22 julio 2010

“Las Abuelas se merecen el Nobel”

Condenó a terroristas y represores. Pero fue suspendido en España por investigar los crímenes del franquismo. Un diálogo imperdible sobre la justicia más allá de las fronteras.

Andaluz de Jaén. Proveniente de una familia de clase media agrícola, le gusta el fútbol, el flamenco y bailar sevillanas. Hombre de gustos sencillos, en suma, tanto que añora la vida en el campo. El juez español Baltasar Garzón, de él se trata, con su implacable trabajo ha puesto contra las cuerdas a gobernantes, terroristas, mafiosos y represores. Actualmente suspendido en sus funciones por investigar los crímenes del franquismo, ha recibido un conmovedor apoyo popular tanto en España como en otras naciones. En un breve viaje a la Argentina para participar del acto en memoria del las víctimas del ataque terrorista a la sede de la AMIA, este juez modelo dio un reportaje exclusivo a esta revista.

–Usted ha dicho que no está de acuerdo con el término “globalización de la Justicia”, porque remitía más a la economía y esta, a veces, es lo contrario a la justicia...

–El término globalización efectivamente comenzó a utilizarse como sinónimo de las relaciones económicas entre distintos países y la superación de las fronteras. Pero también tiene una connotación negativa: no ser lo suficientemente equitativo ni abierto para que llegue a cualquier país y a cualquier clase social. Pero el término universalización me parece más comprensible de situaciones como la defensa y la lucha por los derechos humanos. La declaración universal de los derechos humanos identificó cuál debe ser el sentido y el alcance de este conjunto de derechos que dignifican al ser humano, por lo tanto la equivalencia exacta no es tanto la de globalización sino la de la universalización sin distinción de lugares, sin importar que el país sea más rico o más pobre.

–Por eso prefiere hablar de una Justicia universal.

–Sí. En el ámbito de los derechos humanos, para mí el término Justicia universal es mucho más comprensivo. En lo que hace a la Justicia, la universalidad debe proclamarse con directa correspondencia con los derechos humanos, en aquellos casos en los que la agresión a la comunidad internacional es de tal calibre que tiene que obtener una respuesta en cualquier parte del mundo sea cual sea el origen de las víctimas.

–Para muchos argentinos sería bueno que usted vuelva a explicar por qué un tribunal de Madrid pudo entender y llevar a buen puerto causas por violaciones a los derechos humanos en este país.

–El 28 de marzo de 1996 la Unión Progresista de Fiscales se presentó ante la Audiencia Nacional. Esa denuncia supuso el inicio de un periplo importantísimo para la Justicia española y para la internacional. Por qué razón la Justicia española en aquel momento decidió abrir causa y posteriormente enjuiciar a uno de los represores (el marino Adolfo Scilingo) hasta el punto que fue condenado y en la actualidad cumple una condena de más de mil años de cárcel en España. La respuesta es sencilla pero compleja, es decir, se trata de crímenes internacionales, de crímenes en los que la nacionalidad de la víctima no es algo fundamental porque la víctima es universal. Todos somos víctimas cuando hay un genocidio en Ruanda, o en Camboya, o en Chile. Ese es el verdadero sentido del principio de Justicia universal y de crímenes internacionales, es decir, tiene que haber una respuesta en cualquier lugar del mundo, si esa respuesta no se produce en el país donde acontecieron los hechos. Esa fue la razón por la que actuó España, fue algo necesario.

–¿Cómo fue su estado de ánimo cuando el pleno de la Audiencia Nacional dio un voto afirmativo a este procedimiento que usted había llevado adelante después escuchar a tantas víctimas?

–Se me erizó la piel. Fue algo impresionante porque fue la culminación de un trabajo que comenzó cuando las Abuelas y Madres de Plaza de Mayo entraron a mi despacho por primera vez. Y ese día volvieron a asomarse a la puerta de mi despacho. Fue algo que se puede considerar como un triunfo de la justicia, de la lógica, de lo que debemos entender por la protección a las víctimas. Se estaba oyendo a quien había concurrido a reclamar justicia. Y se aplicó justicia. Hoy en la Argentina se activó nuevamente la acción judicial, y es un ejemplo para el mundo cómo la Justicia argentina está abordando las causas del pasado en cuanto a estos graves crímenes.

–También usted consideró un ejemplo el trabajo de las Madres, las Abuelas y otros organismos defensores de los derechos humanos.

