31 mayo 2010

Un talentoso y ecléctico nexo entre el tango clásico y la renovación

Entre el clasicismo y la renovación, en esa zona de arenas movedizas, se movió siempre Rubén Juárez. Y lo hizo con su estilo desenfadado y su calidez y talento musical. Bandoneonista y cantante de voz portentosa, este cordobés de estirpe del conurbano bonaerense dejó composiciones y shows memorables.

Juárez nació en noviembre de 1947 en la localidad de Ballesteros, pero desde su infancia fue habitante de las calles de Avellaneda, en el sur del Conurbano.

Por una cuestión generacional, pero también por un respeto bien entendido del tango más añejo (un respeto alejado de la mera contemplación de piezas de museo), se convirtió con su bandoneón en un eslabón entre los cantores de las décadas del 40 y el 50 y la renovación de los 70, desde su aparición en el mítico Caño 14.
Allí arrancó su carrera hace casi cuatro décadas, de la mano de Aníbal Troilo, su padrino artístico. "Pichuco era el sabio que en cuanto venía alguien con algún chisme lo paraba en seco. Era el Uno, Hablaba la mafia, hablaba el capo", relató en alguna entrevista.

Se lo recordará por sus presentaciones pasionales, inusualmente variadas, con una comunicación fluida con el público, más propia de un café concert que de aquello que los manuales definen como espectáculo tanguero. Y también por obras como "Mi bandoneón y yo" y "Qué tango hay que cantar".

26 mayo 2010

Conferencia de prensa de Joaquín Sabina en Puerto Rico

Sabina admite que llega a Puerto Rico con la banda "muy rodada", pero aclara que los conciertos masivos "nos gustan mucho. Estuvimos en el estadio de Boca (Juniors, La Bombonera) y en el verano en España tenemos una ronda por las plazas de toros", por lo que no se mostró preocupado por un escenario en el que no ha tocado aún: el Coliseo de Puerto Rico, en Hato Rey.
No podía ser de otra forma. Y es que la cerveza que dejaron sobre la mesa anunciaba de forma inequívoca que el español Joaquín Sabina, ya llegaba para hablar de su concierto de mañana, sábado, y deleitar a los presentes con opiniones sobre el Atleti, la huelga de estudiantes de la UPR y el paso del tiempo, en un artista que ha sabido, precisamente, mantenerse en el tiempo y lograr una fidelidad a toda prueba de sus fanáticos.

Son pasadas las 11:00 de la mañana y la cerveza ya tiene dueño: Sabina, con sus 61 años a cuesta y medio centenar de conciertos masivos se planta en la mesa y después de cuatro años ausente de Puerto Rico se encarga de demostrar que nada ha cambiado, aunque sí su apariencia física, que se ve rejuvenecida después de un período en el que "tenía todos los vicios".

Respecto del concierto, adelanta que será una selección de canciones del álbum "Vinagre y rosas", más un recorrido por canciones del pasado, en la que han tenido mucho que ver su banda, encabezada por Pancho Varona, con quien ha compartido 25 años de carrera y muchas idas y venidas para presentar temas como "Blues de alambique", "Tiramisú de Limón" y "Viudita de Clicquot".
Serán casi tres horas de música y recuerdos, porque si se repiten los temas de hace unos días en San José de Costa Rica, los fanáticos podrán escuchar algunos clásicos como "Medias negras", "Peor para el sol", "El Boulevard de los sueños rotos", "Una canción para la Magdalena", "¿Quién me ha robado el mes de abril?", "Calle Melancolía" y las infaltables "19 días y 500 noches", "Princesa", "Amor se llama el juego" y "La del pirata cojo".

"Las que ya me han cansado, no las canto. Son las que no las siento, no me importan o con el tiempo ya han pasado", sostiene.

El artista hace una pausa en medio de sus respuestas y se dirige a un muchacho, que viste una camisa del Atlético de Madrid, reciente ganador de la Europa League. "Bonita camisa", le dice, al tiempo que indica que "desde 1961 no ganábamos nada. No soy un macho futbolero, pero sí hay una cuestión cultural con el Atleti, con el barrio, con que pierde siempre".

