31 enero 2010

Apología de la distancia

Los ecos de la clase magistral de Vallecas siguen sonando en estas noches estivales en las que el calor decelera el ritmo de los acontecimientos y los periódicos empiezan a tener menos páginas. Un momento de calma en la agenda de Benjamín para recordar cómo iba a ser la novela que no fue... así nos lo contó en Vallecas, intercalado entre una disertación suya sobre la importancia de mantener la distancia respecto a lo que estás contando...

Cuando empecé a escribir Mala Gente que Camina en realidad era otra novela. Era una novela, también protangonizada por un profesor que también estaba escribiendo un ensayo sobre Carmen Laforet, que también era medio cínico y que también iba a un viaje a Atlanta, a un congreso de estos de locos sobre locos... pero ahí la novela era otra. Pero un día llegué a casa y escuché en la tele el programa de los niños robados a los republicanos por la dictadura y escribí otra novela. Eso lo he contado otras veces, lo que no creo haber contado nunca, y no sé por qué coño lo voy a contar ahora, pero ya puestos lo contaré, es cuál era la otra novela, qué pasaba en la otra novela.

Lo que pasaba en la otra novela es que yo iba en un avión a Atlanta, efectivamente, conocí a una chica y nos volvimos locos. Aún seguimos siendo amigos. Pero antes de amigos fuimos muchas otras cosas. Yo estaba enamoradísimo de ella, muy colgado por ella, y escribí una novela contando todo eso. Y la novela era un espanto, porque estaba tan colgado de ella que no parecía una novela, parecía un anuncio. Todo lo que decía de ella era tópico, era absolutamente patético. Se la dejé leer a mi editora y me dijo "patética".

Era una historia que tenía tan cerca, estaba tan metido en ella en ese momento que lo escribí fue un absoluto disparate. Sin embargo cuando la dejé escribí unos poemas sobre ella que no están mal. Alguno de ellos, no diré cuál, hay quien ha escrito por ahí que es uno de los mejor poemas de amor que se han escrito nunca. No lo digo por presumir del piropo, lo digo para que veáis cómo cuándo estaba con ella escribí una novela desastrosa, cuando dejé de estar con ella escribí unos poemas que no estaban mal.

"Entonces ya no estabas loco", le dicen desde el público. "Es verdad, tienes toda la razón del mundo, la cercanía produce ese tipo de efecto. Es como si me acerco mucho un papel a la cara ya no veo lo que dice. La distancia es necesaria para todo. Estoy haciendo apología de la distancia. Merece la pena guardar distancia para escribir. No hay nada peor para la literatura que la cercanía. Lo mejor es separarse en el tiempo, en el espacio y sobre todo separarte en la emoción.

Estoy seguro que todas las personas a las que todos los escritores de cualquier género a los que más admiro tienen una cualidad que es la frialdad. El propio Bob Dylan, sus mejores canciones... que definió cuando le preguntaron que sonaba a mercurio salvaje, vete a saber lo que quiso decir con eso. Pero suena a frío. El propio Alberti, en Sobre los ángeles. En ese momento estaba peor que yo con esta chica, estaba entre la escritora Maruja Mayo y la escritora María Teresa León. Todo eso lo cuenta en esos poemas. Pero lo cuenta con un distanciamiento que le llevaron al surrealismo. Él se hizo surrealista para que no le pillara la novia, para disimular, para oscurecer un poco.

Yo soy de los que piensa que jamás hay que contarlo, que no hay que permitir que te puedan pillar en nada. Admiro a la gente que es capaz de esconder un poco las cosas, porque le das más misterio. Si Rafael Alberti, siendo quien era, escribe esos poemas más abiertamente, con una manera más abierta, más sencilla de explicar, diciendo "te quiero mucho porque eres mi novia", seguramente hubiera escrito un libro muy malo.

Desde el apasionamiento, la cólera, el amor excesivo, la alegría excesiva, la triste excesiva es imposible escribir bien, porque no tienes control. Las emociones son una manera de descontrol. Cuando uno siente una gran emoción no estás controlado, no tienes el volante en la mano. No creo que desde un exceso emotivo se pueda escribir bien. Eso es imposible si el que va a escribir soy yo y es posible si el que lo va a hacer es Neruda. Hay gente con más talento y con menos.