–La Argentina, que fue ejemplo en un momento histórico de lo que no debía hacerse, fue siempre ejemplo de una lucha denodada por parte de los organismos de derechos humanos. Por el nivel de decisión para asociarse por parte de familiares, madres, abuelas, hijos. Es un ejemplo paradigmático para todo el mundo cuando haya que hacer frente a un fenómeno criminal como el que aconteció aquí en forma masiva entre 1976 y 1983. Por lo tanto, que Abuelas de Plaza de Mayo hayan sido postuladas para el Premio Nobel de la Paz para mí es una necesidad. Pero en cualquier caso ese premio ya lo tienen. Su trabajo en estos treinta años es un ejemplo y es una vía, un camino, por el que muchos nos hemos guiado. Si viene el reconocimiento, bienvenido sea, pero las Abuelas y otras organizaciones están ya por encima de esos reconocimientos.



18 julio 2010

Eduardo Galeano: El peligroso arcoiris

Richard Nixon, prestigioso historiador, lo tenía claro. En 1972, cuando era presidente de los Estados Unidos, dictó a sus colaboradores más cercanos un curso relámpago sobre la decadencia de Grecia y Roma:
–¿Ustedes saben lo que pasó con los griegos? ¡La homosexualidad los destruyó! Seguro. Aristóteles era homo. Todos lo sabemos. Y también Sócrates. ¿Ustedes saben lo que pasó con los romanos? Los últimos seis emperadores eran maricones…

En 1513, unos siglos antes de esta lección magistral, Vasco Núñez de Balboa había arrojado a cincuenta indios a las bocas de los perros que los destriparon, “porque para ser mujeres sólo les faltan tetas y parir”.

En Panamá, como en muchos otros lugares de América, la homosexualidad era libre, hasta que irrumpieron los conquistadores. Aquella noche de 1513, Balboa inauguró en estas tierras el castigo del nefando pecado de la sodomía.

Eran los tiempos de la Santa Inquisición. Tiempos de nunca acabar. En España, la Inquisición duró tres siglos y medio. La herejía de la diversidad, en todas sus formas, fue condenada a suplicio o muerte en varios lugares de Europa y de América. Muchos homosexuales, hombres y mujeres, fueron quemados vivos. La hoguera los redujo a cenizas “para que de ellos no haya memoria”.

Una época superada, se supone. Pero el humo llama.

La sagrada familia

En vez de pedir perdón a sus víctimas, la Iglesia Católica repite las antiguas maldiciones. Recientemente, la Santa Inquisición , que ahora se llama Congregación para la Doctrina de la Fe , lanzó desde el Vaticano una campaña mundial contra el matrimonio de parejas homosexuales, “una grave inmoralidad que contradice el plan de Dios y la ley natural”.

De inmediato, los altos funcionarios de la Iglesia en el mundo hicieron eco a la voz de mando. En el Uruguay, el arzobispo Nicolás Cotugno declaró que la homosexualidad es “una enfermedad contagiosa”, recomendó aislar a sus portadores y comparó el matrimonio homosexual con la unión entre un hombre y un animal.

La Iglesia está preocupada, desde hace ya unos cuantos siglos, por la sexualidad humana. De Papa en Papa, ha ido estableciendo la rígida frontera entre el pecado, que es casi todo, y lo poquito que nos deja de consuelo, porque de algún modo hay que reproducirse. Desde el Sumo Pontífice hasta el último cura de pueblo, no hay sacerdote que no sea experto en sexo. Como todos ellos han hecho voto de castidad, no se sabe cómo pueden entender tanto sobre una actividad que tienen prohibido practicar.

Leyendo esta última condenación del Vaticano, a uno le vienen ganas de preguntar a los sexólogos celestiales: si el matrimonio heterosexual es una “ley natural”, ¿por qué ustedes no se casan? Y si los homosexuales contradicen “el plan de Dios”, ¿por qué Dios los hizo así?

Otro especialista en el Bien y el Mal, el presidente George W. Bush, coincide con el Vaticano en la condenación del casamiento homosexual y se pronuncia contra la adopción de niños por parejas que no constituyan un matrimonio normal, “entre un hombre y una mujer”.

El presidente, que no es católico, hace suya esta cruzada papal. No es la primera vez que Bush y el Papa descubren que son tal para cual. Los dos tienen comunicación directa con el Cielo, por teléfonos diferentes. En algunas ocasiones, como en la reciente guerra de Iraq, reciben órdenes contradictorias. En otras, en cambio, forman un frente común. Han estado, y seguirán estando, unidos en causas tan sagradas como la promoción de la abstinencia sexual entre los jóvenes y la lucha contra los medios anticonceptivos y contra el aborto.

Con su habitual amplitud de criterio, en estos temas Bush no sólo ha coincidido con la teocracia vaticana, sino también con los fundamentalistas islámicos: los puritanos unidos jamás serán vencidos. Y cada vez que tales asuntos se han planteado en las Naciones Unidas, Bush ha votado de común acuerdo con sus enemigos jurados, Irán, Libia, Sudán e incluso Iraq, antes de que ese país recibiera el huracán de misiles que él le envió en nombre de Dios y del petróleo. ?