El corazón de Sabina, se sabe, es del Atleti y de los perdedores, por eso recuerda a su acérrimo archirival, el Real Madrid, "el equipo franquista", con lo que toca otro de sus temas predilectos: la política.
Sabe muy bien con quién quedarse

Consultado sobre la huelga que mantienen los estudiantes de la Universidad de Puerto Rico, no tiene dudas: "Entre los estudiantes y la Policía, sé muy bien con quién me debo quedar", afirma. Dos jóvenes de Radio Huelga, un medio que ha hecho de portavoz de los universitarios a través de Internet, le piden que envíe un mensaje y Sabina insiste en que está con los estudiantes y anticipa que comparará los periódicos para enterarse del conflicto.

Sabina se ve rejuvenicido, aunque admite que pronto dejará de realizar conciertos masivos. Y entonces revela que cuando piensa en eso, también piensa "en los escenarios y en los hoteles, dulces hoteles" y no descarta en algún momento en volver. Eso sí, afirma que "es un disparate que a mis 61 años esté saltando de aeropuerto en aeropuerto".

La nueva vida de Sabina no está libre de continuar fumando y bebiendo "una que otra copita, pero la nariz la uso sólo para respirar y mi novia no me deja tener novias"

Fuente: primerahora.com/14 de mayo 2010

18 mayo 2010

Día Internacional del Museo

“Los museos son medios importantes de intercambio cultural, enriquecimiento de las culturas y desarrollo de entendimiento mutuo, cooperación y paz entre las personas”.
Bajo esta premisa, hace 26 años, en 1977, el Consejo Internacional de Museos ICOM, institución gremial que reúne los profesionales de los museos alrededor del mundo, expidió la resolución No. 5. En ella, se decretó el 18 de mayo como fecha para celebrar cada año a nivel Internacional el Día del Museo.
La consideración del ICOM entendía que en el siglo 20 el papel del museo dentro de la sociedad fue adquiriendo progresivamente una importancia cada vez más trascendental y por ello resultaba relevante recordar cada año este rol y hacer énfasis en la función que estas instituciones que pueden ser de tipo científico, histórico, artístico o tecnológico, cumplen frente al intercambio cultural de las personas. La Asociación “Nueva Argentina” teniendo como uno de sus ejes la acción y promoción Cultural celebra y se une a este festejo, a través de su Presidente el Licenciado Walter Arjona, quien hace llegar su saludo a todos los trabajadores de nuestros museos.

Cada año la celebración del día del museo tiene un tema particular. Esto permite a todos los museos del mundo reflexionar al unísono sobre problemáticas específicas en las cuales participan en su actividad cotidiana. Temas de años anteriores han sido Museos y el medio ambiente, Los museos detrás de escena, Coleccionando hoy para mañana, La lucha en contra del tráfico ilícito de bienes culturales, Placeres del descubrimiento, Museos de paz y armonía en la sociedad, Museos: construyendo comunidad y Museos y la globalización, entre otros.

Es importante que la comunidad entienda la capacidad que tiene de participar activamente en el devenir del museo y es aún más trascendental que el museo sepa aprovechar a su público para tener en él como promotores generadores de vida de la institución. Desde nuestra Asociación Nueva Argentina invitamos y propulsamos la visita de todos los jujeños a nuestros museos reconociendo en ellos toda la riqueza acumulada y compartida de nuestros pueblos. Nuevamente un fuerte abrazo y saludos a todos los trabajadores de los museos que continúan y dedicadamente cuidan y fomentan el patrimonio de todos nosotros.

17 mayo 2010

Ciudad del contrahombre & Noctambulario

El poemario está dividido en dos partes. Por un lado Ciudad del contrahombre y por otro Noctambulario. En ambas partes el yo poético se ve apartado de la ciudad que le vio crecer y ahora lo sume en una caverna echando la vista atrás ejercitando la memoria. Aquel que ha visto cómo sus pasos han hecho camino más allá de su ciudad, puede ser ahora un apátrida, alguien perdido en la clandestinidad y en el dolor de la memoria.

A veces es suficiente el primer verso para que el lector se ponga en alerta. Puede que a partir de ese momento, el poemario entre rápidamente en una debacle de la que ya no se salve hasta el final. Puede que se trate solamente de un tropiezo y el poemario retome el vuelo. El lector tiene que mantenerse despierto, ajeno a prejuicios y con la mente clara para prepararse ante lo que el poeta le va a decir. En el caso de Ciudad del contrahombre empiezo leyendo un verso que me desconcierta: "Mujer ciudad. Ciudad sin sombras, te amo desde antes que naciera el trueno." Esto ya me hace temer lo peor, que lo que me voy a encontrar no me va a convencer, pero sigo leyendo atento, con la mente lo más despejada que puedo. Y cuando llego al final tengo la sensación de haber leído un poemario bastante irregular.

