Sanguinetti trató de romper el lenguaje cotidiano para denunciar el caos y el "pútrido pantano" de la sociedad de consumo. Como poeta, ensayó el lenguaje automático, los juegos de palabras (su poema más famoso se tituló Laborintus), la bulimia de conceptos e imágenes, y con el tiempo elaboró un sistema satírico influido por el pensamiento marxista y el psicoanálisis.
Como narrador, dramaturgo y ensayista, se ocupó de muchas cosas. Escribió libretos para el músico Luciano Berio; releyó a Dante desde el marxismo (Realismo sobre Dante, Dante reaccionario), fue antólogo de la poesía italiana del siglo XX, visitó el mito de Fausto y buceó en su propia perturbación psíquica en la novela Capricho italiano (1963) para explicar el agotamiento del capitalismo.
Formado en la Turín de la Fiat y de Italo Calvino, se autodefinía como "el poeta más patético del siglo XX". Escribió poemas hasta 2004, y aunque dejó la universidad en 2000 siguió escribiendo y militando en la izquierda radical.
Quienes le conocieron lo definieron como un histrión agudo, muy docto y muy capaz de pellizcar al lector-espectador. "Tranquilo, cómico, burlón, provocador, ecléctico, irónico, pirotécnico y elegante", escribe La Repubblica, recordando el comentario de Inge Feltrinelli sobre el contraste vivido en una fiesta nocturna en su villa, cuando el poeta genovés, bien vestido y con corbata, paseaba con su mujer y sus hijos, mientras el poeta beat Allen Ginsberg salía desnudo de la piscina.
Fue célebre un intercambio de golpes verbales entre Sanguineti y Silvio Berlusconi en 2003, y quizá por eso su último artículo, titulado Homo ridens, publicado hoy en Il Corriere della Sera, terminaba así: "Todo seductor sabe que para conquistar al objeto viviente del deseo se trata, dosificando bien los movimientos, la situaciones, las dosis, de llevarlo a la risa o al llanto. Quien se guarda del político que, como una hiena temible, va por ahí bromeando, se acerca, por eso mismo, al largo camino de la libertad".
Fallece el 18 de mayo de 2010 en la capital de Liguria.
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"Toda mi obra poética es una escritura contra el olvido"
El escritor italiano habla en España sobre su obra literaria
El poeta, ensayista y profesor universitario italiano Eduardo Sanguinetti, que se encuentra en España, ofreció anteayer en la universidad de Valencia una conferencia sobre el movimiento poético de los Novissimi y el contexto social y literario italiano en que apareció su primera obra poética y ayer habló a los estudiantes de la Universidad Complutense, en Madrid. Sanguinetti, cuyos poemas completos fueron recopilados en un único volumen en 1982, afirma que sus diferentes libros constituyen en realidad una única obra que se va creando a través del tiempo y que no se debe corregir. "Escribo poesía contra el olvido", afirma.
Pregunta. Esa visión que usted tiene de la obra única, ¿cree que se ha dado de forma inconsciente a lo largo de la historia de la literatura?
Respuesta. Hay una frase de Goethe que dice: "Los escritores modernos nunca escriben sus obras completas". Y Goethe deducía esto de la práctica editorial: se refería a las grandes obras, todo Voltaire, todo Rousseau. Nace entonces una modificación en los escritores, en el modo en que se organiza el trabajo literario. Después de Goethe hay ya como una planificación de la obra literaria y el deseo en todos los escritores de una obra fundamental, continua, que abarqué en cierto modo la suma de la propia vida. Se puede escribir otras obras, pero existe la necesidad de esta obra capital que es como la espina dorsal, y también el resto se organiza en relación con esto.
P. Dice usted que corrige en muy pocas ocasiones los poemas ya publicados.
R. No los corrijo después de la publicación. Cuando reimprimo un libro de poesía no intervengo, y pienso como labor de corrección en la nueva escritura, escribir otras cosas, porque es un trabajo continuo. Como en la vida, no puedo corregir lo que era a los 18 años. Puedo corregirlo pero haciendo otras cosas, si bien tiene un significado muy diferente porque lo reinterpreto. Es lo que hacemos todos en la realidad. Hacer que desaparezcan ciertas cosas, pero son ineliminables, incorregibles, salvo que se las utilice como material para otras cosas diferentes. Es como las experiencias que aparecían dotadas de un primer sentido y luego de esta forma toman otro muy diferente.
P. Al igual que quisiéramos olvidar a veces hechos de nuestra vida, ¿no le ocurre que siente la tentación de eliminar parte de esa obra?
R. No, porque la obra cuando está hecha ya no me pertenece. No digo que esto valga para todos los escritores, pero en mi caso tengo poca memoria, poca memoria subjetiva, digamos, soy distraído, sustancialmente. La poesía es un modo de registrar las cosas que encuentro significativas. No como diario; yo puedo también utilizar en primera persona el diario, pero de otra forma. En la poesía se trata de escribir como lucha contra el olvido. Escribo poesía contra el olvido.
P. ¿Podría volver sobre la idea que usted expresa de hacer un texto que resista cualquier interpretación teatral, lo que guarda relación con la función de la puntuación?
R. Sí. Se trata de que en la puntuación se busca establecer determinadas normas que contengan las posibilidades de interpretación. Pero no existe un sistema de notación tan preciso como para poder decir, por ejemplo, la duración y la velocidad de lectura, las pausas, el tono. Es importante para un escritor poder escribir algo, por así decir, privado de tono. El tono no tiene importancia. Algo que pueda ser dicho seriamente o irónicamente, llorando o riendo, con frialdad o con pasión, el texto fuera del tono, un texto sin psicología. En el momento actual, lo que intento hacer es una poesía cómica. Pero esta poesía cómica no debe hacer reír, no pretende hacer reír. Debe crear una situación de risa loca. Porque estas poesías cómicas quieren ser poesías trágicas. Escribir algo cómico que resuelva un problema no resuelto, como es lo trágico hoy. Para conseguir un texto trágico se puede llegar a él a través de una escritura cómica. Pero una escritura cómica que no hace reír en el sentido rabelesiano de la palabra, sino que provoca una risa loca.
manuel muñoz/entrevista 11-05-1984/valencia