Y sin embargo, se mueve

La cruz y la espada se están alzando, como en los viejos tiempos. Con toda razón: en estos últimos meses, la homofobia viene sufriendo graves atentados. Por todas partes cunde eso que el Papa llama “conducta desviada” y “legalización del Mal”.

A mediados de este año, la Corte Suprema de los Estados Unidos dicta una sentencia histórica. Es inconstitucional, dice la sentencia, la ley de Texas que castiga la homosexualidad como un crimen. El dictamen implica la nulidad de las leyes semejantes en otros doce estados de esa nación.

Mientras tanto, en New Hampshire, por primera vez en la historia del cristianismo, los fieles y el clero de la Iglesia Episcopal eligen un obispo que es abiertamente gay. Massachusetts está a punto de legalizar los matrimonios homosexuales. En Vermont, ya el Registro Civil reconoce la legitimidad de esas parejas.

En Canadá, desde principios de este año, los homosexuales pueden casarse en Ontario y en Columbia. Ahora hay bodas homosexuales en Bélgica, como ya las había en Dinamarca, Holanda y Suecia.

Diversas variantes de unión legal, más o menos parecidas al matrimonio según el país, rigen en Noruega, Finlandia, Islandia, Francia, Alemania, Hungría, Croacia y en algunas regiones de España. Y en la ciudad de Buenos Aires, por primera vez en la historia latinoamericana, ya se celebra, también, la unión legal entre personas del mismo sexo.

Todas estas “graves inmoralidades”, actos de libertad y de salud mental, no son regalos: son conquistas. Son el resultado de la porfiada lucha de los gays y las lesbianas contra la discriminación y la violencia. Entre todos los placeres que merecen el infierno, el amor homosexual es, todavía, el más ferozmente reprimido. El machismo y la estupidez armada han disfrazado de normalidad esta atrocidad, y la han convertido en costumbre.

En más de setenta países, la ley castiga las relaciones homosexuales. En muchos, con cárcel. En algunos, con flagelación o pena de muerte. En otros, donde la pena de muerte no es legal, los escuadrones parapoliciales y los enfermos de fanatismo cumplen sus ceremonias de purificación: limpian las calles torturando, mutilando y asesinando a quienes, por el solo hecho de existir, constituyen un escándalo público. Los gays y las lesbianas están malditos en la tierra y en el cielo.

Hace cinco años, el primer ministro de Malasia llegó a denunciar que eran una amenaza para la seguridad nacional. En el Más Allá, también tienen cerrada la puerta. Como escuché decir a la madre de una joven lesbiana: “Lo que más me duele es saber que no estaremos juntas en el Paraíso”.

Pero ellos y ellas, los raros, los despreciados, están generando, ahora, algunas de las mejores noticias que nuestro tiempo transmite a la historia. Armados con la bandera del arcoiris, símbolo de la diversidad humana, ellas y ellos están volteando una de las más siniestras herencias del pasado. Los muros de la intolerancia empiezan a caer.

Esta afirmación de dignidad, que nos dignifica a todos, nace del coraje de ser diferentes y del orgullo de serlo.

Como canta Milton Nascimento: Cualquier manera de amor vale la pena, cualquier manera de amor vale amar.

eduardo galeano/página 12/agosto de 2003

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La Argentina se convirtió en el primer país de América Latina en autorizar el matrimonio homosexual, con un histórico voto en el Senado.
15 de julio de 2010

14 julio 2010

Sarah Bianchi, figura del arte titiritero en la Argentina


Una de las principales figuras del teatro argentino, Sarah Bianchi, quien le dio al arte titiritero nuevas dimensiones en el país y exportó su talento al mundo en compañía de Mane Bernardo, falleció a los 88 años.

En los últimos tiempos, Bianchi había recogido una gran cantidad de galardones por su trayectoria. Fue premiada en la Fiesta Nacional del Teatro en 2006. Dos años antes había recibido el premio Trinidad Guevara a la trayectoria. Y logró una mención especial en los Premios Podestá de 2002. También obtuvo el Konex y la "Faja de Honor" de la Sociedad Argentina de Escritores

El vínculo de Bianchi, ya actriz, con los títeres nació a los 20 años, cuando se encontró con Mane Bernardo, luego inseparable compañera, en una muestra de artes plásticas.
"Ella o yo ganamos un premio allí. Teníamos alguna afinidad estética, digamos que éramos bastante modernas para la época, pero yo quería profundizar el óleo y ella me dijo que fuera a su estudio. Ahí me enchufé", contó en una entrevista con Clarín.

