30 junio 2011

Eduardo Sanguinetti

Poeta y pensador genovés, su activismo comenzó con la formación de las vanguardias literarias de los primeros años sesenta, de la que fue el mayor teórico junto a Angelo Guglielmi. Como jefe de filas de la Neovanguardia poética, participó en la antología I nouvissimi, de 1961, y luego se constituyó en alma del Grupo 63, reunido en Palermo y que suscitó entusiasmos y larga controversia.

Sanguinetti trató de romper el lenguaje cotidiano para denunciar el caos y el "pútrido pantano" de la sociedad de consumo. Como poeta, ensayó el lenguaje automático, los juegos de palabras (su poema más famoso se tituló Laborintus), la bulimia de conceptos e imágenes, y con el tiempo elaboró un sistema satírico influido por el pensamiento marxista y el psicoanálisis.
Como narrador, dramaturgo y ensayista, se ocupó de muchas cosas. Escribió libretos para el músico Luciano Berio; releyó a Dante desde el marxismo (Realismo sobre Dante, Dante reaccionario), fue antólogo de la poesía italiana del siglo XX, visitó el mito de Fausto y buceó en su propia perturbación psíquica en la novela Capricho italiano (1963) para explicar el agotamiento del capitalismo.
Formado en la Turín de la Fiat y de Italo Calvino, se autodefinía como "el poeta más patético del siglo XX". Escribió poemas hasta 2004, y aunque dejó la universidad en 2000 siguió escribiendo y militando en la izquierda radical.
Quienes le conocieron lo definieron como un histrión agudo, muy docto y muy capaz de pellizcar al lector-espectador. "Tranquilo, cómico, burlón, provocador, ecléctico, irónico, pirotécnico y elegante", escribe La Repubblica, recordando el comentario de Inge Feltrinelli sobre el contraste vivido en una fiesta nocturna en su villa, cuando el poeta genovés, bien vestido y con corbata, paseaba con su mujer y sus hijos, mientras el poeta beat Allen Ginsberg salía desnudo de la piscina.
Fue célebre un intercambio de golpes verbales entre Sanguineti y Silvio Berlusconi en 2003, y quizá por eso su último artículo, titulado Homo ridens, publicado hoy en Il Corriere della Sera, terminaba así: "Todo seductor sabe que para conquistar al objeto viviente del deseo se trata, dosificando bien los movimientos, la situaciones, las dosis, de llevarlo a la risa o al llanto. Quien se guarda del político que, como una hiena temible, va por ahí bromeando, se acerca, por eso mismo, al largo camino de la libertad".
Fallece el 18 de mayo de 2010 en la capital de Liguria.
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"Toda mi obra poética es una escritura contra el olvido"

El escritor italiano habla en España sobre su obra literaria

El poeta, ensayista y profesor universitario italiano Eduardo Sanguinetti, que se encuentra en España, ofreció anteayer en la universidad de Valencia una conferencia sobre el movimiento poético de los Novissimi y el contexto social y literario italiano en que apareció su primera obra poética y ayer habló a los estudiantes de la Universidad Complutense, en Madrid. Sanguinetti, cuyos poemas completos fueron recopilados en un único volumen en 1982, afirma que sus diferentes libros constituyen en realidad una única obra que se va creando a través del tiempo y que no se debe corregir. "Escribo poesía contra el olvido", afirma.

Pregunta. Esa visión que usted tiene de la obra única, ¿cree que se ha dado de forma inconsciente a lo largo de la historia de la literatura?

Respuesta. Hay una frase de Goethe que dice: "Los escritores modernos nunca escriben sus obras completas". Y Goethe deducía esto de la práctica editorial: se refería a las grandes obras, todo Voltaire, todo Rousseau. Nace entonces una modificación en los escritores, en el modo en que se organiza el trabajo literario. Después de Goethe hay ya como una planificación de la obra literaria y el deseo en todos los escritores de una obra fundamental, continua, que abarqué en cierto modo la suma de la propia vida. Se puede escribir otras obras, pero existe la necesidad de esta obra capital que es como la espina dorsal, y también el resto se organiza en relación con esto.

