20 marzo 2014

Ana Frank relató el horror que más tarde acabaría con su propia vida y la de su familia: el holocausto. Ana Frank, la tristemente famosa autora del diario que narraba la vida clandestina de un grupo de judíos alemanes en la Holanda ocupada por los nazis, moría el 12 de marzo de 1945 en el campo de concentración alemán de Bergen Belsen.



18 marzo 2014

Pyrrhus et Cinéas / SIMONE DE BEAUVOIR

        


“Porque el hombre es trascendencia, jamás podrá imaginar un paraíso. El paraíso es el reposo, la trascendencia negada, un estado de cosas ya dado, sin posible superación. Pero en ese caso ¿qué haremos?, Para que el aire sea respirable tendrá que dejar paso a las acciones, a los deseos, que a su vez tenemos que superar: tendrá que dejar de ser paraíso. La belleza de la tierra prometida es que ella prometía nuevas promesas. Los paraísos inmóviles no pueden prometer más que un eterno aburrimiento.
(…)
Si Dios es la infinitud y la plenitud del ser, no hay distancia entre su proyecto y su ser realidad, su voluntad es el fundamento inmóvil de su ser. Lo que quiere se hace, quiere cuanto es… Tal Dios no es una persona singular, es el universal, el todo inmutable y eterno. Y lo universal es silencioso… La perfección de su ser no deja ningún lugar al hombre porque el hombre no podría trascenderse en Dios si Dios ya está todo entero dado. En tal caso el hombre no es más que un accidente indiferente a la realidad del ser; está en la tierra como un explorador perdido en el desierto; puede ir a la derecha o a la izquierda, puede ir a donde quiera; jamás irá a ningún lugar y la arena cubrirá sus huellas“

           Pyrrhus et Cinéas (fragmento)

13 marzo 2014

"Leopoldo María Panero es el recuerdo del fulgor"

      El editor barcelonés Jorge Herralde ha considerado que Leopoldo María Panero, fallecido hoy, fue un grandísimo poeta, muy inteligente, y del que quedará "el recuerdo del fulgor" por sus poemas con "imágenes imprevistas". Las primeras reacciones han destacado la extraordinaria inteligencia del poeta. El Gobierno canario, comunidad en la que ha fallecido el poeta,  considera que la comunidad cultural canaria y española pierde "uno de sus exponentes de la poesía transgresora y una de las voces más brillantes de su generación".
Herralde ha rememorado que conoció a Panero en la Barcelona de finales de los años sesenta, donde fue un "personaje recurrente, muy amigo de Ana María Moix -fallecida el pasado viernes- y de Félix Azúa". Asimismo, ha opinado que junto con Pere Gimferrer y Ana María Moix, (fallecida el 1 de marzo) fue el tercer "Novísimo" en "brillar de forma espectacular". Por otra parte, ha recordado que dictaba conferencias que eran "como fogonazos, fuera de todo corsé, muy auténticas". "El desquiciamiento psicológico puede llevar a epifanías sobrecogedoras", ha concluido.
El escritor Antonio Colinas, amigo de Leopoldo María Panero, ha asegurado hoy que "debido a su actitud radical, Panero había acabado siendo un rupturista y un maldito, algo que responde tanto a su vida como a su obra". Refiriéndose al primer punto de vista, más profesional, Colinas explica que "la obra de Lepoldo María Panero esta perfectamente a tono con lo que se necesitaba a finales de los años 60 cuando respiraba la poesía social y la neoclásica y había que traer un nuevo lenguaje, unas nuevas lecturas y una nueva sensibilidad".