Y completó: "Cuando conocí a Mane ella tenía el Teatro La Cortina y yo entré a trabajar, primero como plástica, después en lo actoral. De ahí más vino la antropofagia: los títeres me tragaron. No lo cambiaría por nada."

clarin/06/07/10

12 julio 2010

Homenaje a la Negra Sosa y show de Charly García en la fiesta del 9 de Julio

Con Charly García como abanderado, y después de un sentido homenaje a Mercedes Sosa, del que participaron desde Luciano Pereyra hasta Teresa Parodi, la fiesta del 9 de Julio tuvo un cierre a pura música ayer en Tucumán. Otra vez se trató de una celebración intensa, popular y masiva, que según los organizadores reunió, a lo largo de todo el día, a unas 50 mil personas.

Al mediodía, bajo un sol radiante, la Argentina voladora de Fuerzabruta –ya un clásico de las grandes fiestas nacionales– dio inicio al desfile de la Independencia. El centro de la ciudad, a esa altura, ya estaba colmado de gente e impregnado con el mismo espíritu festivo que dominó a la fiesta del Bicentenario.

Después de Fuerzabruta, pasaron las banderas históricas de los diferentes regimientos del Ejército Argentino y también los integrantes de sus tropas vestidos con trajes de época. Siguieron las delegaciones y carrozas del gobierno provincial y de los municipios. Cada uno de ellos mostró el trabajo, la historia, el cariño y el amor que sienten por su tierra. Con diferentes alegorías, se pudieron ver desde las luchas obreras en los ingenios tucumanos hasta las tradiciones precolombinas muy arraigadas en la provincia, pasando por mitos e historias populares.

Un momento emotivo fue el paso de los ex combatientes de Malvinas de todo el país junto a sus hijos y nietos.

Más tarde –después de un nuevo desfile de la bandera nacional más larga de todas–, en la plaza Independencia, se realizó el concierto en homenaje a Mercedes Sosa y a las mujeres argentinas con un video mapping proyectado sobre la fachada de la casa de gobierno provincial. Finalmente fue el turno de la música, que arrancó a puro folclore con la vuelta a los escenarios de Luciano Pereyra. Continuó con Teresa Parodi, Víctor Heredia y Liliana Herrero, entre otros. Y cerró con un Charly García único.

09 julio 2010

Sabina y sus grandes aliados

Benjamín Prado y Pancho Varona hablan de su amistad con Joaquín Sabina.
La historia de Joaquín Ramón Martínez Sabina está llena de amigos. El cantante y compositor español ha dejado registrado su talento para crear clásicos durante poco más de 30 años de carrera, pero siempre ha reconocido que la colaboración ajena ha sido decisiva en la manufactura final de sus discos.

En el más reciente, 'Vinagre y Rosas', con el que regresa con éxito a las listas de ventas y que lo trae de vuelta a México, resaltan los nombres de Benjamín Prado y Pancho Varona como aliados fundamentales.

A unos días de que el 'Flaco' ibérico inicie una amplia gira de 13 conciertos por el país, con una serie de seis shows en el Auditorio Nacional, a partir del martes 13, ambos compartieron con CIRCO, por correo electrónico, algunas de sus experiencias en la gestación de este álbum y, en el caso de Varona, su larga relación de 28 años con Joaquín.

PRADO, EL INSTIGADOR
A finales de 2008, Sabina ya quería hacer un disco nuevo, pero se dio cuenta de que la felicidad que rodeaba su vida personal no lo inspiraba. Entonces, su amigo, el poeta y escritor Benjamín Prado, le contó que atravesaba una tormenta de desamor y, con ese pretexto, los dos se fueron a Praga a convertir en canciones ese dolor.

Ya con el disco en la calle, y con altas ventas en España y Latinoamérica, Prado –quien incluso escribió el libro 'Romper una Canción' sobre aquel viaje– respondió desde Cádiz.

¿Acompañarás a Joaquín a México?
No, ése ya no es mi trabajo. Mi trabajo en realidad es sentarme a ver la televisión y que Joaquín vaya a ganar dinero para mí cantando nuestras canciones.

¿Con el éxito del disco has olvidado ya el desamor que lo originó?
Digamos que mi ex ha hecho un mal negocio y yo el mejor de mi vida: me libré de ella, me deprimí para que los poemas viniesen a llenar los agujeros, me busqué el mejor socio para que esos pequeños poemas se transformaran en canciones grandes y ahora he encontrado al amor de mi vida, y estoy tan contento que creo que voy a tener que llevarme a Joaquín a Viena para que me ayude a escribir algunos poemas deprimentes.

¿Cómo ha recibido el público las nuevas canciones?
Bien, la gente siempre es lo mejor y son los dueños. Nosotros sólo somos sus empleados.