P. Dice usted que corrige en muy pocas ocasiones los poemas ya publicados.

R. No los corrijo después de la publicación. Cuando reimprimo un libro de poesía no intervengo, y pienso como labor de corrección en la nueva escritura, escribir otras cosas, porque es un trabajo continuo. Como en la vida, no puedo corregir lo que era a los 18 años. Puedo corregirlo pero haciendo otras cosas, si bien tiene un significado muy diferente porque lo reinterpreto. Es lo que hacemos todos en la realidad. Hacer que desaparezcan ciertas cosas, pero son ineliminables, incorregibles, salvo que se las utilice como material para otras cosas diferentes. Es como las experiencias que aparecían dotadas de un primer sentido y luego de esta forma toman otro muy diferente.

P. Al igual que quisiéramos olvidar a veces hechos de nuestra vida, ¿no le ocurre que siente la tentación de eliminar parte de esa obra?

R. No, porque la obra cuando está hecha ya no me pertenece. No digo que esto valga para todos los escritores, pero en mi caso tengo poca memoria, poca memoria subjetiva, digamos, soy distraído, sustancialmente. La poesía es un modo de registrar las cosas que encuentro significativas. No como diario; yo puedo también utilizar en primera persona el diario, pero de otra forma. En la poesía se trata de escribir como lucha contra el olvido. Escribo poesía contra el olvido.

P. ¿Podría volver sobre la idea que usted expresa de hacer un texto que resista cualquier interpretación teatral, lo que guarda relación con la función de la puntuación?

R. Sí. Se trata de que en la puntuación se busca establecer determinadas normas que contengan las posibilidades de interpretación. Pero no existe un sistema de notación tan preciso como para poder decir, por ejemplo, la duración y la velocidad de lectura, las pausas, el tono. Es importante para un escritor poder escribir algo, por así decir, privado de tono. El tono no tiene importancia. Algo que pueda ser dicho seriamente o irónicamente, llorando o riendo, con frialdad o con pasión, el texto fuera del tono, un texto sin psicología. En el momento actual, lo que intento hacer es una poesía cómica. Pero esta poesía cómica no debe hacer reír, no pretende hacer reír. Debe crear una situación de risa loca. Porque estas poesías cómicas quieren ser poesías trágicas. Escribir algo cómico que resuelva un problema no resuelto, como es lo trágico hoy. Para conseguir un texto trágico se puede llegar a él a través de una escritura cómica. Pero una escritura cómica que no hace reír en el sentido rabelesiano de la palabra, sino que provoca una risa loca.

manuel muñoz/entrevista 11-05-1984/valencia

22 junio 2011

Las alas del deseo/Peter Handke

Cuando el niño era niño
andaba con los brazos colgando,
quería que el arroyo fuera un río,
que el río fuera un torrente
y que este charco fuera el mar.
Cuando el niño era niño
no sabía que era niño
para él todo estaba animado,
y todas las almas eran una.
Cuando el niño era niño
no tenía opinión sobre nada,
no tenía ninguna costumbre
se sentaba en cuclillas,
tenía un remolino en el cabello
y no ponía caras cuando lo fotografiaban.

Cuando el niño era niño
era el tiempo de preguntas como:
¿Por qué estoy aquí?
¿Por qué no allí?
¿Cuando empezó el tiempo y dónde termina el espacio?
¿Acaso la vida bajo el sol no es sólo un sueño?
Lo que veo oigo y huelo,
¿no es sólo la apariencia de un mundo ante el mundo?
¿Existe de verdad el mal
y gente que en verdad son los malos?
¿Cómo puede ser que yo, el que yo soy,
no fuera antes de devenir; y que un día yo,
el que yo soy, no seré más ese que soy?

Cuando el niño era niño
no podía pasar las espinacas, los porotos,
el arroz con leche y el coliflor saltado.
Ahora se lo come todo
y no porque lo obliguen.
Cuando el niño era niño
despertó una vez en una cama extraña
y ahora, una y otra vez.
Muchas personas le parecían bellas,
y ahora sólo con suerte.
Imaginaba claramente un paraíso
y ahora apenas puede intuírlo.
Nada podía pensar de la nada,
y ahora esta idea lo estremece.