Parece que algunos poemas hayan sido escritos con el alma y otros solamente con la pluma. A medida que iba leyendo el poemario me encontraba con cantos de auténtica nostalgia y dolor pero también con versos que me dejaban indiferente. Eso último quizá sea porque algunos poemas resultaban demasiado repetitivos (cuántas veces habré leído las palabras "memoria", "caverna" y "escombros" a lo largo del poemario), en ocasiones superficiales y hasta incluso a veces se pierde la senda de la poesía para pasar al aforismo. No obstante, es agradable encontrarse con poemas como Los zapatos sobre la avenida y La ira de Leviatán.

Lo que me queda después de la lectura es haber asistido a un poemario irregular: una mezcla de cantos de auténtica necesidad y otros de simple expresión artificial.

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Eleazar Rivera, Santo Domingo, San Vicente, 1976. Se graduó como profesor de literatura en la Universidad de El Salvador. Fue miembro del Taller de Letras “Talega”. Ha obtenido diversos reconocimientos, entre los que destacan: Premio Centroamericano de poesía Pablo Neruda, Premio María Escalón de Núñez, Primer Lugar en los Juegos florales de Sonsonate y Santa Ana, entre otros. Su obra ha sido publicada en diversas revistas y periódicos de El Salvador y Centroamérica.

14 mayo 2010

“No conozco canciones de amor optimistas”

Si de un helado de aguardiente alguien puede sacar una canción y en ella hacer que una tanguita de serpiente suene a vestimenta de musa. Ese es Joaquín Sabina.

