27 noviembre 2010

Roberto Fontanarrosa

"De mí se dirá posiblemente que soy un escritor cómico, a lo sumo. Y será cierto. No me interesa demasiado la definición que se haga de mí. No aspiro al Nobel de Literatura. Yo me doy por muy bien pagado cuando alguien se me acerca y me dice: me cagué de risa con tu libro"

Roberto Fontanarrosa
Rosario, 26/11/1944 – Rosario, 19/7/2007

26 noviembre 2010

El Cervantes premia la imaginación y fantasía de Ana María Matute

La autora de 'Olvidado Rey Gudú' y 'Los soldados lloran de noche' recibe a sus 85 años un premio que reconoce una trayectoria literaria intachable.

Tras sonar durante años en las quinielas del galardón más prestigioso de las Letras en español, Ana María Matute se alzó ayer, por mayoría, con el Premio Cervantes 2010 por el magisterio demostrado como “escritora realista con proyección a lo fantástico”. “La conjunción de esas cualidades es sorprendente”, explicó Juan Marsé, miembro del jurado y Premio Cervantes 2008, después de que la ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, hiciera público el fallo.

Matute, miembro de la Real Academia Española (RAE) y genial novelista y cuentista, se convierte así en la tercera mujer que gana este galardón, que en sus 35 años de trayectoria sólo había distinguido a María Zambrano y a Dulce María Loynaz.

Gregorio Salvador, otro miembro de la RAE y presidente del jurado, subrayó que “los méritos y valores de Ana María Matute son evidentes, y más cuando este premio reconoce una trayectoria completa”. De todas las facetas desarrolladas por Matute, Salvador se centró en su producción de literatura infantil y juvenil, “una autora verdaderamente genial y que tiene un público fiel en esas edades”, una cualidad que quizá no posean otros autores galardonados con el Cervantes.

Matute recibió la noticia en su casa, que actualmente se encuentra en obras. Eran las 14.15 horas cuando la titular de Cultura le informó que el ansiado premio era suyo. La autora de novelas como Los hijos muertos o Los soldados lloran de noche no alcanzaba a creerse la noticia y le preguntaba a González-Sinde: “De veras que soy yo? ¿Pero seguro? ¿Pero de verdad que no es un error, que no os equivocáis?”.

Premio a una vida
Una vez repuesta de la emoción, la flamante ganadora del Premio Cervantes 2010 expresó su alegría y explicó que este reconocimiento “es una especie de premio a todo lo que ha pasado durante una vida”, en referencia a su larga trayectoria literaria. A sus 85 años, Matute se mostraba encantada de ser la ganadora de esta edición. “Me hacía mucha ilusión y esta noche no he dormido nada pensando si me lo darían o no me lo darían y ahora me siento muy feliz”.

La novelista inició su celebración, según explicó a la agencia Efe, “abriendo dos botellas de cava. Luego seguiré celebrándolo escribiendo un nuevo libro que comenzaré en Navidad y que haré con toda la ilusión e ímpetu”.

Para Ana María Matute, hay algunos que “escriben para que les den premios, pero otros escribimos porque es nuestra forma de estar en la vida. De todos modos sienta estupendamente que te premien”.

La niña grande que cree en las hadas
Por Carmen Méndez
Cuando Ana María Matute era niña, a veces le castigaban en un cuarto oscuro, porque era muy traviesa. No le importaba demasiado, siempre se sentía acompañada por las hadas y otros seres extraordinarios que viven en los cuentos y que a sus 85 años le siguen haciendo compañía. La imaginación nunca ha abandonado a esta escritora que se confiesa escandalosamente tímida e insegura.

Su buen humor y una ternura barnizada de picardía e ironía hacen de la Matute una mujer prodigiosa, que sabe que las hadas existen, igual que sabe que el dolor y la desesperación muerden a todos. La escritura siempre ha sido su leal compañera. A la autora de ‘Primera memoria’ y ‘Olvidado Rey Gudú’, escribir le ha salvado la vida muchas veces, como reconocía en una entrevista a ‘EXPANSIÓN’.