Cuando el niño era niño
jugaba con entusiasmo,
y ahora se mete en sus cosas como antes
sólo cuando esas cosas son su trabajo.

Cuando el niño era niño
las manzanas y el pan le bastaban de alimento,
y todavía es así.
Cuando el niño era niño,
las bayas le caían en la mano
sólo como caen las bayas,
y ahora todavía.
Las nueces frescas le ponían áspera la lengua,
y ahora todavía.
Encima de cada montaña
tenía el anhelo de una montaña más alta
y en cada ciudad
el anhelo de una ciudad más grande,
y siempre es así todavía.
En la copa del árbol
tiraba de las cerezas con igual deleite
como hoy todavía.
Se asustaba de los extraños
y todavía se asusta;
esperaba las primeras nieves,
y todavía las espera.

Cuando el niño era niño,
lanzó un palo como una lanza contra un árbol,
y hoy vibra ahí todavía.

20 junio 2011

Las Madres siguen caminando, el Pueblo ya no está en silencio como en aquellos años, el Pañuelo no se mancha

La conozco desde su fuerza, pero también desde su fragilidad. Es clara y firme. Dulce y enérgica. La vi caminar en todos estos años con su pasión y su lucha. Con su convicción y sus sueños.

La vi soportar y pelear y esperar y empujar y gritar y ayudar y volver a empezar sin pensar en sí misma, sino en los demás, los otros, los compañeros, las compañeras, nosotros, todos, los hijos y los hijos de los hijos.

La vi entregar su corazón sin dobleces. Su mano sin miedo. Su solidaridad con alegría.

La vi construir día tras día sin detenerse, sin preguntarse, sin olvidar ni claudicar.

Se parece a tu madre y a la mía. Su honestidad es única y brutal. Su ética un emblema. Su rebeldía, eterna e intransferible.

Su voz es llama y pájaro. Su puño en pie de guerra, pero guerra de amor que no se rinde y se derrama y multiplica y nos acuna a todos.

¿Quién puede tener el coraje de no respetarla después de lo que, simple y necesaria, le ha entregado a la historia?

¿Quién puede atreverse a ignorar su entereza ante la barbarie del genocidio que nos llenó de sombras?

¿Quién puede olvidar su pañuelo intacto y su marcha sin tregua por la verdad y la memoria?

No imagino esta Patria que ahora nos crece en las manos sin su luz alumbrando como una clara antorcha.

Ella y las otras, nuestras Madres gloriosas, infinitas, hermosas en su dolor y su pura e interminable ternura.

Mírenlas venir, mírenlas seguir más pausadas, más lentas, más pequeñas, más hondas, pero siempre más nuestras, pero siempre más únicas.

Nunca un paso atrás. Madres luminosas.

Nunca un paso atrás. No se mancha su gloria.


Teresa Parodi
Publicado el 14 de junio de 2011 en Página/12

14 junio 2011

Jorge Luis Borges

Dicen que soy un gran escritor. Agradezco esa curiosa opinión, pero no la comparto. El día de mañana, algunos lúcidos la refutarán fácilmente y me tildarán de impostor o chapucero o de ambas cosas a la vez.

Jorge Luis Borges
24 de agosto de 1899 – 14 de junio de 1986

13 junio 2011

Día del Escritor/13 de junio

Leopoldo Lugones

Córdoba, Argentina, 13 de junio de 1874-Buenos Aires, Argentina, 18 de febrero de 1938