Luis Antonio de Villena: "Siguió un camino de autodestrucción"

Con respecto a su vida personal, Colinas piensa que, "por encima de toda la teatralidad, lo que explica la vida solitaria e infernal de Panero es el fuerte desarraigo familiar que sufrió con la prematura muerte de su padre".
El editor Chus Visor, quien mantuvo una estrecha relación personal y profesional con Leopoldo María Panero se ha pronunciado hoy sobre la muerte de quien ha sido, según sus palabras, "el único poeta maldito en España". "De palabra ha habido muchos más, pero el único poeta genial que ha habido en muchos años ha sido él", afirma con rotundidad a Efe, tras recordar sus más de 40 años de amistad con el poeta y su familia.
El narrador y poeta Luis Antonio de Villena ha recibido la noticia como "algo esperado desde hacía muchísimos años". "Todos lo que le conocíamos siempre suponíamos que Leopoldo iba a morir joven; pensábamos que iba a ser el primero de su familia en morir y ha sido el último", ha afirmado a Efe el autor, muy cercano a Panero desde joven y amigo de la familia. De él destaca que era "una persona que buscaba la muerte": "Siguió un camino de autodestrucción, que podía ser malo, podría estar uno de acuerdo con él o no, pero era el que había elegido. Y si le hubieran dejado seguir este camino, habría muerto hace mucho".
'Trending topic' en Twitter
La muerte de Panero se ha convertido en  'trending topic' en la red social Twitter, donde comparte tendencias  con otros temas de actualidad como la situación en Crimea o el inicio  del IV Congreso Iberoamericano sobre Redes Sociales que se celebra en  Burgos.
En el caso de Panero, el mundo de las letras y ciudadanos anónimos  se ha volcado en el reconocimiento de una de las figuras destacadas  de la poesía española contemporánea, conocido coloquialmente como "el poeta maldito".  "No tenemos fe al otro lado de esta vida sólo espera el rock and  roll. Baila hasta que la muerte te llame", escribe en su cuenta la  también escritora Lucia Etxebarria.
El propio Panero tenía una cuenta en esta red social, en la que  escribió: "Aquí estoy yo, Leopoldo María Panero, hijo de padre  borracho y hermano de un suicida, perseguido por los pájaros y los  recuerdos que me acechan cada mañana".  Su última entrada es del 12 de julio del año pasado, cuando  escribió: "No llames a mi puerta deja que el viento se lleve tus  labios".

FUENTE: Jorge Herralde: "Leopoldo María Panero es el recuerdo del fulgor"/ http://www.rtve.es/

08 marzo 2014

Envejecer / Silvina Ocampo

Envejecer también es cruzar un mar de humillaciones cada día;
es mirar a la víctima de lejos, con una perspectiva
que en lugar de disminuir los detalles los agranda.
Envejecer es no poder olvidar lo que se olvida.
Envejecer transforma a una víctima en victimario.

Siempre pensé que las edades son todas crueles,
y que se compensan o tendrían que compensarse
las unas con las otras. ¿De qué me sirvió pensar de este modo?
Espero una revelación. ¿Por qué será que un árbol
embellece envejeciendo? Y un hombre espera redimirse
sólo con los despojos de la juventud.

Nunca pensé que envejecer fuera el más arduo de los ejercicios,
una suerte de acrobacia que es un peligro para el corazón.
Todo disfraz repugna al que lo lleva. La vejez
es un disfraz con aditamentos inútiles.
Si los viejos parecen disfrazados, los niños también.
Esas edades carecen de naturalidad. Nadie acepta
ser viejo porque nadie sabe serlo,
como un árbol o como una piedra preciosa.

Soñaba con ser vieja para tener tiempo para muchas cosas.
No quería ser joven, porque perdía el tiempo en amar solamente.
Ahora pierdo más tiempo que nunca en amar,
porque todo lo que hago lo hago doblemente.
El tiempo transcurrido nos arrincona; nos parece
que lo que quedó atrás tiene más realidad
para reducir el presente a un interesante precipicio.