¿Han escrito nuevos temas recientemente?
No, ni siquiera nos hemos visto mucho últimamente. Así que aprovecho para enviarle un saludo a través de esta entrevista, la cual espero que se la dejen leer.

PANCHO, EL 'ANDAMIO'
Francisco Varona conoció a Joaquín en 1982 y, desde entonces, no han dejado de hacer canciones (ya llevan 100) o tocar juntos. Pancho revisa, desde Madrid, su hermandad con el originario de Jaén.

Esta gira es cercana a los shows que diste con Antonio García de Diego en el DF. ¿Esto le añade singularidad al regreso que tendrás?
Claro. Nos hemos sentido maravillosamente bien tratados como artistas en México, y cada vez que nos toca volver la alegría es más grande. Otra singularidad es la capacidad de convocatoria de Joaquín: seis Auditorios Nacionales frente a nuestros dos maravillosos y humildes Lunarios.

¿Qué músicos vienen en la gira?
Por orden de antigu¨edad en la banda: Pancho Varona (bajo, guitarra y coros), Antonio García de Diego (guitarras, teclados, coros), Pedro Barceló (batería), Jaime Asúa (guitarra y coros), Mara Barros (coros y percusiones) y Josemi Sagaste (sax, teclados, acordeón).

¿Qué te genera escuchar el disco?
Comenzó a gestarse, más que a grabarse, en noviembre de 2008. La grabación comenzó en junio de 2009, aunque ahora puedo decir que me encantaría cambiarlo todo (risas). Prácticamente no he vuelto a escucharlo, y no porque no me guste, sino que simplemente trato de descansar de un trabajo que te supone escuchar miles de veces las mismas canciones durante un año completo de tu vida.

¿Lo hecho con Benjamín Prado se distingue mucho de lo previo?
Hay un nuevo aire en las canciones, pero, al mismo tiempo, son más 'sabineras' que nunca.

Es bien conocida la frase de Joaquín: "Es mi andamio, mi todo", para referirse a ti. ¿Con qué palabras le devuelves la pelota?
Joaquín puso en su boca lo que yo siento cuando dijo eso. Tiene la gran virtud de saber decir las cosas de una forma en la que todos quisiéramos saber desenvolvernos. Ése es el gran Joaquín. Por eso la gente lo admira tanto, es el mejor portavoz que tiene la música en español. Pues sí, es mi andamio y mi todo. Sin él yo sería ahora mismo un triste funcionario del Estado encerrado en una oficina ocho horas diarias y, en cambio, estoy a punto de viajar a México para interpretar 'nuestras' canciones.

En 1982 tocaste con Joaquín por primera vez y hace 25 años se armó Viceversa. ¿Qué te dicen esas fechas?
Empecé con Joaquín hace casi 28 años? Y cada vez más felices. La etapa de Viceversa fue una etapa callejera, divertida, y lo pasamos maravillosamente bien. Joaquín quería a toda costa tener un grupo y lo consiguió. Ahí empezó todo, con Viceversa. Estas fechas me dicen que somos más mayores, pero más felices y más sabios que en el principio. Pero en esa época éramos jóvenes y ¡eso es impagable!


04 julio 2010

Sabina, en casa

Con la emoción de actuar en su Úbeda natal —por última vez— y con la agradable sensación de lo vivido en lo que lleva de gira, Joaquín Sabina se quita el bombín ante un público que le hace sentir, de nuevo, sobre los escenarios.