01 junio 2011

El Amante Después De Todo/Leonard Cohen


Mueres exactamente en esa actitud de burla, inmundo parásito de la vacía ordalía.
Mueres exactamente con ese aspecto, en toda tu diarreica posesión de tu elevado rango.
Tu cieno bajo el sol, agente de la podredumbre en mi gran corazón marinero. Eres tú.
Es tu miserable juicio de mi asunto amoroso.
Una blanca mariposa parpadea como el final de una película doméstica, y me da palabras, y con ella puedo construir un mundo en el que tú puedas menearte, un mundo grande, complejo y verdadero, en el que resultó ser el amante después de todo, y tú resultas ser
tan sólo estúpida, pero perdonada en un granizo de semillas.
¿Cómo puedo ponerte a dormir? ¿Qué piedra tallada, qué inscripción podrían mantenerte yacente? Me destestas porque carezco de temple. Sobre tu fatiga alzamos el emblema de la victoria. lnhalamos profundamente la fragancia de tu rendición. Es exactamente mediodía. Yo soy la falsa voz del armisticio. ¿Quién espera tras tus ojos idiotas el golpe final?

EL AMANTE DESPUÉS DE TODO

Aunque eres capaz de ser más astuta que yo, no pienso volver a ti. Aunque la pureza de tu amor se vea reafirmada por el unánime temblor de todas y cada una de las plumas de las huestes celestiales, no tengo intención de volver al hacha de tu amor. Oh triunfante hombre
esposo y rey del lazo de los caballos sin corral, no pienso volver a ti, aunque me retuerza entre tus brazos y rinda ante tu voluntad la esencia total de mi polvorienta cáscara aquí en este capturado salón del sudor, jamás pienso regresar, juro por la desgarrada cortina de mi virginidad y el silencio espeso como la sangre entre las palabras sin puentes, que te mentiré por toda la eternidad; y que jamás seré de nuevo el receptáculo de tu necesidad.

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Leonard Cohen, justísimo ganador del Premio Príncipe de Asturias de las Letras.

Julio Cortázar - Rayuela Cap. 7


Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mi para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja...

...Me miras, de cerca me miras, cada vez mas de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez mas de cerca y los ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, Jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mi como una luna en el agua. (fragmento)



Alejandra Pizarnik - Piedra Fundamental

No puedo hablar con mi voz sino con mis voces.

Sus ojos eran la entrada del templo, para mí, que soy errante, que amo y muero. Y hubiese cantado hasta hacerme una con la noche, hasta deshacerme desnuda en la entrada del tiempo.

Un canto que atravieso como un túnel.

Presencias inquietantes, gestos de figuras que se aparecen vivientes por obra de un lenguaje activo que las alude, signos que insinúan terrores insolubles.

Una vibración de los cimientos, un trepidar de los fundamentos, drenan y barrenan, y he sabido dónde se aposenta aquello tan otro que es yo, que espera que me calle para tomar posesión de mí y drenar y barrenar los cimientos, los fundamentos, aquello que me es adverso desde mí, conspira, toma posesión de mi terreno baldío, no, he de hacer algo, no, no he de hacer nada, algo en mí no se abandona a la cascada de cenizas que me arrasa dentro de mí con ella que es yo, conmigo que soy ella y que soy yo, indeciblemente distinta de ella.

En el silencio mismo (no en el mismo silencio) tragar noche, una noche inmensa inmersa en el sigilo de los pasos perdidos.

No puedo hablar para nada decir. Por eso nos perdemos, yo y el poema, en la tentativa inútil de transcribir relaciones ardientes.

¿A dónde la conduce esta escritura? A lo negro, a lo estéril, a lo fragmentado.

Las muñecas desventradas por mis antiguas manos de muñeca, la desilusión al encontrar pura estopa (pura estepa tu memoria): el padre, que tuvo que ser Tiresias, flota en el río. Pero tú, ¿por qué te dejaste asesinar escuchando cuentos de álamos nevados?