Así lo prueba y lo canta el español en Tiramisú de limón, punta de lanza del disco Vinagre y rosas. Quedó claro que el llamado Flaco de Úbeda seguía tan flaco como siempre, tan estilísticamente sorprendente con la palabra como hace 22 años atrás cuando era El hombre del traje gris, o hace 32 cuando ponía a circular su primer Inventario.
¿Truco o juego? ¡Lo que sea! Sabina consigue sacar frutos de los terrenos áridos, de eso lares donde el ego corre el riesgo de no salir victorioso: el desamor, la melancolía y la tristeza.
Cuando la pluma es buena y se tiene por costumbre ver más allá de la propia nariz , lo “mío” se vuelve “tuyo” y lo del “otro” se vuelve “nuestro”.
Eso pasó para el Vinagre y rosas, disco que ha puesto a girar a Sabina por toditas partes y eso incluye a Costa Rica, donde, a fuerza de presión y derecho al berreo, los fans obtuvieron dos fechas en lugar de solo una: 11 y 12 de mayo, en el Palacio de los Deportes.
Para suerte de Sabina, su amigo Benjamín Prado –un feroz escritor– tenía el corazón hecho polvo y, en el afán de alivianar las penas, ambos se marcharon a Praga (República Checa). Y desde esa musa cruel, que es el dolor, se asomaron las canciones.
Gracias a que el teléfono acorta distancias, Sabina habló de todo esto con Viva, desde España.
-Voy a hacer la pregunta tonta de la semana, digo “tonta” porque es una cuestión de sentido común: el vinagre es agrio y las rosas de aroma dulce. ¿Vinagre y rosas es el desamor y el amor encontrados en una misma línea?
Exactamente. Es una lucha de contrarios, una paradoja. Me gusta mucho trabajar con palabras que, aparentemente, se oponen pero que cuando se juntan, como los dos polos contrarios de la electricidad, producen una descarga.
-Pasaron cuatro años desde que hizo el disco Alivio de luto, ¿acaso estaba aburrido, acaso ocupaba detonante?
Estaba un poco fuera del momento de escribir canciones y lo que disparó esta nueva serie de canciones fue irme a Praga con un amigo, al que acababa de dejarlo su novia (se ríe). Un amigo muy querido y un muy buen escritor...
-Benjamín Prado.
Exacto. Y en esa ciudad tan melancólica, tan hermosa, tan íntima y donde absolutamente nadie nos conocía la pasamos muy bien, hicimos una celebración de la amistad y, luego, escribimos las canciones de este disco.
-Por eso, Praga es escenario de Cristales de bohemia.
Claro, porque es en Praga donde nacieron esas canciones.
-¿Fue divertido o, más bien, fue necesario escribir a cuatro manos con Benjamín Prado?
Primero fue divertido porque él estaba mal y yo estaba demasiado bien (se ríe). A él lo había dejado su novia y a mí, mi novia no me dejaba tener novia (suelta la carcajada). Si a mí no se me ocurren canciones, tengo otras cosas que hacer, no vivo atormentado por escribir canciones. Pero en ese momento, sí tenía ya la necesidad de escribir canciones y de tener canciones nuevas para cantar. Todo eso colaboró para que las hiciéramos.
-Por la gracia con que cuenta que a Benjamín lo había dejado su novia, me atrevo a preguntar: ¿Es el dolor, entonces, una buena fuente de inspiración, una musa cruel?
Son un poco ambas cosas. El dolor es cruel, pero las canciones nacen del dolor más que de la alegría. No conozco canciones de amor optimistas; eso no existe, eso sería un insulto para la pobre gente que solo tiene desamor.
“El desamor, la melancolía, la tristeza son jardines donde florecen mejor las canciones”.
-¿Siente que es cierto lo que dicen de que en este Vinagre y rosas hay un ligero paso de lo autobiográfico a tomar vidas prestadas?
En realidad, no son vidas prestadas. Cuando uno escribe canciones de desamor araña en su propia memoria, en su propia biografía y araña también en la memoria de la gente, puesto que si la gente no puede apropiárselas como suyas, las canciones no existen. Si hablamos de canciones de autobiografía, ahí esta Viudita de Cliquot.
-Además de la (canción) Crisis, ¿cuáles podrían ser para usted libros sin punto y final?
Pues seguramente el que llevo años escribiendo y nunca me he decidido publicar y que es una especie de caleidoscopio de cajón de sastre, de revoltijo caótico donde se mezcla mi memoria, mi vida actual y un montó n de historias . Es un gran libro y digo “gran” no porque sea muy bueno, sino porque es muy gordo. Alguna vez lo publicaré, si consigo acabarlo.
-A veces pienso que una parte de Chile quiere olvidar el golpe de Estado y hoy, 36 años después del mismo, en un hermoso homenaje que hace usted a Violeta Parra en Violetas para Violeta, recuerda este hecho: “pregúntales a los milicos qué hicieron en La Moneda”.
Yo, que amo a Chile, y eso se ve en la canción, sí creo que en Chile ha habido una especie de amnesia provocada para no remover el pasado y para que la gente no tenga muy presente lo que hicieron en La Moneda. Por eso hice la canción, para recordarles a los chilenos quién fue Salvador Allende y quiénes éramos los que amábamos ese proceso.
-En Costa Rica, miles de sus seguidores armaron un revuelo a través de Facebook para un segundo concierto suyo y lo lograron. ¿Al salirse los fans con la suya, Sabina se sale también con la suya?
Yo dije que sí hiciéramos un segundo concierto cuando me enteré de eso, pero no me salgo con la mía (se ríe). No me gusta cantar dos días seguidos, me gusta acabar de cantar e ir con los amigos a tomar unas copas. Para cantar al día siguiente, tengo que irme temprano a la cama y mantenerme mudo y sobrio (se ríe), pero creo que los costarricenses se lo merecían y yo también. Siempre que he actuado en Costa Rica, he sido bastante feliz, he hecho hasta canciones allí. Qué menos que uno se cuide un poco para darles gusto a los costarricenses.
-Hace ocho años conversamos para Dímelo en la calle y le pregunté si había logrado escribir la canción más hermosa del mundo...
Y te dije que no.
-Exactamente, y que la gracia era tratar de seguir escribiéndola...
(Se ríe) Pues la respuesta sigue siendo la misma.

entrevista/nacion.com

06 mayo 2010

Chavela Vargas incluye dueto con Joaquín Sabina en su nuevo disco



La legendaria Chavela Vargas, con sus 91 años, lanzará el disco "¡Por mi culpa!", en el que hace duetos con artistas como Joaquín Sabina, Eugenia León y Lila Downs, informaron hoy fuentes de su entorno.

"'¡Por mi culpa!' se produjo con un grupo de amigos que Chavela eligió y que contiene sus canciones predilectas", indicó María Cortina, coproductora y autora de un libro sobre la cantante, de la que es amiga cercana.

El disco fue dirigido totalmente por la artista, que, a diferencia de sus discos anteriores, se beneficiará de sus ventas, explicó Cortina, representante de la Fundación Cultural de la Ciudad de México.

"Ésta es una revancha contra las compañías disqueras, que a la fecha no le han otorgado los beneficios que le corresponden a los discos que ha grabado durante toda su vida", acusó.

