
Su aportación solidaria tuvo una altura dialéctica, sensible y erudita, digna de los grandes genios, ésos que se escriben con letras de oro para el recuerdo perpetuo: “Ya quisiera uno haber venido a El Bosque en circunstancias más festivas, pero lo primero que me han dicho es que no use palabras fúnebres, porque el homenajeado "Güito" era todo alegría y vitalidad. Yo no lo conocí, pero conocía su madre, que fue mi primer amor. En los últimos 42 años, la he visto tres o cuatro veces, pero hace tres meses me llamó Juan José Téllez para decirme que "Chispas" tenía a un hijo malito, que la llamara. La llamé y pasé uno de los momentos peores de mi vida porque acababan de enterrarlo y he estado sin curarme de esa sensación tiempo hasta que el otro día hablé con ella porque quería que yo viniese a El Bosque y uno, que ha sido siempre un horrible novio, un mal marido y un padre regular, se precia de haber sido siempre un buen amigo de los amigos que lo merecen. Por eso estoy aquí en El Bosque. De "Güito" yo no sabía nada, conocía a sus dos guapas hermanas, tan guapas como su madre, que es verdad que era la más guapa de Andalucía. Yo entonces no conocía Andalucía y es verdad que era la más guapa de mi Úbeda natal. Luego fue la más guapa del firmamento… Sobre aquellos años, el otro día rebuscando entre mis papeles, encontré una cosa:
Por los cerros de Úbeda anduve el otro día
de vuelta a los zaguanes azules de mi infancia,
los olivos bordaban su antigua geometría,
el tiempo es un exilio más cruel que la distancia.
Escarbé en los desvanes de los viejos baúles
buscando en dobles fondos el eco de una brasa,
los años apolillan los besos y los tules,
ninguna edad es buena para volver a casa.
Con su trabajo sucio las uñas del olvido
se ensañan con el luto del alma trashumante,
de todo lo ganado, de todo lo perdido,
apenas sobrevive la sombra de un instante.
Aquí nací; sin bici ni perro que me ladre
dejé en los soportales la huella de mi canto.
Aquí, ya en otro siglo, las hijas de las madres
que amé tanto me besan como se besa a un santo.
Yo iba a los salesianos, ella a las carmelitas,
calcetinitos blancos y babi azul marino,
la tarde que me dijo que sí la margarita
estrené un corazón fluvial y ultramarino.
Arrecia el vendaval de hojas de calendario,
la luna es un semáforo de carne de membrillo,
esta noche me espera Madrid, otro escenario
y tres generaciones del rosa al amarillo.
Esto que acabo de leer estaba escrito hace tiempo. Esta tarde, a toda prisa, he tratado de escribir algo nuevo para hoy. Porque, claro, "Chispas" no se llamaba "Chispas", se llama Virtudes, que hay que ver y "Güito" tampoco se llama "Güito", pero ya se va a llamar siempre "Güito". Y lo que yo no sabía, es que iba a enseñarme algo hoy. Por ejemplo, yo, mi último amor y espero que el definitivo, es una peruana, muy guapa, con la que duermo todas las noches y voy al Perú, al menos dos veces al año. Nos podríamos haber cruzado "Güito" y yo, pero no sucedió. Y yo siempre pensé que podía hacer algo por el Perú. "Güito" me ha enseñado esta noche lo que hay que hacer:
Te comías la vida,
me han contado que eras guapo, feliz y presumido,
podríamos habernos conocido,
si la sangre no hubiera madrugado.
Tu memoria civil me ha sublevado,
Fantasmas de un pasado desteñido
que esta noche en El Bosque se han reunido
Para seguir teniéndote a su lado.
Mi corazón quzqueño y salesiano, se hace trizas
con cada peruano sin cebiche, catón ni pulgarcito,
tu legado está en manos, no lo dudes,
de la madre de todas las Virtudes, nuestra "Chispas"
tan huérfana de "Güito".
… Muchas gracias”
FUENTE: Ciudad Sabina / Antonio Cózar