Yo quería que mis dedos de muñeca penetraran en las teclas. Yo no quería rozar, como una araña, el teclado. Yo quería hundirme, clavarme, fijarme, petrificarme. Yo quería entrar en el teclado para entrar adentro de la música para tener una patria. Pero la música se movía, se apresuraba. Sólo cuando un refrán reincidía, alentaba en mí la esperanza de que se estableciera algo parecido a una estación de trenes, quiero decir: un punto de partida firme y seguro; un lugar desde el cual partir, desde el lugar, hacia el lugar, en unión y fusión con el lugar. Pero el refrán era demasiado breve, de modo que yo no podía fundar una estación pues no contaba más que con un tren algo salido de los rieles que se contorsionaba y se distorsionaba. Entonces abandoné la música y sus traiciones porque la música estaba más arriba o más abajo, pero no en el centro, en el lugar de la fusión y del encuentro. (Tú que fuiste mi única patria ¿en dónde buscarte? Tal vez en este poema que voy escribiendo.)

Una noche en el circo recobré un lenguaje perdido en el momento que los jinetes con antorchas en la mano galopaban en ronda feroz sobre corceles negros. Ni en mis sueños de dicha existirá un coro de ángeles que suministre algo semejante a los sonidos calientes para mi corazón de los cascos contra las arenas. (Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas.)

(Es un hombre o una piedra o un árbol el que va a comenzar el canto...)

Y era un estremecimiento suavemente trepidante (lo digo para aleccionar a la que extravió en mí su musicalidad y trepida con más disonancia que un caballo azuzado por una antorcha en las arenas de un país extranjero).

Estaba abrazada al suelo, diciendo un nombre. Creí que me había muerto y que la muerte era decir un nombre sin cesar.

No es esto, tal vez, lo que quiero decir. Este decir y decirse no es grato. No puedo hablar con mi voz sino con mis voces. También este poema es posible que sea una trampa, un escenario más.

Cuando el barco alternó su ritmo y vaciló en el agua violenta, me erguí como la amazona que domina solamente con sus ojos azules al caballo que se encabrita (¿o fue con sus ojos azules?). El agua verde en mi cara, he de beber de ti hasta que la noche se abra. Nadie puede salvarme pues soy invisible aun para mí que me llamo con tu voz. ¿En dónde estoy? Estoy en un jardín.

Hay un jardín.


Las olas - Virginia Woolf

El sol no había nacido todavía. Hubiera sido imposible distinguir el mar del cielo, excepto por los mil pliegues ligeros de las ondas que le hacían semejarse a una tela arrugada. Poco a poco, a medida que una palidez se extendía por el cielo, una franja sombría separó en el horizonte al cielo del mar, y la inmensa tela gris se rayó con grandes líneas que se movían debajo de su superficie, siguiéndose una a otra persiguiéndose en un ritmo sin fin. Al aproximarse a la orilla, cada una de ellas adquiría forma, se hinchaba y se rompía arrojando sobre la arena un delgado velo de blanca espuma. La ola se detenía para alzarse enseguida nuevamente, suspirando como una criatura dormida cuya respiración va y viene inconscientemente. Poco a poco, la franja oscura del horizonte se aclaró: se hubiera dicho un sedimento depositado en el fondo de una vieja botella, dejando al cristal su transparencia verde. En el fondo, el cielo también se hizo translúcido, cual si el sedimento blanco se hubiera desprendido lo cual si el brazo de una mujer tendida debajo del horizonte hubiera alzado una lámpara, y bandas blancas, amarillas y verdes se alargaron sobre el cielo, igual que las varillas de un abanico. Enseguida la mujer alzó más alto su lámpara y el aire pareció dividirse en fibras, desprenderse de la verde superficie en una palpitación ardiente de fibras amarillas y rojas, como los resplandores humeantes de un fuego de alegría. Poco a poco las fibras se fundieron en un solo fluido, en una sola incandescencia que levantó la pesada cobertura gris del cielo transformándola en un millón de átomos de un azul tierno. La superficie del mar fue adquiriendo gradualmente transparencia y yació ondulando y despidiendo destellos hasta que las franjas oscuras desaparecieron casi totalmente. El brazo que sostenía la lámpara se alzó todavía más, lentamente, se alzó más y más alto, hasta que una inmensa llama se hizo visible: un arco de fuego ardió en el borde del horizonte, y a su alrededor el mar ya no fue sino una sola extensión de oro. La luz golpeó sucesivamente los árboles del jardín iluminando una tras otra las hojas, que se tornaron transparentes. Un pájaro gorjeó muy alto; hubo una pausa: más abajo, otro pájaro repitió su gorjeo. El sol utilizó las paredes de la casa y se apoyó, como la punta de un abanico, sobre una persiana blanca; el dedo del sol marcó sombras azules en el arbusto junto a la ventana del dormitorio. La persiana se estremeció dulcemente. Pero todo en la casa continuó siendo vago e insustancial. Afuera, los pájaros cantaban sus vacías melodías. (fragmento) 1931