Vargas, nacida en Costa Rica, pero afincada en México desde los 14 años, rechazó en 2007 un Grammy honorífico, máximo premios otorgados por la industria musical.

Chavela invitó a cantar a Joaquín Sabina en el tema "Nosotros", ambos mantienen una gran amistad desde hace años। En su reciente gira por México -aún en curso- Sabina visitó a la artista y destacó la atracción que sienten ambos por la parranda.

Con décadas y décadas de carrera, Vargas fue protagonista de muchos excesos que dieron al traste con su carrera, bache del cual logró salir. Sabina, por su parte, tuvo un serio problema de salud hace unos años que le hizo bajar la intensidad de sus noches.

Según Cortina, en diciembre pasado la cantante -que vive retirada en un lugar cercano a la capital y sufre algunas complicaciones físicas- fue sometida a una cirugía que la obligó a suspender una grabación a dueto planeada con Sabina en España. Sin embargo, se incluyó el previamente grabado por ambos "Nosotros".

04 mayo 2010

Juan Gelman cumple 80 años


Rompes las palabras y lo que tienen dentro es el poema. Eso es lo que aprendes al leer a Juan Gelman, que hoy, 3 de mayo, cumple 80 años y que ha llegado a esa edad partido en dos, porque desde sus primeros libros mayores, Gotán, Cólera Buey o Los poemas de Sidney West, escritos entre mediados de los años cincuenta y finales de los sesenta, el autor y el hombre han seguido caminos opuestos que se parecen en que ambos son difíciles y se diferencian en que uno fue una elección y el otro fue una condena. El primero es la literatura y el segundo es la política, que lo ha acosado de manera terrible, con golpes tan demoledores como el asesinato de su hijo y de su nuera y el rapto de su nieta, en los tiempos en que la dictadura ennegrecía su país. Cuando hace unas semanas ocupó su lugar tras la pancarta de una manifestación que recorría las calles de Madrid para exigir que los crímenes del franquismo no sigan impunes y que el juez que los quería investigar no sea perseguido, seguramente el autor de Valer la pena era, entre miles de personas, una de las que mejor sabía contra qué estaba caminando hacia la Puerta del Sol. También debía de ser una de las más sorprendidas al ver lo que ocurre aquí mientras en Argentina aún se persigue y condena a los golpistas y se anulan las amnistías que los salvaguardaban. La Anguila, como apodaban al general Videla, ha dejado de sonreir en el fondo de su ciénaga.
Pero Juan Gelman, que no sólo ha escrito que la vida en un continio dentrofuera sino que lo demostró, cuando hizo falta, pasando de la reflexión a la acción y del periodismo militante a la lucha guerrillera, y que no habla de oídas porque ha visto caer a muchos compañeros, por ejemplo a compatriotas como narrador Haroldo Conti o el poeta Francisco Urondo, torturados y moridos, como él diría, por los militares, no es un poeta social al estilo de Pablo Neruda o RafaelAlberti, que escriba versos pensados para declamarse en una plaza llena de banderas, sino alguien que, tal y como lo describió Julio Cortázar, "invoca las sombras desde el sosiego" y pone "una permanente caricia de palabras sobre tumbas ignotas." Para darle la razón, no hay más que ir a una lectura suya y oirle leer sus textos con un tono monocorde, en voz baja y sin hacer la más mínima concesión al espectáculo, seguro de que la poesía no consiste en exhibir emociones, sino en controlarlas. En un hombre que ha pasado por un infierno como el suyo, ese dominio es admirable, y más en este mundo en el que otros gritan tanto con tan pocos motivos.

Tener ochenta años significa que, de 1930 hasta ahora, al autor de Pais que fue será lo han mojado, de cerca o de lejos, las grandes tormentas del siglo XX, y que aparte de su drama personal lo han salpicado los dramas colectivos de un tiempo lleno de luz y sangre. Gelman ha ido a cobijarse del diluvio a la casa de la literatura, pero en lugar de instalarse en sus salones ha buscado el sótano armado con una pala, convencido de que su trabajo consiste en cavar dentro del idioma y hacer que las palabras digan lo que ignoran o intentan ocultar quienes las pronuncian: "el poema sigue en lo que no se ve", asegura en su úlimo libro, De atrásalante en su porfía, que sin duda es un título tan extraño como revelador.