La niña Matute tiene 85 años, y el Cervantes le encuentra con las palabras y la imaginación a cuestas. Es su forma de estar en el mundo. Desde que en 1948 escribió ‘Los Abel’, hasta el recopilatorio de sus cuentos ‘La puerta de la luna’, que acaba de publicar en Destino; del neorrealismo de ‘Primera memoria’ al mundo mágico de ‘Olvidado Rey Gudú’… qué hada es la Matute.

Ocho días después de que estallara la Guerra Civil, Ana María cumplía 11 años. Descubrió entonces que la vida, como los cuentos, era cruel. Los bombardeos en su Barcelona natal le asustaban, pero también disfrutaba mucho. “No había colegio, y los niños que nunca habíamos salido solos, de repente íbamos a las colas del pan, convivíamos con golfillos –¡lo que aprendimos de los golfillos–, y vivimos con una libertad tremenda. Fue espantoso y a la vez divertido. La vida es así”, reconocía.

Así es la vida, y esta mujer sabia lo sabe, porque ha caminado de igual modo por los senderos de lo mágico y de lo real. Hasta las hadas sufren depresiones y ella pasó por una terrible que la alejó quince años de la escritura. Pero la vida siempre puede más que todo, y ella ha vivido intensa, apasionadamente. “He sufrido mucho, pero he disfrutado mucho también. La vida me parece una maravilla”.

Ana María Matute, que no se enfada porque le da pereza, ha escrito para adultos y para niños cuando escribir literatura infantil se consideraba la segunda división de las letras. Domina los terrenos de lo real y de lo imaginario, que en ella son el mismo mundo, porque sabe que “puedes encontrarte un hada hasta en los semáforos”. Y si le cuentan que las hadas no existen, aléjese: “No hay que fiarse nunca de las personas que no tienen imaginación”.

Fuente: expansión.com

22 noviembre 2010

Ángel González, poeta libre, sencillo y comprometido

Las letras españolas se cubrían de nuevo de luto por la inesperada muerte de Ángel González. El poeta, académico y premio Príncipe de Asturias de las Letras, una de las voces más lúcidas, claras y comprometidas de la poesía española del siglo XX, murió a los 82 años en la madrugada del sábado Madrid, apenas 24 horas de ser hospitalizado en la Clínica Moncloa a causa de una crisis respiratoria y horas después del fallecimiento de Pepín Bello. Solidario poeta del compromiso, maestro de la generación del 50, mago de la sencillez y la naturalidad, los restos de gran poeta asturiano serán incinerados hoy domingo en el madrileño cementerio de la Almudena. Sus cenizas serán posteriormente trasladadas a su Oviedo natal.

En el tanatorio de San Isidro se instaló ayer sábado una capilla ardiente en la que se sucedieron las muestras de condolencia y admiración para con uno de los poetas más queridos y respetados de su tiempo. Por allí desfilaron, entre muchos otros, amigos muy próximos como Luis García Montero, Joquín Sabina, Almudena Grandes, Luis Antonio de Villena o Pilar Bardem. También el ministro de Cultura, César Antonio Molina, viejo amigo del poeta.

«No confundo la poesía con la realidad; son cosas distintas», afirmaba este grande de la poesía española y uno de los más reconocidos de la denominada generación del medio siglo. «Mi poesía aspira a reflejar la realidad y ser una reflexión sobre ella» solía precisar el académico y laureado poeta cuya salud fue siempre frágil y «muy mejorable», sin que hiciera temer por su vida.

La solidaridad y la libertad son temas recurrentes de una poética que, en su primera andadura, estuvo marcada por su clara toma de postura en lo que se denominó 'poesía social'. Unos poemas objetivos y narrativos fundamentados en un lenguaje coloquial, muy natural, salpicado con un tono irónico y a veces corrosivo. Con temas eminentemente cotidianos, en la poesía de González juegan un papel primordial las vivencias personales y los acontecimientos que le tocó vivir. Una poesía apegada a la realidad a la que incorporó la ironía como un rico y decisivo recurso expresivo que le permitía «decir que sí y que no al mismo tiempo».

Directa

El compromiso, la libertad y el amor fueron así puntales de la franca, directa y aparentemente sencilla poesía de González, quizá el más reconocido de una brillante generación de 'poetas sociales' llamados José Ángel Valente, Carlos Barral, Jaime Gil de Biedma, José Agustín Goytisolo, Claudio Rodríguez o José Manuel Caballero Bonald, renovadores como González de la maltrecha poesía española de posguerra.