Virginia Woolf - Orlando

"Habiendo interrogado al hombre y al pájaro y a los insectos (porque los peces, cuentan los hombres que para oírlos hablar han vivido años su soledad de verdes cavernas, nunca, nunca lo dicen, y tal vez lo saben por eso mismo), habiendo interrogado a todos ellos sin volvernos más sabios, sino más viejos y más fríos -porque ¿no hemos, acaso, implorado el don de aprisionar en un libro algo tan raro y tan extraño, que uno estuviera listo a jurar que era el sentido de la vida?- fuerza es retroceder y decir directamente al lector que espera, todo trémulo, escuchar qué cosa es la vida: ¡ay! no lo sabemos. " (fragmento)

“Cuando los besos saben a alquitrán, cuando las almohadas son de hielo,
cuando el enfermo aprende a blasfemar,
cuando no salen trenes para el
cielo,
a la hora de maldecir,
a la hora de mentir.
Cuando marca sus
cartas el tahúr
y rompe el músico su partitura
y vuelve Nosferatu al
ataúd
y pasa el camión de la basura,
a la hora de crecer,
a la hora
de perder,
cuando ladran los perros del amanecer.”

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“En la posada del fracaso,
donde no hay consuelo ni ascensor,
el desamparo y la humedad
comparten colchón
y cuando, por la calle,
pasa la vida, como un huracán,
el hombre del traje gris
saca un sucio calendario del
bolsillo y grita
¿quién me ha robado el mes de abril?
¿pero cómo pudo sucederme a mí?
¿quién me ha robado el mes de abril?
Lo guardaba en el cajón
donde guardo el corazón.”

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“Cuando agoniza la fiesta
todas encuentran pareja
menos Lola
que se va, sin ser besada,
a dormirse como cada
noche sola
y una lágrima salada
con sabor a mermelada
de ternura
moja el suelo de su alcoba
donde un espejo le roba
la hermosura.
Nadie sabe cómo le queman en la boca
tantos besos que no ha dado,
tiene el corazón tan de par en par y tan oxidado.”

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“Algunas veces vivo, y otras veces
la vida se me va con lo que escribo,
algunas veces busco un adjetivo
inspirado y posesivo que te arañe el corazón.
luego arrojo mi mensaje,
se lo lleva de equipaje
una botella…, al mar de tu incomprensión.
No quiero hacerte chantaje,
sólo quiero regalarte una canción.”

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“Desnuda se sentía igual que un pez en el agua,
vestirla era peor que amortajarla,
inocente y perversa como un mundo sin dioses,
alegre y repartida como el pan de los pobres.
No quise retenerla, ¿de qué hubiera servido
deshacer las maletas del olvido?
Pero no sé qué diera por tenerla ahora mismo
mirando por encima de mi hombro lo que escribo.
Le di mis noches y mi pan, mi angustia, mi risa,
a cambio de sus besos y su prisa,
con ella descubrí que hay amores eternos
que duran lo que dura un corto invierno.”

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“No soporta el dolor, le divierte inventar
que vive lejos, en un raro país,
cuando viaja en sueños lo hace sin mí,
cada vez que se aburre de andar, da un salto mortal.
Cuando el sol fatigado se dedica a manchar
de rosa las macetas de mi balcón
juega conmigo al gato y al ratón,
si le pido “quédate un poco más”, se viste y se va.
Cuanto más le doy ella menos me da
Por eso a veces tengo dudas, ¿no será un tal Judas
el que le enseñó a besar?”