"Hoy en dia, cualquier poeta que levante la voz, sonará falso", predijo el poeta W, H, Auden, y Juan Gelman le da la razón dentro de su obra pero se la quita fuera, porque el premio Cervantes del año 2007 es un doble ejemplo de compromiso con la literatura y con la realidad y demuestra que no es incomplatible descender al lenguaje y subir a la calle, según se trate de escribir un poema o de encabezar una marcha ciudadana. Y todo ello con esa "voz que sosiega" en lugar de entregarse "al paroxismo y la denuencia" como decía su amigo Julio Cortázar. La celebración de su cumpleaños es una buena disculpa para ponerlo como modelo: lo miras y ves que es posible ser firme y respetuoso, flexible y coherente. Y luego escuchas a otra gente y te das cuenta de que aquella maravillosa frase de Voltaire, "odio sus ideas, pero daré mi vida por defender su derecho a expresarlas", no está hecha para ellos.

Déjenme que, por una vez, lo imite y me salte la gramática para que los singulares y los plurales puedan convivir en la misma frase, al menos dentro de este artículo: Juan Gelman cumplen ochenta años, el escritor complejo y el hombre de al lado. Merece la pena seguirlos a los dos.


Benjamín Prado/El País/4 de mayo 2010

02 mayo 2010

Homenaje a Mercedes Sosa


En Nueva York, cantantes latinoamericanos y la legendaria estadounidense Joan Baez, rindieron homenaje póstumo a "la voz de América": Mercedes Sosa.

Los intérpretes recordaron a la “Negra” entre anécdotas, risas y canciones, dando nueva vida a temas que ella hizo famosos. Entre sus grandes éxitos fueron interpretadas canciones como Gracias a la vida, Todo cambia, No nos moverán, Alfonsina y el mar, La maza y muchas otras.

"Tributo a Mercedes Sosa" fue el primer concierto en Estados Unidos que convocó en el mismo escenario al grupo de estrellas que, bajo la dirección musical del argentino Marcelo Lupis, interpretaron los grandes éxitos de Sosa. El concierto fue organizado por el argentino Néstor Lacoorén en el Avery Fisher Hall del Lincoln Center (Nueva York).

Los cantautores argentinos Piero y León Gieco, el uruguayo El Sabalero y la neoyorquina Joan Baez (conocida por sus temas sociales y su activismo político), la folclorista peruana Eva Ayllón y su compatriota Tania Libertad, todos ellos cautivaron una vez más al público latino con sus voces y manifestaciones de cariño hacia su amiga.

El público se emocionó y se ponía de pie durante la interpretación de los temas de Sosa que parecen estar fundidos en la sangre de la gente latina.

También tomó el escenario la cantautora Teresa Parodi, quien destacó la larga amistad con Sosa, a quien acompañó casi hasta el último momento.

Mercedes Sosa dejó este mundo el 4 de octubre de 2009. Su último trabajo es "Cantora", lanzado poco antes de su muerte, un álbum doble donde enterpreta 34 temas a dúo con destacados cantantes iberoamericanos y cierra con el himno nacional argentino.

Parte de los fondos que se recaudaron en el concierto serán donados a dos organizaciones sin fines de lucro a las que apoyaba Sosa.

Actualidad.RT

Julio Cortázar - Rayuela Cap. 7


Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mi para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja...

...Me miras, de cerca me miras, cada vez mas de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez mas de cerca y los ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, Jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mi como una luna en el agua. (fragmento)



Alejandra Pizarnik - Piedra Fundamental

No puedo hablar con mi voz sino con mis voces.

Sus ojos eran la entrada del templo, para mí, que soy errante, que amo y muero. Y hubiese cantado hasta hacerme una con la noche, hasta deshacerme desnuda en la entrada del tiempo.

Un canto que atravieso como un túnel.

Presencias inquietantes, gestos de figuras que se aparecen vivientes por obra de un lenguaje activo que las alude, signos que insinúan terrores insolubles.

Una vibración de los cimientos, un trepidar de los fundamentos, drenan y barrenan, y he sabido dónde se aposenta aquello tan otro que es yo, que espera que me calle para tomar posesión de mí y drenar y barrenar los cimientos, los fundamentos, aquello que me es adverso desde mí, conspira, toma posesión de mi terreno baldío, no, he de hacer algo, no, no he de hacer nada, algo en mí no se abandona a la cascada de cenizas que me arrasa dentro de mí con ella que es yo, conmigo que soy ella y que soy yo, indeciblemente distinta de ella.

En el silencio mismo (no en el mismo silencio) tragar noche, una noche inmensa inmersa en el sigilo de los pasos perdidos.

No puedo hablar para nada decir. Por eso nos perdemos, yo y el poema, en la tentativa inútil de transcribir relaciones ardientes.