—Vuelve a su tierra para actuar mañana y lo hará después del partido entre España y Paraguay.
—Es verdad, los dos últimos partidos han coincidido con conciertos. Si gana la Selección Española contaremos con la euforia de la gente, y si pierde pues los consolaremos como podamos.
—¿Está siguiendo el Mundial?
—Es imposible no seguirlo. No hay radio que puedas oír, periódico que puedas abrir, o televisión que puedas encender y que no salga.
—¿A lo mejor algún día escribe una canción sobre este encuentro de fútbol internacional?
—No creo que el fútbol merezca una canción. Sigo los partidos, me gusta la selección y me divierte, pero me parece que ocupa en la vida de la gente un espacio bastante desmesurado.
—¿Para qué debería haber espacio en la vida de las personas?
—Yo, que ya creo en pocas revoluciones, sigo creyendo en la revolución de la ilustración, en que la cultura es lo que hace que uno esté menos solo. Y pienso que ese lado de la educación del ciudadano está muy abandonado.
—¿Cómo vive los directos de sus canciones después de un largo paréntesis sin pisar los escenarios?
—Bueno, llevamos más de sesenta conciertos en doce países. Es una experiencia muy enriquecedora y bastante inesperada, ya que esperaba una gira más tranquila. Y como hay una carga de tensión (ya que dije que nos despedíamos de los escenarios) se ha originado una explosión de complicidad, de calor de la gente, que nos ha calentado mucho el corazón.
—¿No se esperaba esa respuesta del público?
—No tanto. Uno va sacando discos y haciendo giras, y entras dentro de una rueda de la que crees que ya lo sabes todo. No esperaba que a los 61 tacos y con un disco bastante tristón hubiera este tipo de explosión en el público, fundamentalmente en Latinoamérica.
—¿Y qué tal la vuelta a España?
—Bueno, estuve en Las Ventas que es un clásico para mí y lo pasé muy bien. Y ahora voy a Úbeda, adonde no actúo todos los años. Además, no es cualquier lugar para mí, pues me trae tantísimas cosas que están ahí, en el baúl. No es un concierto normal, sino que está más cargado de emociones.
—¿Qué cosas sacará de ese baúl?
—En Úbeda está toda mi infancia con lo negativo y lo positivo. Ahí están las raíces absolutas de lo que soy, para bien y para mal. Entonces es un lugar muy emocionante para mí. Últimamente no voy porque mis padres ya no viven allí y no hay nadie directamente de mi familia. Además, es un lugar en el que, como me conoce cualquiera, me costaría pasear por allí. Pero es muy emocionante dar un concierto y tener enfrente a mis paisanos.
—Dice que esta es su última gira, pero ¿volverá a sacar otro disco?
—Como nos está gustando la gira, tocamos casi todos los días y uno no puede irse a disparatar por los bares —porque hay que cuidarse—, pues escribo una serie de canciones nuevas que me gustan mucho ya que han nacido en la carretera, en los aeropuertos, en los cuartos de hotel..., que es como a mí me gustaba escribir antes. Será un disco de carretera, que siempre tiene ese vértigo rockanrolero.
—¿Qué piensa de las críticas sobre su último álbum?
—¡Oye! El trabajo de los críticos es opinar sobre mí. El mío, no.
—¿Qué le gusta más: Joaquín poeta o Joaquín cantante?
—El que yo quería ser es el poeta, pero el que más me ha hecho disfrutar y el que más satisfacciones me ha dado es el cantante.
—¿Cree que esto puede dar un giro en algún momento?
—Bueno, sé que no dejaré nunca de escribir, pero supongo que alguna vez dejaré de cantar. Cuando pasan dos años sin subirme al escenario, no lo echo de menos. Me gusta el momento del escenario y cantar a la gente, pero todo lo que hay alrededor no me gusta nada. Prefiero estar en casa tranquilo y ser anónimo. En cuanto a mi relación con el público me siento realmente muy amortizado. Nunca esperé a estar cantando y a sacar discos, ni viajar por Latinoamérica. Todo eso es un regalo que los dioses paganos me dieron y que yo ni anhelé ni busqué. En ese sentido estoy tranquilo.
—¿Cree que aprovechó ese regalo?
—Creo que sí. A lo mejor no tanto como debiera y, en realidad me dedicara más a disfrutar de la vida que a devolverle al público tanto como me estaba dando. Pero tampoco me arrepiento de eso.
—¿Se paró a pensar que ha sido el icono de varias generaciones?
—Por eso no me paro a pensar. Porque no me gusta pensar tonterías.
—¿Cree que es una tontería ser el referente de mucha gente?
—No lo sé, es un traje que me viene muy grande. No me encuentro cómodo en él.
—En cualquier caso, su público le estima.
—Sí, pero uno no debe bañarse en esas aguas, no debe mirarse demasiado al espejo, porque yo me conozco y te aseguro que no me siento un icono de nada.


diario jaén/diana sánchez

Julio Cortázar - Rayuela Cap. 7


Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mi para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja...

...Me miras, de cerca me miras, cada vez mas de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez mas de cerca y los ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, Jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mi como una luna en el agua. (fragmento)



Alejandra Pizarnik - Piedra Fundamental

No puedo hablar con mi voz sino con mis voces.

Sus ojos eran la entrada del templo, para mí, que soy errante, que amo y muero. Y hubiese cantado hasta hacerme una con la noche, hasta deshacerme desnuda en la entrada del tiempo.

Un canto que atravieso como un túnel.

Presencias inquietantes, gestos de figuras que se aparecen vivientes por obra de un lenguaje activo que las alude, signos que insinúan terrores insolubles.

Una vibración de los cimientos, un trepidar de los fundamentos, drenan y barrenan, y he sabido dónde se aposenta aquello tan otro que es yo, que espera que me calle para tomar posesión de mí y drenar y barrenar los cimientos, los fundamentos, aquello que me es adverso desde mí, conspira, toma posesión de mi terreno baldío, no, he de hacer algo, no, no he de hacer nada, algo en mí no se abandona a la cascada de cenizas que me arrasa dentro de mí con ella que es yo, conmigo que soy ella y que soy yo, indeciblemente distinta de ella.