06 marzo 2014

Las pruebas de García Márquez, por Juan Martini

Simpático, ingenioso, empachado de sí mismo, y un toque hortera, Gabriel García Márquez se estiró en el asiento del bar y con las manos cruzadas sosteniéndose la nuca dijo que el narrador de su próxima novela era él pero no era él. Vestido con un overall, una polera de cuello alto y un par de botas amarillas, Gabo sonrió. Estábamos en la terraza del bar que hay en el edificio de la Diagonal donde tiene su oficina la agente literaria Carmen Balcells. La plaza de Calvo Sotelo resplandecía con la luz de una primavera rubia y apenas más allá los árboles del Turó, un pequeño parque enrejado, se espejaban en la fuente. Ricardo Rodrigo era el director de la editorial Bruguera y yo uno de sus editores. Los tres tomábamos cerveza y charlábamos. El narrador de su próxima novela, decía García Márquez, en rigor no era él mismo -aun cuando había vuelto al pueblo del Caribe donde transcurre para terminar de reconstruir los hechos- porque una crónica siempre ficcionaliza lo que cuenta y entonces un personaje real se transforma en un personaje de ficción.
Ya estaban en marcha las negociaciones que de la mano de Ricardo Rodrigo (quien pocos años después fundaría la sólida RBA) y de la consideración recíproca que se tenían con Carmen Balcells culminarían con la compra por parte de Bruguera de los derechos de Crónica de una muerte anunciadapara la edición en rústica y en tapa dura, y de toda la obra anterior de García Márquez para ediciones de bolsillo. Cuando terminó aquel aperitivo García Márquez prometió que la próxima vez que estuviera por Barcelona, ya que se iba no recuerdo adónde, comeríamos un asado. Se ve que el viaje se prolongó más de lo que tenía previsto porque nunca comimos ese asado. Pero parecía mentira y hasta cierto punto emocionante que el autor de más exito de la lengua castellana en el siglo XX tuviese tiempo para entretenerse con ese tipo de promesas.
La cuestión es que un buen día, en 1981, llegó a mi mesa, en la editorial Bruguera, la caja de cartón forrada con papel madera y lomo y cantos de tela color naranja en la que Carmen Balcells envió una fotocopia del original de la nueva novela de Gabriel García Márquez. El contrato tenía más de una cláusula no habitual en los contratos habituales con que autores, agentes y editoriales acuerdan la edición de un libro. Una de esas cláusulas obligaba a la editorial a realizar, además de la edición normal o paperback, una edición de lujo, encuadernada en tapa dura y con los primeros 500 ejemplares numerados que serían para Gabo, quien los firmaría y los regalararía o utilizaría según sus deseos y necesidades.
En aquellos años, en Barcelona, recibí muchos originales o copias de originales de libros fundamentales. El más apreciado, lo he dicho en otra crónica, fue el de la novela Dejemos hablar al viento de Juan Carlos Onetti. Pero en el libro de Onetti me manejé con confianza. También llegó, un mal día, Nadie nada nunca de Juan José Saer. En este caso Rodrigo, por más que insistí, no se atrevió a publicar esa novela porque le había parecido muy compleja y la carpeta gris en la que había llegado partió, con todo el dolor de mi alma, de vuelta. La copia del original de García Márquez me dio miedo.
Otra de las cláusulas no habituales del contrato establecía que García Márquez corregiría una única vez las pruebas, que Bruguera debía proveer las películas a los tres coeditores sudamericanos, y que el libro debía llegar a los lectores sin una sola errata. Quizás esta última exigencia no figuraba en la cláusula pero la escuhé de boca de Balcells y se me grabó a fuego como el undécimo mandamiento.
Bruguera haría una primera edición de 100.000 ejemplares para España. En Argentina lo publicaría Sudamericana, en Colombia la Oveja Negra y en México la editorial Diana. Desde esos tres países el libro llegaría, además, a toda hispanoamérica. Y las películas para la impresión por parte de esas tres casas debían salir de Barcelona sin una sola errata.
Así que leí por primera vez la Crónica para saber qué teníamos entre manos. Después, cuando llegaron las pruebas de galera. Por tercera vez al recibir las pruebas de página y antes de mandárselas a Balcells para que se las mandara a García Márquez. Por cuarta vez cuando García Márquez las devolvió con sus últimas correcciones. Y leí por quinta vez la Crónica de una muerte anunciada después de incorporar las correcciones de Gabo y al pie de las máquinas porque es común que al incorporar una corrección se comentan nuevos errores… Poco después el libro llegó a la calle y no tuve quejas.