¿A dónde la conduce esta escritura? A lo negro, a lo estéril, a lo fragmentado.

Las muñecas desventradas por mis antiguas manos de muñeca, la desilusión al encontrar pura estopa (pura estepa tu memoria): el padre, que tuvo que ser Tiresias, flota en el río. Pero tú, ¿por qué te dejaste asesinar escuchando cuentos de álamos nevados?

Yo quería que mis dedos de muñeca penetraran en las teclas. Yo no quería rozar, como una araña, el teclado. Yo quería hundirme, clavarme, fijarme, petrificarme. Yo quería entrar en el teclado para entrar adentro de la música para tener una patria. Pero la música se movía, se apresuraba. Sólo cuando un refrán reincidía, alentaba en mí la esperanza de que se estableciera algo parecido a una estación de trenes, quiero decir: un punto de partida firme y seguro; un lugar desde el cual partir, desde el lugar, hacia el lugar, en unión y fusión con el lugar. Pero el refrán era demasiado breve, de modo que yo no podía fundar una estación pues no contaba más que con un tren algo salido de los rieles que se contorsionaba y se distorsionaba. Entonces abandoné la música y sus traiciones porque la música estaba más arriba o más abajo, pero no en el centro, en el lugar de la fusión y del encuentro. (Tú que fuiste mi única patria ¿en dónde buscarte? Tal vez en este poema que voy escribiendo.)

Una noche en el circo recobré un lenguaje perdido en el momento que los jinetes con antorchas en la mano galopaban en ronda feroz sobre corceles negros. Ni en mis sueños de dicha existirá un coro de ángeles que suministre algo semejante a los sonidos calientes para mi corazón de los cascos contra las arenas. (Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas.)

(Es un hombre o una piedra o un árbol el que va a comenzar el canto...)

Y era un estremecimiento suavemente trepidante (lo digo para aleccionar a la que extravió en mí su musicalidad y trepida con más disonancia que un caballo azuzado por una antorcha en las arenas de un país extranjero).

Estaba abrazada al suelo, diciendo un nombre. Creí que me había muerto y que la muerte era decir un nombre sin cesar.

No es esto, tal vez, lo que quiero decir. Este decir y decirse no es grato. No puedo hablar con mi voz sino con mis voces. También este poema es posible que sea una trampa, un escenario más.

Cuando el barco alternó su ritmo y vaciló en el agua violenta, me erguí como la amazona que domina solamente con sus ojos azules al caballo que se encabrita (¿o fue con sus ojos azules?). El agua verde en mi cara, he de beber de ti hasta que la noche se abra. Nadie puede salvarme pues soy invisible aun para mí que me llamo con tu voz. ¿En dónde estoy? Estoy en un jardín.

Hay un jardín.


Las olas - Virginia Woolf

El sol no había nacido todavía. Hubiera sido imposible distinguir el mar del cielo, excepto por los mil pliegues ligeros de las ondas que le hacían semejarse a una tela arrugada. Poco a poco, a medida que una palidez se extendía por el cielo, una franja sombría separó en el horizonte al cielo del mar, y la inmensa tela gris se rayó con grandes líneas que se movían debajo de su superficie, siguiéndose una a otra persiguiéndose en un ritmo sin fin. Al aproximarse a la orilla, cada una de ellas adquiría forma, se hinchaba y se rompía arrojando sobre la arena un delgado velo de blanca espuma. La ola se detenía para alzarse enseguida nuevamente, suspirando como una criatura dormida cuya respiración va y viene inconscientemente. Poco a poco, la franja oscura del horizonte se aclaró: se hubiera dicho un sedimento depositado en el fondo de una vieja botella, dejando al cristal su transparencia verde. En el fondo, el cielo también se hizo translúcido, cual si el sedimento blanco se hubiera desprendido lo cual si el brazo de una mujer tendida debajo del horizonte hubiera alzado una lámpara, y bandas blancas, amarillas y verdes se alargaron sobre el cielo, igual que las varillas de un abanico. Enseguida la mujer alzó más alto su lámpara y el aire pareció dividirse en fibras, desprenderse de la verde superficie en una palpitación ardiente de fibras amarillas y rojas, como los resplandores humeantes de un fuego de alegría. Poco a poco las fibras se fundieron en un solo fluido, en una sola incandescencia que levantó la pesada cobertura gris del cielo transformándola en un millón de átomos de un azul tierno. La superficie del mar fue adquiriendo gradualmente transparencia y yació ondulando y despidiendo destellos hasta que las franjas oscuras desaparecieron casi totalmente. El brazo que sostenía la lámpara se alzó todavía más, lentamente, se alzó más y más alto, hasta que una inmensa llama se hizo visible: un arco de fuego ardió en el borde del horizonte, y a su alrededor el mar ya no fue sino una sola extensión de oro. La luz golpeó sucesivamente los árboles del jardín iluminando una tras otra las hojas, que se tornaron transparentes. Un pájaro gorjeó muy alto; hubo una pausa: más abajo, otro pájaro repitió su gorjeo. El sol utilizó las paredes de la casa y se apoyó, como la punta de un abanico, sobre una persiana blanca; el dedo del sol marcó sombras azules en el arbusto junto a la ventana del dormitorio. La persiana se estremeció dulcemente. Pero todo en la casa continuó siendo vago e insustancial. Afuera, los pájaros cantaban sus vacías melodías. (fragmento) 1931

