poco a poco, la franja oscura del horizonte se aclaró: se hubiera dicho un sedimento depositado en el fondo de una vieja botella, dejando al cristal su transparencia verde. En el fondo, el cielo también se hizo translúcido, cual si el sedimento blanco se hubiera desprendido lo cual si el brazo de una mujer tendida debajo del horizonte hubiera alzado una lámpara, y bandas blancas, amarillas y verdes se alargaron sobre el cielo, igual que las varillas de un abanico. Enseguida la mujer alzó más alto su lámpara y el aire pareció dividirse en fibras, desprenderse de la verde superficie en una palpitación ardiente de fibras amarillas y rojas, como los resplandores humeantes de un fuego de alegría. Poco a poco las fibras se fundieron en un solo fluido, en una sola incandescencia que levantó la pesada cobertura gris del cielo transformándola en un millón de átomos de un azul tierno. La superficie del mar fue adquiriendo gradualmente transparencia y yació ondulando y despidiendo destellos hasta que las franjas oscuras desaparecieron casi totalmente. El brazo que sostenía la lámpara se alzó todavía más, lentamente, se alzó más y más alto, hasta que una inmensa llama se hizo visible: un arco de fuego ardió en el borde del horizonte, y a su alrededor el mar ya no fue sino una sola extensión de oro. La luz golpeó sucesivamente los árboles del jardín iluminando una tras otra las hojas, que se tornaron transparentes. Un pájaro gorjeó muy alto; hubo una pausa: más abajo, otro pájaro repitió su gorjeo. El sol utilizó las paredes de la casa y se apoyó, como la punta de un abanico, sobre una persiana blanca; el dedo del sol marcó sombras azules en el arbusto junto a la ventana del dormitorio. La persiana se estremeció dulcemente. Pero todo en la casa continuó siendo vago e insustancial. Afuera, los pájaros cantaban sus vacías melodías. (fragmento) 1931

Virginia Woolf - Orlando

"Habiendo interrogado al hombre y al pájaro y a los insectos (porque los peces, cuentan los hombres que para oírlos hablar han vivido años su soledad de verdes cavernas, nunca, nunca lo dicen, y tal vez lo saben por eso mismo), habiendo interrogado a todos ellos sin volvernos más sabios, sino más viejos y más fríos -porque ¿no hemos, acaso, implorado el don de aprisionar en un libro algo tan raro y tan extraño, que uno estuviera listo a jurar que era el sentido de la vida?- fuerza es retroceder y decir directamente al lector que espera, todo trémulo, escuchar qué cosa es la vida: ¡ay! no lo sabemos. " (fragmento)

“Cuando los besos saben a alquitrán, cuando las almohadas son de hielo,
cuando el enfermo aprende a blasfemar,
cuando no salen trenes para el
cielo,
a la hora de maldecir,
a la hora de mentir.
Cuando marca sus
cartas el tahúr
y rompe el músico su partitura
y vuelve Nosferatu al
ataúd
y pasa el camión de la basura,
a la hora de crecer,
a la hora
de perder,
cuando ladran los perros del amanecer.”

__

“En la posada del fracaso,
donde no hay consuelo ni ascensor,
el desamparo y la humedad
comparten colchón
y cuando, por la calle,
pasa la vida, como un huracán,
el hombre del traje gris
saca un sucio calendario del
bolsillo y grita
¿quién me ha robado el mes de abril?
¿pero cómo pudo sucederme a mí?
¿quién me ha robado el mes de abril?
Lo guardaba en el cajón
donde guardo el corazón.”

__

“Cuando agoniza la fiesta
todas encuentran pareja
menos Lola
que se va, sin ser besada,
a dormirse como cada
noche sola
y una lágrima salada
con sabor a mermelada
de ternura
moja el suelo de su alcoba
donde un espejo le roba
la hermosura.
Nadie sabe cómo le queman en la boca
tantos besos que no ha dado,
tiene el corazón tan de par en par y tan oxidado.”

__

“Algunas veces vivo, y otras veces
la vida se me va con lo que escribo,
algunas veces busco un adjetivo
inspirado y posesivo que te arañe el corazón.
luego arrojo mi mensaje,
se lo lleva de equipaje
una botella…, al mar de tu incomprensión.
No quiero hacerte chantaje,
sólo quiero regalarte una canción.”

__

“Desnuda se sentía igual que un pez en el agua,
vestirla era peor que amortajarla,
inocente y perversa como un mundo sin dioses,
alegre y repartida como el pan de los pobres.
No quise retenerla, ¿de qué hubiera servido
deshacer las maletas del olvido?
Pero no sé qué diera por tenerla ahora mismo
mirando por encima de mi hombro lo que escribo.
Le di mis noches y mi pan, mi angustia, mi risa,
a cambio de sus besos y su prisa,
con ella descubrí que hay amores eternos
que duran lo que dura un corto invierno.”

__

“No soporta el dolor, le divierte inventar
que vive lejos, en un raro país,
cuando viaja en sueños lo hace sin mí,
cada vez que se aburre de andar, da un salto mortal.
Cuando el sol fatigado se dedica a manchar
de rosa las macetas de mi balcón
juega conmigo al gato y al ratón,
si le pido “quédate un poco más”, se viste y se va.
Cuanto más le doy ella menos me da
Por eso a veces tengo dudas, ¿no será un tal Judas
el que le enseñó a besar?”