Insportable grisura

Se aliaron con la palabra para luchar contra la dura realidad social y la insoportable grisura de la dictadura franquista. Su visión desgarrada del compromiso, la desolación y la desesperanza daría paso a una serena y lúcida madurez en la que el filtro de la ironía lo hacia todo más tolerable. Era factible expresar el fracaso desde una postura crítica y escéptica.

Muy reconocido en su madurez, Ángel González obtuvo en 1985 el Premio Príncipe de Asturias de las Letras. Se lo otorgó un jurado que destacaba cómo su poesía «sobrevive con paradójica ternura al escepticismo de esta época».

Una década después recibía el Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, el máximo galardón del género. También en 1996 se convertía en miembro de la Real Academia Española (RAE), institución que antes le había rechazado en dos ocasiones, y en la que ocuparía el sillón 'P' que perteneciera a Julio Caro Baroja. En marzo de 1997 leería su discurso de ingreso, 'Las otras soledades de Antonio Machado'.

Marcado por la guerra civil

Nacido en Oviedo el 16 de septiembre de 1925 en una familia de clase media, la infancia de Ángel González Muñiz quedó marcada por la temprana muerte de su padre republicano y su adolescencia por la guerra civil, cruciales episodios ambos que dejaron una profunda huella en su obra y en su vida. Un hermano del poeta, Manuel, sería fusilado en León por los falangistas, el otro, Pedro, tomaría el camino del exilio y su hermana sufriría las represalias de los vencedores.

Como a Gil de Biedma, la tuberculosis que colocaría al joven Ángel González al borde de la muerte sería su puerta hacia la poesía. Mientras se recuperaba en Páramo de Sil, en la montaña leonesa en la que estuvo tres años, escribió sus primeros poemas a mediados de los cuarenta, antes de trasladarse a Madrid, ya recuperado, en 1950. Licenciado en Derecho, estudiante de magisterio y periodismo, se ganó la vida como funcionario de Obras Públicas, ministerio en el que ingresó a principios de la misma década. En excedencia a mediados de los 50, tras una estancia en Sevilla se instala en Barcelona para trabajar como corrector de estilo en varias editoriales y trabar amistad con los poetas de 'Grupo de Barcelona'.

Su primer poemario 'Áspero mundo' (1956) fue accésit del premio Adonais. De regreso a Madrid, retoma su trabajo como funcionario y da a la imprenta poemarios como 'Sin esperanza, con convencimiento' (1960), 'Grado elemental' (1962) 'Palabra sobre palabra' (1965) o 'Tratado de urbanismo' (1967). Para entonces ha establecido fuertes lazos de amistad poética y literaria con coetáneos como Juan García Hortelano, Gabriel Celaya o Caballero Bonald.

En 1972 se estableció en Alburquerque como profesor de Literatura Española en la Universidad de Nuevo México de la que había sido antes profesor invitado. El ambiente en aquella España era aún «irrespirable» para González.

En 1979 viaja a Cuba para integrarse en el jurado del premio Casa de las Américas y conoce a Susana Rivera, con quien contraería matrimonio tras una larga convivencia.

Regresaba a España con frecuencia, pero no se instalaría definitivamente de nuevo en nuestro país hasta su jubilación universitaria en 1993. Había publicado antes del regreso 'A todo amor' (1988) y aparecerían después 'Lecciones de cosas y otros poemas' (1998), '101+19=120' (2000). 'Otoño y otras luces', aparecido 2001, fue su último poemario, publicado tras un largo silencio de casi una década. Fue también autor varios ensayos sobre 'Juan Ramón Jiménez' (1973), 'Gabriel Celaya' (1977), 'Antonio Machado' (1979), o 'El grupo poético del 27' (1976) . También publicó estudios sobre arte dedicado a pintores como Tiziano, Velázquez o Picasso, figuras recurrentes en sus artículos y conferencias.

Activo en sus últimos años, colaboró con el cantautor Pedro Guerra en el libro-disco 'La palabra en el aire' (2003). También colaboró en el álbum 'Voz que soledad sonando' (2004) junto al tenor Joaquín Pixán, el pianista Alejandro Zabala y el acordeonista Salvador Prada.

Hacía sólo un mes había sido investido como doctor 'Honoris Causa' por la Universidad de Oviedo junto al escritor Juan José Millás.