Virginia Woolf - Orlando

"Habiendo interrogado al hombre y al pájaro y a los insectos (porque los peces, cuentan los hombres que para oírlos hablar han vivido años su soledad de verdes cavernas, nunca, nunca lo dicen, y tal vez lo saben por eso mismo), habiendo interrogado a todos ellos sin volvernos más sabios, sino más viejos y más fríos -porque ¿no hemos, acaso, implorado el don de aprisionar en un libro algo tan raro y tan extraño, que uno estuviera listo a jurar que era el sentido de la vida?- fuerza es retroceder y decir directamente al lector que espera, todo trémulo, escuchar qué cosa es la vida: ¡ay! no lo sabemos. " (fragmento)

“Cuando los besos saben a alquitrán, cuando las almohadas son de hielo,
cuando el enfermo aprende a blasfemar,
cuando no salen trenes para el
cielo,
a la hora de maldecir,
a la hora de mentir.
Cuando marca sus
cartas el tahúr
y rompe el músico su partitura
y vuelve Nosferatu al
ataúd
y pasa el camión de la basura,
a la hora de crecer,
a la hora
de perder,
cuando ladran los perros del amanecer.”

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“En la posada del fracaso,
donde no hay consuelo ni ascensor,
el desamparo y la humedad
comparten colchón
y cuando, por la calle,
pasa la vida, como un huracán,
el hombre del traje gris
saca un sucio calendario del
bolsillo y grita
¿quién me ha robado el mes de abril?
¿pero cómo pudo sucederme a mí?
¿quién me ha robado el mes de abril?
Lo guardaba en el cajón
donde guardo el corazón.”

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“Cuando agoniza la fiesta
todas encuentran pareja
menos Lola
que se va, sin ser besada,
a dormirse como cada
noche sola
y una lágrima salada
con sabor a mermelada
de ternura
moja el suelo de su alcoba
donde un espejo le roba
la hermosura.
Nadie sabe cómo le queman en la boca
tantos besos que no ha dado,
tiene el corazón tan de par en par y tan oxidado.”

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“Algunas veces vivo, y otras veces
la vida se me va con lo que escribo,
algunas veces busco un adjetivo
inspirado y posesivo que te arañe el corazón.
luego arrojo mi mensaje,
se lo lleva de equipaje
una botella…, al mar de tu incomprensión.
No quiero hacerte chantaje,
sólo quiero regalarte una canción.”

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“Desnuda se sentía igual que un pez en el agua,
vestirla era peor que amortajarla,
inocente y perversa como un mundo sin dioses,
alegre y repartida como el pan de los pobres.
No quise retenerla, ¿de qué hubiera servido
deshacer las maletas del olvido?
Pero no sé qué diera por tenerla ahora mismo
mirando por encima de mi hombro lo que escribo.
Le di mis noches y mi pan, mi angustia, mi risa,
a cambio de sus besos y su prisa,
con ella descubrí que hay amores eternos
que duran lo que dura un corto invierno.”

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“No soporta el dolor, le divierte inventar
que vive lejos, en un raro país,
cuando viaja en sueños lo hace sin mí,
cada vez que se aburre de andar, da un salto mortal.
Cuando el sol fatigado se dedica a manchar
de rosa las macetas de mi balcón
juega conmigo al gato y al ratón,
si le pido “quédate un poco más”, se viste y se va.
Cuanto más le doy ella menos me da
Por eso a veces tengo dudas, ¿no será un tal Judas
el que le enseñó a besar?”