En el silencio mismo (no en el mismo silencio) tragar noche, una noche inmensa inmersa en el sigilo de los pasos perdidos.

No puedo hablar para nada decir. Por eso nos perdemos, yo y el poema, en la tentativa inútil de transcribir relaciones ardientes.

¿A dónde la conduce esta escritura? A lo negro, a lo estéril, a lo fragmentado.

Las muñecas desventradas por mis antiguas manos de muñeca, la desilusión al encontrar pura estopa (pura estepa tu memoria): el padre, que tuvo que ser Tiresias, flota en el río. Pero tú, ¿por qué te dejaste asesinar escuchando cuentos de álamos nevados?

Yo quería que mis dedos de muñeca penetraran en las teclas. Yo no quería rozar, como una araña, el teclado. Yo quería hundirme, clavarme, fijarme, petrificarme. Yo quería entrar en el teclado para entrar adentro de la música para tener una patria. Pero la música se movía, se apresuraba. Sólo cuando un refrán reincidía, alentaba en mí la esperanza de que se estableciera algo parecido a una estación de trenes, quiero decir: un punto de partida firme y seguro; un lugar desde el cual partir, desde el lugar, hacia el lugar, en unión y fusión con el lugar. Pero el refrán era demasiado breve, de modo que yo no podía fundar una estación pues no contaba más que con un tren algo salido de los rieles que se contorsionaba y se distorsionaba. Entonces abandoné la música y sus traiciones porque la música estaba más arriba o más abajo, pero no en el centro, en el lugar de la fusión y del encuentro. (Tú que fuiste mi única patria ¿en dónde buscarte? Tal vez en este poema que voy escribiendo.)

Una noche en el circo recobré un lenguaje perdido en el momento que los jinetes con antorchas en la mano galopaban en ronda feroz sobre corceles negros. Ni en mis sueños de dicha existirá un coro de ángeles que suministre algo semejante a los sonidos calientes para mi corazón de los cascos contra las arenas. (Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas.)

(Es un hombre o una piedra o un árbol el que va a comenzar el canto...)

Y era un estremecimiento suavemente trepidante (lo digo para aleccionar a la que extravió en mí su musicalidad y trepida con más disonancia que un caballo azuzado por una antorcha en las arenas de un país extranjero).

Estaba abrazada al suelo, diciendo un nombre. Creí que me había muerto y que la muerte era decir un nombre sin cesar.

No es esto, tal vez, lo que quiero decir. Este decir y decirse no es grato. No puedo hablar con mi voz sino con mis voces. También este poema es posible que sea una trampa, un escenario más.

Cuando el barco alternó su ritmo y vaciló en el agua violenta, me erguí como la amazona que domina solamente con sus ojos azules al caballo que se encabrita (¿o fue con sus ojos azules?). El agua verde en mi cara, he de beber de ti hasta que la noche se abra. Nadie puede salvarme pues soy invisible aun para mí que me llamo con tu voz. ¿En dónde estoy? Estoy en un jardín.

Hay un jardín.


Las olas - Virginia Woolf

El sol no había nacido todavía. Hubiera sido imposible distinguir el mar del cielo, excepto por los mil pliegues ligeros de las ondas que le hacían semejarse a una tela arrugada. Poco a poco, a medida que una palidez se extendía por el cielo, una franja sombría separó en el horizonte al cielo del mar, y la inmensa tela gris se rayó con grandes líneas que se movían debajo de su superficie, siguiéndose una a otra persiguiéndose en un ritmo sin fin. Al aproximarse a la orilla, cada una de ellas adquiría forma, se hinchaba y se rompía arrojando sobre la arena un delgado velo de blanca espuma. La ola se detenía para alzarse enseguida nuevamente, suspirando como una criatura dormida cuya respiración va y viene inconscientemente. Poco a poco, la franja oscura del horizonte se aclaró: se hubiera dicho un sedimento depositado en el fondo de una vieja botella, dejando al cristal su transparencia verde. En el fondo, el cielo también se hizo translúcido, cual si el sedimento blanco se hubiera desprendido lo cual si el brazo de una mujer tendida debajo del horizonte hubiera alzado una lámpara, y bandas blancas, amarillas y verdes se alargaron sobre el cielo, igual que las varillas de un abanico. Enseguida la mujer alzó más alto su lámpara y el aire pareció dividirse en fibras, desprenderse de la verde superficie en una palpitación ardiente de fibras amarillas y rojas, como los resplandores humeantes de un fuego de alegría. Poco a poco las fibras se fundieron en un solo fluido, en una sola incandescencia que levantó la pesada cobertura gris del cielo transformándola en un millón de átomos de un azul tierno. La superficie del mar fue adquiriendo gradualmente transparencia y yació ondulando y despidiendo destellos hasta que las franjas oscuras desaparecieron casi totalmente. El brazo que sostenía la lámpara se alzó todavía más, lentamente, se alzó más y más alto, hasta que una inmensa llama se hizo visible: un arco de fuego ardió en el borde del horizonte, y a su alrededor el mar ya no fue sino una sola extensión de oro. La luz golpeó sucesivamente los árboles del jardín iluminando una tras otra las hojas, que se tornaron transparentes. Un pájaro gorjeó muy alto; hubo una pausa: más abajo, otro pájaro repitió su gorjeo. El sol utilizó las paredes de la casa y se apoyó, como la punta de un abanico, sobre una persiana blanca; el dedo del sol marcó sombras azules en el arbusto junto a la ventana del dormitorio. La persiana se estremeció dulcemente. Pero todo en la casa continuó siendo vago e insustancial. Afuera, los pájaros cantaban sus vacías melodías. (fragmento) 1931