Veladas en la UIMP

Su vinculación con Santander fue más estrecha en la última decáda con comparecencias regulares en La Magdalena: la Tribuna literaria y las Veladas Poéticas de la UIMP. El espíritu crítico se mantuvo vivo y presente en un poeta que nunca perdió de vista el rastro de la música y que se mostraba convencido de que actualmente por exceso «se publica una poesía muy mala». Entre el recuerdo y la memoria revisitó en Santander el 'grupo de los 50, medio siglo después', junto al poeta cántabro y premio Cervantes José Hierro y Francisco Brines.

En La Magdalena confesó: «sigo escribiendo, pero con menos esperanza y también con menos convencimiento». El autor de 'Aspero mundo' durante su última intervención en la capital cántabra manifestó: «no he llegado a ninguna cumbre, más bien creo que ha llegado el final».

Fuente: eldiariomontanes.es/MIGUEL LORENCI

20 noviembre 2010

20 de noviembre, Día Universal del Niño

En 1954 la Asamblea General recomendó (resolución 836(IX)) que todos los países instituyeran el Día Universal del Niño, fecha que se dedicaría a la fraternidad y a la comprensión entre los niños del mundo entero y se destinaría a actividades propias para promover el bienestar de los niños del mundo. La Asamblea sugirió a los gobiernos que celebraran el Día en la fecha que cada uno de ellos estimara conveniente. El día 20 de noviembre marca la fecha en que la Asamblea aprobó la Declaración de los Derechos del Niño en 1959 y la Convención sobre los Derechos del Niño en 1989.

En septiembre de 2000, durante la Cumbre del Milenio, los líderes mundiales elaboraron los ocho objetivos de desarrollo del Milenio (ODM), que abarcan desde la reducción a la mitad de la pobreza extrema hasta la detención de la propagación del VIH/SIDA y la consecución de la enseñanza primaria universal para el año 2015. Aunque los objetivos del Milenio están dirigidos a toda la humanidad, se refieren principalmente a la infancia. El UNICEF nota que seis de los ocho objetivos incumben directamente a la infancia y que la realización de los dos últimos también traerá mejoras fundamentales a las vidas de los niños y niñas. (Objetivos de Desarrollo del Milenio, UNICEF.)

13 noviembre 2010

Susan Sontag

"Escribo porque creo en el proyecto de la literatura. No escribo para expresarme aunque de hecho me expreso porque soy la única herramienta de la que dispongo en la escritura, pero definitivamente no es ése el propósito ni la justificación. En medio de los lenguajes degradados de los medios masivos, las burocracias y las jergas técnicas, ¿se imagina qué sería de nosotros si no existiera esta especie de antídoto, de contra-ejemplo de cómo sentir y pensar? La literatura amplía el mundo. /.../ La literatura es una educación del corazón y de la mente: entendemos mejor las posibilidades humanas, ejercitamos nuestra capacidad de compasión, de identificación. Amo las artes visuales y la música, no podría imaginar el mundo sin la pintura o la música, pero el efecto no es el mismo. La pintura y la música son puro placer. También la literatura puede serlo pero es sobre todo un espacio en el que yo misma y el mundo que me rodea se extienden y se amplían".

08 noviembre 2010

Jorge Luis Borges, eterno y desconocido

Desafiante en sus poemas y cuentos, una avanzada de la literatura argentina del siglo XX y entre las plumas más prominentes del universo literario, fue Jorge Luis Borges, que nació un 24 de agosto de 1899. Estudió en Ginebra y pasó un tiempo en España hasta 1921 cuando regresó a la Argentina donde inspiró varias publicaciones de corte literario y filosófico como Prisma (1921-1922), Proa (1922-1926) y Martín Fierro en la que publicó esporádicamente.

Dedicó su poesía lírica a temas históricos de la Argentina, parte de su obra que fue recopilada en volúmenes como Fervor de Buenos Aires (1923), Luna de enfrente (1925) y Cuaderno San Martín (1929). De ese tiempo son sus lazos con nombres insignes como Ricardo Güiraldes, Macedonio Fernández, Alfonso Reyes y Oliveiro Girondo.