Pero aún así, al final a Neruda lo recordamos porque escribió Residencia en la tierra, cumbre del surrealismo en español, pero también porque escribió las odas elementales, poemas al ancla, al botón, a los zapatos, a los calcetines, a la calabaza, a la cebolla, son poemas muy pensados. Uno no puede ver una cebolla y decir directamente redonda rosa de agua. No funciona así, hay que buscar, hay que indagar, y la indagación requiere trabajo y el trabajo requiere tiempo, y atención, y la atención requiere frialdad, o distancia.

Desde la cercanía y el apasionamiento es imposible hacer bien nada, ni escribir ni ninguna otra cosa. Bueno, me refiero a cosas que se hagan con la ropa puesta.

26 enero 2010

A trece años del asesinato de José Luis Cabezas


¿Cuando murió José Luis? No lo sabemos con precisión, pero no fue el 25 de enero de 1997 cuando unos asesinos a sueldo lo incineraron en una cava cercana a Pinamar.
Creemos que lo empezaron a matar mucho antes. Quizás en el momento en que los grandes medios tomaron la decisión de no investigar la corrupción política del menemismo, el enriquecimiento de los jefes sindicales, la maldita policía, o a la mafia yabranista enquistada en el poder. Con el silencio cómplice, dejaron en soledad a todos los “Cabezas” que sí ejercían de verdad el periodismo. El crimen fue contra José Luis, pero pudo haber sido contra cualquier otro miembro de la redacción de la Revista NOTICIAS o contra los periodistas independientes que cumplían con su razón de ser. Las marchas que pedían justicia, que se multiplicaron por meses en todo el país, hacían suponer que la sociedad también entendía que no se había matado sólo a un fotógrafo, sino a todos aquellos que permitían el derecho de la sociedad a informarse libremente, para conocer todo, pero en especial lo que quienes controlan el poder no quieren que se conozca.

En febrero de 1997, un mes después del crimen, el fundador de la Revista NOTICIAS, concluía con la frase que tituló aquel reclamo social: “No se olviden de Cabezas”.
Las razones de su pedido hoy parecen conservar toda su vigencia. Pero no se olviden de por qué lo asesinaron. No se olviden de reclamarles a los diarios coraje para comprometerse con los temas difíciles en el momento que ocurren y no después. No se olviden de que los gobernantes deben ser eficientes sin hacer trampas. No se olviden de que la corrupción genera mafias. Entonces sí, José Luis no será olvidado.

22 enero 2010

Joaquín hizo vibrar la cancha de Boca


Acompañado por su banda, integrada por sus laderos Pancho Varona y Antonio García de Diego, que capitanearon el sonido limpio de sus temas, tuvo espacio para las bromas, los homenajes y los juegos teatrales junto a la nueva corista Mara Barrios, quien, vestida de prostituta, se metió en el personaje de "Una canción para la Magdalena".

Con una puesta en escena (la misma que viene presentando en otras ciudades del interior) que reproducía un paisaje urbano de terrazas, antenas de tv y cañerías al descubierto, el músico hizo foco en su particular estilo dylaniano de voz agrietada para cantar sus temas.

Las canciones fueron cobrando más brío rocanrolero hacia el final de la noche. El artista cobró temperatura con "La del pirata cojo", "Embustera" (de Vinagre y Rosas) y "Pastillas para no soñar", otro clásico para irse despacito de la Bombonera, que lo ovacionó.


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El flaco de Úbeda se hizo un tiempo para recordar a sus amigos, Adolfo Castelo, “el negro” Fontanarrosa, Sandro, Jorge Guinzburg y Mercedes Sosa, quienes recibieron la ovación de las 40 mil almas presentes.

Otro éxito del extraordinario Joaquín.

20 enero 2010

Vivir es caro, pero matar es barato

La diferencia entre la vida y la muerte es que a la primera le pone los precios el mercado y a la segunda se los pone el Código Penal. Llega enero y los transportes públicos, la luz, los impuestos y otras cosas inevitables se encarecen, mientras que algunos delitos se abaratan. Lo segundo duele más que lo primero, porque es más fácil resignarse a que la economía consista en que la gente honrada financie a los ladrones, que aceptar que la justicia parezca una diosa que anda por las calles con la balanza torcida y cantando ese tango de Enrique Santos Discépolo que dice: "¡Qué falta de respeto, / qué atropello a la razón...!".

Personas en todo el mundo como nuestro amigo Juan Urbano abren el periódico, leen las penas que solicita la fiscalía del Tribunal Superior de Justicia de Madrid para los tres porteros de la discoteca Balcón de Rosales que mataron a golpes a Álvaro Ussía, aquel estudiante de 18 años cuyo crimen fue tropezar con una chica en la pista de baile, y se queda helado. El que lo asesinó, 15 años, y sus dos compinches, 13. No cumplirán ni la mitad de esa pena, de modo que la canallada les sale casi gratis, en su opinión.