05 marzo 2014

El olor y la mirada / César Moro





El olor fino solitario de tus axilas

Un hacinamiento de coronas de paja y heno fresco cortado con dedos y asfódelos y

        piel fresca y galopes lejanos como perlas

Tu olor de cabellera bajo el agua azul con peces negros y estrellas de mar y estrellas

        de cielo bajo la nieve incalculable de tu mirada

Tu mirada de holoturia de ballena de pedernal de lluvia de diarios de suicidas

        húmedos los ojos de tu mirada de pie de madrépora

Esponja diurna a medida que el mar escupe ballenas enfermas y cada escalera

        rechaza a su viandante como la bestia apestada que puebla los sueños del viajero

Y golpes centelleantes sobre las sienes y la ola que borra las centellas para dejar

        sobre el tapiz la eterna cuestión de tu mirada de objeto muerto tu mirada podrida

        de flor.

Julio Cortázar - Rayuela Cap. 7


Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mi para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja...

...Me miras, de cerca me miras, cada vez mas de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez mas de cerca y los ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, Jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mi como una luna en el agua. (fragmento)



Alejandra Pizarnik - Piedra Fundamental

No puedo hablar con mi voz sino con mis voces.

Sus ojos eran la entrada del templo, para mí, que soy errante, que amo y muero. Y hubiese cantado hasta hacerme una con la noche, hasta deshacerme desnuda en la entrada del tiempo.

Un canto que atravieso como un túnel.

Presencias inquietantes, gestos de figuras que se aparecen vivientes por obra de un lenguaje activo que las alude, signos que insinúan terrores insolubles.

Una vibración de los cimientos, un trepidar de los fundamentos, drenan y barrenan, y he sabido dónde se aposenta aquello tan otro que es yo, que espera que me calle para tomar posesión de mí y drenar y barrenar los cimientos, los fundamentos, aquello que me es adverso desde mí, conspira, toma posesión de mi terreno baldío, no, he de hacer algo, no, no he de hacer nada, algo en mí no se abandona a la cascada de cenizas que me arrasa dentro de mí con ella que es yo, conmigo que soy ella y que soy yo, indeciblemente distinta de ella.

En el silencio mismo (no en el mismo silencio) tragar noche, una noche inmensa inmersa en el sigilo de los pasos perdidos.

No puedo hablar para nada decir. Por eso nos perdemos, yo y el poema, en la tentativa inútil de transcribir relaciones ardientes.

¿A dónde la conduce esta escritura? A lo negro, a lo estéril, a lo fragmentado.

Las muñecas desventradas por mis antiguas manos de muñeca, la desilusión al encontrar pura estopa (pura estepa tu memoria): el padre, que tuvo que ser Tiresias, flota en el río. Pero tú, ¿por qué te dejaste asesinar escuchando cuentos de álamos nevados?

Yo quería que mis dedos de muñeca penetraran en las teclas. Yo no quería rozar, como una araña, el teclado. Yo quería hundirme, clavarme, fijarme, petrificarme. Yo quería entrar en el teclado para entrar adentro de la música para tener una patria. Pero la música se movía, se apresuraba. Sólo cuando un refrán reincidía, alentaba en mí la esperanza de que se estableciera algo parecido a una estación de trenes, quiero decir: un punto de partida firme y seguro; un lugar desde el cual partir, desde el lugar, hacia el lugar, en unión y fusión con el lugar. Pero el refrán era demasiado breve, de modo que yo no podía fundar una estación pues no contaba más que con un tren algo salido de los rieles que se contorsionaba y se distorsionaba. Entonces abandoné la música y sus traiciones porque la música estaba más arriba o más abajo, pero no en el centro, en el lugar de la fusión y del encuentro. (Tú que fuiste mi única patria ¿en dónde buscarte? Tal vez en este poema que voy escribiendo.)