En la década de 1930, debido a una enfermedad hereditaria, comenzó a perder la visión hasta quedar completamente ciego. A pesar de ello, trabajó en la Biblioteca Nacional (1938-1947) y, más tarde, llegó a convertirse en su director (1955-1973).

Cuando conoce a Adolfo Bioy Casares comienza a escribir con él la Antología de la literatura fantástica (1940). Una década más tarde comienza sus relatos breves que le ganaran la fama; aunque sus inicios fueron ensayos filosóficos y literarios.

Los cuentos también le dieron celebridad, por ejemplo “La historia universal de la infamia” (1935) es una colección de cuentos basados en criminales reales. Desde 1960 llegarán los premios, como el “Fomentor” con Samuel Beckett y el más notado, el Premio Cervantes en 1980.

Cuestionado políticamente, sus posturas fueron cambiantes, evolutivas; fueron desde la izquierda en su juventud hasta el acendrado nacionalismo hasta recalar en un escepticismo de corte liberal opuesto a todo facismo, lo cual, lógicamente, lo enfrentará con el peronismo. Más tarde, cuando los militares se hicieron con el gobierno, lo criticaron por permanecer en el país a pesar de que jamás apoyó a la Junta Militar.

El retorno a la democracia en 1983 lo encontró en el mayor escepticismo que plasmó en sus obras de tono fantástico, metafísico y subjetivo. “No soy ni un pensador ni un moralista, sino sencillamente un hombre de letras que refleja en sus escritos su propia confusión y el respetado sistema de confusiones que llamamos filosofía, en forma de literatura”; con esa frase definía su sistema de pensamiento y su literatura.

La ficción fue el mundo que más trabajó, presentada en forma de cuento donde cada palabra adquiere un valor en sí mismo hasta hacer de cada pieza una “diminuta obra maestra”, donde el hilo conductor lleva al lector en la esperanza de llegar a un final que nunca encontrará como tal. Los libros seguramente más conocidos de ese género son El Aleph (1949) y El hacedor (1960).

La posteridad lo recuerda por sus célebres frases, tales como:

Siempre imaginé que el Paraíso sería algún tipo de biblioteca.

Todas las teorías son legítimas y ninguna tiene importancia. Lo que importa es lo que se hace con ellas.

Hay que tener cuidado al elegir a los enemigos porque uno termina pareciéndose a ellos.

Y la más conocida quizás: He cometido el peor pecado que uno puede cometer. No he sido feliz.

Falleció en Ginebra el 14 de junio de 1986.

Julio Cortázar - Rayuela Cap. 7


Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mi para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja...

...Me miras, de cerca me miras, cada vez mas de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez mas de cerca y los ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, Jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mi como una luna en el agua. (fragmento)



Alejandra Pizarnik - Piedra Fundamental

No puedo hablar con mi voz sino con mis voces.

Sus ojos eran la entrada del templo, para mí, que soy errante, que amo y muero. Y hubiese cantado hasta hacerme una con la noche, hasta deshacerme desnuda en la entrada del tiempo.

Un canto que atravieso como un túnel.

Presencias inquietantes, gestos de figuras que se aparecen vivientes por obra de un lenguaje activo que las alude, signos que insinúan terrores insolubles.

Una vibración de los cimientos, un trepidar de los fundamentos, drenan y barrenan, y he sabido dónde se aposenta aquello tan otro que es yo, que espera que me calle para tomar posesión de mí y drenar y barrenar los cimientos, los fundamentos, aquello que me es adverso desde mí, conspira, toma posesión de mi terreno baldío, no, he de hacer algo, no, no he de hacer nada, algo en mí no se abandona a la cascada de cenizas que me arrasa dentro de mí con ella que es yo, conmigo que soy ella y que soy yo, indeciblemente distinta de ella.

En el silencio mismo (no en el mismo silencio) tragar noche, una noche inmensa inmersa en el sigilo de los pasos perdidos.

No puedo hablar para nada decir. Por eso nos perdemos, yo y el poema, en la tentativa inútil de transcribir relaciones ardientes.

¿A dónde la conduce esta escritura? A lo negro, a lo estéril, a lo fragmentado.

Las muñecas desventradas por mis antiguas manos de muñeca, la desilusión al encontrar pura estopa (pura estepa tu memoria): el padre, que tuvo que ser Tiresias, flota en el río. Pero tú, ¿por qué te dejaste asesinar escuchando cuentos de álamos nevados?