Virginia Woolf - Orlando

"Habiendo interrogado al hombre y al pájaro y a los insectos (porque los peces, cuentan los hombres que para oírlos hablar han vivido años su soledad de verdes cavernas, nunca, nunca lo dicen, y tal vez lo saben por eso mismo), habiendo interrogado a todos ellos sin volvernos más sabios, sino más viejos y más fríos -porque ¿no hemos, acaso, implorado el don de aprisionar en un libro algo tan raro y tan extraño, que uno estuviera listo a jurar que era el sentido de la vida?- fuerza es retroceder y decir directamente al lector que espera, todo trémulo, escuchar qué cosa es la vida: ¡ay! no lo sabemos. " (fragmento)

“Cuando los besos saben a alquitrán, cuando las almohadas son de hielo,
cuando el enfermo aprende a blasfemar,
cuando no salen trenes para el
cielo,
a la hora de maldecir,
a la hora de mentir.
Cuando marca sus
cartas el tahúr
y rompe el músico su partitura
y vuelve Nosferatu al
ataúd
y pasa el camión de la basura,
a la hora de crecer,
a la hora
de perder,
cuando ladran los perros del amanecer.”

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“En la posada del fracaso,
donde no hay consuelo ni ascensor,
el desamparo y la humedad
comparten colchón
y cuando, por la calle,
pasa la vida, como un huracán,
el hombre del traje gris
saca un sucio calendario del
bolsillo y grita
¿quién me ha robado el mes de abril?
¿pero cómo pudo sucederme a mí?
¿quién me ha robado el mes de abril?
Lo guardaba en el cajón
donde guardo el corazón.”

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“Cuando agoniza la fiesta
todas encuentran pareja
menos Lola
que se va, sin ser besada,
a dormirse como cada
noche sola
y una lágrima salada
con sabor a mermelada
de ternura
moja el suelo de su alcoba
donde un espejo le roba
la hermosura.
Nadie sabe cómo le queman en la boca
tantos besos que no ha dado,
tiene el corazón tan de par en par y tan oxidado.”

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“Algunas veces vivo, y otras veces
la vida se me va con lo que escribo,
algunas veces busco un adjetivo
inspirado y posesivo que te arañe el corazón.
luego arrojo mi mensaje,
se lo lleva de equipaje
una botella…, al mar de tu incomprensión.
No quiero hacerte chantaje,
sólo quiero regalarte una canción.”

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“Desnuda se sentía igual que un pez en el agua,
vestirla era peor que amortajarla,
inocente y perversa como un mundo sin dioses,
alegre y repartida como el pan de los pobres.
No quise retenerla, ¿de qué hubiera servido
deshacer las maletas del olvido?
Pero no sé qué diera por tenerla ahora mismo
mirando por encima de mi hombro lo que escribo.
Le di mis noches y mi pan, mi angustia, mi risa,
a cambio de sus besos y su prisa,
con ella descubrí que hay amores eternos
que duran lo que dura un corto invierno.”

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“No soporta el dolor, le divierte inventar
que vive lejos, en un raro país,
cuando viaja en sueños lo hace sin mí,
cada vez que se aburre de andar, da un salto mortal.
Cuando el sol fatigado se dedica a manchar
de rosa las macetas de mi balcón
juega conmigo al gato y al ratón,
si le pido “quédate un poco más”, se viste y se va.
Cuanto más le doy ella menos me da
Por eso a veces tengo dudas, ¿no será un tal Judas
el que le enseñó a besar?”