Una noche en el circo recobré un lenguaje perdido en el momento que los jinetes con antorchas en la mano galopaban en ronda feroz sobre corceles negros. Ni en mis sueños de dicha existirá un coro de ángeles que suministre algo semejante a los sonidos calientes para mi corazón de los cascos contra las arenas. (Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas.)

(Es un hombre o una piedra o un árbol el que va a comenzar el canto...)

Y era un estremecimiento suavemente trepidante (lo digo para aleccionar a la que extravió en mí su musicalidad y trepida con más disonancia que un caballo azuzado por una antorcha en las arenas de un país extranjero).

Estaba abrazada al suelo, diciendo un nombre. Creí que me había muerto y que la muerte era decir un nombre sin cesar.

No es esto, tal vez, lo que quiero decir. Este decir y decirse no es grato. No puedo hablar con mi voz sino con mis voces. También este poema es posible que sea una trampa, un escenario más.

Cuando el barco alternó su ritmo y vaciló en el agua violenta, me erguí como la amazona que domina solamente con sus ojos azules al caballo que se encabrita (¿o fue con sus ojos azules?). El agua verde en mi cara, he de beber de ti hasta que la noche se abra. Nadie puede salvarme pues soy invisible aun para mí que me llamo con tu voz. ¿En dónde estoy? Estoy en un jardín.

Hay un jardín.


Las olas - Virginia Woolf

El sol no había nacido todavía. Hubiera sido imposible distinguir el mar del cielo, excepto por los mil pliegues ligeros de las ondas que le hacían semejarse a una tela arrugada. Poco a poco, a medida que una palidez se extendía por el cielo, una franja sombría separó en el horizonte al cielo del mar, y la inmensa tela gris se rayó con grandes líneas que se movían debajo de su superficie, siguiéndose una a otra persiguiéndose en un ritmo sin fin. Al aproximarse a la orilla, cada una de ellas adquiría forma, se hinchaba y se rompía arrojando sobre la arena un delgado velo de blanca espuma. La ola se detenía para alzarse enseguida nuevamente, suspirando como una criatura dormida cuya respiración va y viene inconscientemente. Poco a poco, la franja oscura del horizonte se aclaró: se hubiera dicho un sedimento depositado en el fondo de una vieja botella, dejando al cristal su transparencia verde. En el fondo, el cielo también se hizo translúcido, cual si el sedimento blanco se hubiera desprendido lo cual si el brazo de una mujer tendida debajo del horizonte hubiera alzado una lámpara, y bandas blancas, amarillas y verdes se alargaron sobre el cielo, igual que las varillas de un abanico. Enseguida la mujer alzó más alto su lámpara y el aire pareció dividirse en fibras, desprenderse de la verde superficie en una palpitación ardiente de fibras amarillas y rojas, como los resplandores humeantes de un fuego de alegría. Poco a poco las fibras se fundieron en un solo fluido, en una sola incandescencia que levantó la pesada cobertura gris del cielo transformándola en un millón de átomos de un azul tierno. La superficie del mar fue adquiriendo gradualmente transparencia y yació ondulando y despidiendo destellos hasta que las franjas oscuras desaparecieron casi totalmente. El brazo que sostenía la lámpara se alzó todavía más, lentamente, se alzó más y más alto, hasta que una inmensa llama se hizo visible: un arco de fuego ardió en el borde del horizonte, y a su alrededor el mar ya no fue sino una sola extensión de oro. La luz golpeó sucesivamente los árboles del jardín iluminando una tras otra las hojas, que se tornaron transparentes. Un pájaro gorjeó muy alto; hubo una pausa: más abajo, otro pájaro repitió su gorjeo. El sol utilizó las paredes de la casa y se apoyó, como la punta de un abanico, sobre una persiana blanca; el dedo del sol marcó sombras azules en el arbusto junto a la ventana del dormitorio. La persiana se estremeció dulcemente. Pero todo en la casa continuó siendo vago e insustancial. Afuera, los pájaros cantaban sus vacías melodías. (fragmento) 1931