Yo quería que mis dedos de muñeca penetraran en las teclas. Yo no quería rozar, como una araña, el teclado. Yo quería hundirme, clavarme, fijarme, petrificarme. Yo quería entrar en el teclado para entrar adentro de la música para tener una patria. Pero la música se movía, se apresuraba. Sólo cuando un refrán reincidía, alentaba en mí la esperanza de que se estableciera algo parecido a una estación de trenes, quiero decir: un punto de partida firme y seguro; un lugar desde el cual partir, desde el lugar, hacia el lugar, en unión y fusión con el lugar. Pero el refrán era demasiado breve, de modo que yo no podía fundar una estación pues no contaba más que con un tren algo salido de los rieles que se contorsionaba y se distorsionaba. Entonces abandoné la música y sus traiciones porque la música estaba más arriba o más abajo, pero no en el centro, en el lugar de la fusión y del encuentro. (Tú que fuiste mi única patria ¿en dónde buscarte? Tal vez en este poema que voy escribiendo.)

Una noche en el circo recobré un lenguaje perdido en el momento que los jinetes con antorchas en la mano galopaban en ronda feroz sobre corceles negros. Ni en mis sueños de dicha existirá un coro de ángeles que suministre algo semejante a los sonidos calientes para mi corazón de los cascos contra las arenas. (Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas.)

(Es un hombre o una piedra o un árbol el que va a comenzar el canto...)

Y era un estremecimiento suavemente trepidante (lo digo para aleccionar a la que extravió en mí su musicalidad y trepida con más disonancia que un caballo azuzado por una antorcha en las arenas de un país extranjero).

Estaba abrazada al suelo, diciendo un nombre. Creí que me había muerto y que la muerte era decir un nombre sin cesar.

No es esto, tal vez, lo que quiero decir. Este decir y decirse no es grato. No puedo hablar con mi voz sino con mis voces. También este poema es posible que sea una trampa, un escenario más.

Cuando el barco alternó su ritmo y vaciló en el agua violenta, me erguí como la amazona que domina solamente con sus ojos azules al caballo que se encabrita (¿o fue con sus ojos azules?). El agua verde en mi cara, he de beber de ti hasta que la noche se abra. Nadie puede salvarme pues soy invisible aun para mí que me llamo con tu voz. ¿En dónde estoy? Estoy en un jardín.

Hay un jardín.


Las olas - Virginia Woolf

El sol no había nacido todavía. Hubiera sido imposible distinguir el mar del cielo, excepto por los mil pliegues ligeros de las ondas que le hacían semejarse a una tela arrugada. Poco a poco, a medida que una palidez se extendía por el cielo, una franja sombría separó en el horizonte al cielo del mar, y la inmensa tela gris se rayó con grandes líneas que se movían debajo de su superficie, siguiéndose una a otra persiguiéndose en un ritmo sin fin. Al aproximarse a la orilla, cada una de ellas adquiría forma, se hinchaba y se rompía arrojando sobre la arena un delgado velo de blanca espuma. La ola se detenía para alzarse enseguida nuevamente, suspirando como una criatura dormida cuya respiración va y viene inconscientemente. Poco a poco, la franja oscura del horizonte se aclaró: se hubiera dicho un sedimento depositado en el fondo de una vieja botella, dejando al cristal su transparencia verde. En el fondo, el cielo también se hizo translúcido, cual si el sedimento blanco se hubiera desprendido lo cual si el brazo de una mujer tendida debajo del horizonte hubiera alzado una lámpara, y bandas blancas, amarillas y verdes se alargaron sobre el cielo, igual que las varillas de un abanico. Enseguida la mujer alzó más alto su lámpara y el aire pareció dividirse en fibras, desprenderse de la verde superficie en una palpitación ardiente de fibras amarillas y rojas, como los resplandores humeantes de un fuego de alegría. Poco a poco las fibras se fundieron en un solo fluido, en una sola incandescencia que levantó la pesada cobertura gris del cielo transformándola en un millón de átomos de un azul tierno. La superficie del mar fue adquiriendo gradualmente transparencia y yació ondulando y despidiendo destellos hasta que las franjas oscuras desaparecieron casi totalmente. El brazo que sostenía la lámpara se alzó todavía más, lentamente, se alzó más y más alto, hasta que una inmensa llama se hizo visible: un arco de fuego ardió en el borde del horizonte, y a su alrededor el mar ya no fue sino una sola extensión de oro. La luz golpeó sucesivamente los árboles del jardín iluminando una tras otra las hojas, que se tornaron transparentes. Un pájaro gorjeó muy alto; hubo una pausa: más abajo, otro pájaro repitió su gorjeo. El sol utilizó las paredes de la casa y se apoyó, como la punta de un abanico, sobre una persiana blanca; el dedo del sol marcó sombras azules en el arbusto junto a la ventana del dormitorio. La persiana se estremeció dulcemente. Pero todo en la casa continuó siendo vago e insustancial. Afuera, los pájaros cantaban sus vacías melodías. (fragmento) 1931