Virginia Woolf - Orlando

"Habiendo interrogado al hombre y al pájaro y a los insectos (porque los peces, cuentan los hombres que para oírlos hablar han vivido años su soledad de verdes cavernas, nunca, nunca lo dicen, y tal vez lo saben por eso mismo), habiendo interrogado a todos ellos sin volvernos más sabios, sino más viejos y más fríos -porque ¿no hemos, acaso, implorado el don de aprisionar en un libro algo tan raro y tan extraño, que uno estuviera listo a jurar que era el sentido de la vida?- fuerza es retroceder y decir directamente al lector que espera, todo trémulo, escuchar qué cosa es la vida: ¡ay! no lo sabemos. " (fragmento)

“Cuando los besos saben a alquitrán, cuando las almohadas son de hielo,
cuando el enfermo aprende a blasfemar,
cuando no salen trenes para el
cielo,
a la hora de maldecir,
a la hora de mentir.
Cuando marca sus
cartas el tahúr
y rompe el músico su partitura
y vuelve Nosferatu al
ataúd
y pasa el camión de la basura,
a la hora de crecer,
a la hora
de perder,
cuando ladran los perros del amanecer.”

__

“En la posada del fracaso,
donde no hay consuelo ni ascensor,
el desamparo y la humedad
comparten colchón
y cuando, por la calle,
pasa la vida, como un huracán,
el hombre del traje gris
saca un sucio calendario del
bolsillo y grita
¿quién me ha robado el mes de abril?
¿pero cómo pudo sucederme a mí?
¿quién me ha robado el mes de abril?
Lo guardaba en el cajón
donde guardo el corazón.”

__

“Cuando agoniza la fiesta
todas encuentran pareja
menos Lola
que se va, sin ser besada,
a dormirse como cada
noche sola
y una lágrima salada
con sabor a mermelada
de ternura
moja el suelo de su alcoba
donde un espejo le roba
la hermosura.
Nadie sabe cómo le queman en la boca
tantos besos que no ha dado,
tiene el corazón tan de par en par y tan oxidado.”

__

“Algunas veces vivo, y otras veces
la vida se me va con lo que escribo,
algunas veces busco un adjetivo
inspirado y posesivo que te arañe el corazón.
luego arrojo mi mensaje,
se lo lleva de equipaje
una botella…, al mar de tu incomprensión.
No quiero hacerte chantaje,
sólo quiero regalarte una canción.”

__

“Desnuda se sentía igual que un pez en el agua,
vestirla era peor que amortajarla,
inocente y perversa como un mundo sin dioses,
alegre y repartida como el pan de los pobres.
No quise retenerla, ¿de qué hubiera servido
deshacer las maletas del olvido?
Pero no sé qué diera por tenerla ahora mismo
mirando por encima de mi hombro lo que escribo.
Le di mis noches y mi pan, mi angustia, mi risa,
a cambio de sus besos y su prisa,
con ella descubrí que hay amores eternos
que duran lo que dura un corto invierno.”

__

“No soporta el dolor, le divierte inventar
que vive lejos, en un raro país,
cuando viaja en sueños lo hace sin mí,
cada vez que se aburre de andar, da un salto mortal.
Cuando el sol fatigado se dedica a manchar
de rosa las macetas de mi balcón
juega conmigo al gato y al ratón,
si le pido “quédate un poco más”, se viste y se va.
Cuanto más le doy ella menos me da
Por eso a veces tengo dudas, ¿no será un tal Judas
el que le enseñó a besar?”