Virginia Woolf - Orlando

"Habiendo interrogado al hombre y al pájaro y a los insectos (porque los peces, cuentan los hombres que para oírlos hablar han vivido años su soledad de verdes cavernas, nunca, nunca lo dicen, y tal vez lo saben por eso mismo), habiendo interrogado a todos ellos sin volvernos más sabios, sino más viejos y más fríos -porque ¿no hemos, acaso, implorado el don de aprisionar en un libro algo tan raro y tan extraño, que uno estuviera listo a jurar que era el sentido de la vida?- fuerza es retroceder y decir directamente al lector que espera, todo trémulo, escuchar qué cosa es la vida: ¡ay! no lo sabemos. " (fragmento)

“Cuando los besos saben a alquitrán, cuando las almohadas son de hielo,
cuando el enfermo aprende a blasfemar,
cuando no salen trenes para el
cielo,
a la hora de maldecir,
a la hora de mentir.
Cuando marca sus
cartas el tahúr
y rompe el músico su partitura
y vuelve Nosferatu al
ataúd
y pasa el camión de la basura,
a la hora de crecer,
a la hora
de perder,
cuando ladran los perros del amanecer.”

__

“En la posada del fracaso,
donde no hay consuelo ni ascensor,
el desamparo y la humedad
comparten colchón
y cuando, por la calle,
pasa la vida, como un huracán,
el hombre del traje gris
saca un sucio calendario del
bolsillo y grita
¿quién me ha robado el mes de abril?
¿pero cómo pudo sucederme a mí?
¿quién me ha robado el mes de abril?
Lo guardaba en el cajón
donde guardo el corazón.”

__

“Cuando agoniza la fiesta
todas encuentran pareja
menos Lola
que se va, sin ser besada,
a dormirse como cada
noche sola
y una lágrima salada
con sabor a mermelada
de ternura
moja el suelo de su alcoba
donde un espejo le roba
la hermosura.
Nadie sabe cómo le queman en la boca
tantos besos que no ha dado,
tiene el corazón tan de par en par y tan oxidado.”

__

“Algunas veces vivo, y otras veces
la vida se me va con lo que escribo,
algunas veces busco un adjetivo
inspirado y posesivo que te arañe el corazón.
luego arrojo mi mensaje,
se lo lleva de equipaje
una botella…, al mar de tu incomprensión.
No quiero hacerte chantaje,
sólo quiero regalarte una canción.”

__

“Desnuda se sentía igual que un pez en el agua,
vestirla era peor que amortajarla,
inocente y perversa como un mundo sin dioses,
alegre y repartida como el pan de los pobres.
No quise retenerla, ¿de qué hubiera servido
deshacer las maletas del olvido?
Pero no sé qué diera por tenerla ahora mismo
mirando por encima de mi hombro lo que escribo.
Le di mis noches y mi pan, mi angustia, mi risa,
a cambio de sus besos y su prisa,
con ella descubrí que hay amores eternos
que duran lo que dura un corto invierno.”

__

“No soporta el dolor, le divierte inventar
que vive lejos, en un raro país,
cuando viaja en sueños lo hace sin mí,
cada vez que se aburre de andar, da un salto mortal.
Cuando el sol fatigado se dedica a manchar
de rosa las macetas de mi balcón
juega conmigo al gato y al ratón,
si le pido “quédate un poco más”, se viste y se va.
Cuanto más le doy ella menos me da
Por eso a veces tengo dudas, ¿no será un tal Judas
el que le enseñó a besar?”