La parte visible de aquel suceso tristísimo fue que el Ayuntamiento cancelara la licencia del local y anunciase una serie de medidas para impedir que esos ejércitos de matones que hay en muchos antros de la ciudad y que se comportan demasiadas veces como bandas paramilitares siguieran provocando tragedias. Se iba a regularizar al personal, se iba a exigir que siguiese cursos de formación y que estuviese titulado, se iban a vigilar las zonas conflictivas, se iban a enviar inspectores y tal vez policías municipales a esos negocios... Ha pasado algo más de un año desde que los energúmenos sacaron a Álvaro a golpes de la discoteca, y el que llevaba la voz cantante lo derribó con una zancadilla, y a continuación, tal y como relata el auto del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, "de forma intencionada y siendo consciente de que con ello podía provocarle la muerte, se arrojó con todas sus fuerzas sobre él, tirándose de rodillas sobre su pecho y manteniéndose en esa posición, hasta provocarle una rotura traumática del corazón". Y las preguntas que tenemos que hacernos después de estos 13 meses son: ¿se están aplicando todas esas normas?, ¿se sigue ahora, realmente, un control estricto de los empleados de seguridad que trabajan en los garitos? Juan Urbano, que suele salir con sus amigos por las noches y me cuenta a mí sus aventuras por las mañanas, dice que ni hablar, que no se ha hecho absolutamente nada, que los discursos se fueron como agua sucia por los desagües de los titulares, todos los antros siguen teniendo a sus cancerberos en la entrada y que ellos se comportan igual, y hasta se sienten reforzados por el temor que historias como la de Álvaro Ussía provocan a la clientela. Siempre ocurre lo mismo: el espacio que deja libre la ley lo ocupa el miedo.

Si vamos un paso más allá, parece que lo que se impone en nuestro mundo de primera clase es, precisamente, la proliferación de la seguridad privada, a la que se recurre, por ejemplo, para intentar detener a los piratas que acosan a nuestra flota pesquera; o para defender los comercios y las calles en las que están los comercios, o las estaciones, los trenes, los aeropuertos, y quién sabe si dentro de muy poco los aviones; éste es un planeta lleno de guardaespaldas que patrullan por los mítines políticos, que rodean a los presidentes, a los banqueros, a las estrellas televisivas y al Papa. Hasta las guerras se hacen, más cada vez, a base de mercenarios que disparen balas sin memoria en Irak, Afganistán, o Chechenia. Tal vez es parte del mismo combate que el dinero mantiene contra todo lo público, da igual si es la sanidad, la educación o la policía.

La discoteca Balcón de Rosales continúa cerrada y Álvaro continúa muerto. A sus asesinos les queda mucha vida por delante, y otros como ellos siguen haciendo crecer sus músculos en los gimnasios.

18 enero 2010

“Tras las huellas del capitán Sabina”

“Tras las huellas del capitán Sabina” es la tercera obra de Christian Masello, quien a pesar de residir en Bariloche, evidencia la extraña habilidad de mantener contactos con el propio cantautor, con Joan Manuel Serrat o Jaime Roos, protagonistas de sus primeros libros.

Quienes se aventuren en las atractivas páginas de su obra más reciente, se encontrarán “con un libro que busca salir de lo común. Ya desde su formato, que es cuadrado, con dibujos y fotos. Y también desde lo estrictamente periodístico-literario. Fuera de lo común porque se cuentan dos cosas: la relación que me une con Joaquín Sabina por un lado y por el otro, el momento en el que pasó por una depresión que lo dejó afuera de los escenarios por un rato largo”.

Como buen escritor independiente, por estos días Masello devora kilómetros de rutas para distribuir su nuevo libro, que ya se encuentra convenientemente presente en las librerías de Bariloche. “También se cuenta un poco el momento previo a la depresión y la post-depresión, hace hincapié justamente en la salida, a través de la voz del propio Sabina y de varias personas cercanas a él, como Silvio Rodríguez o sus músicos y coristas. Además, se suman otras voces, algunas directamente hablando de Joaquín o de temas relacionados con él, así aparecen Maradona, Charly García, Vargas Llosa, Iván Noble y Adriana Varela, que también escribió el prólogo. Es introducirse en un período de su vida a través de los propios protagonistas”, remató el autor.

¿Y cuál será la relación que une a este periodista de perfil bajo con tamaña figura de la canción? “Él la catalogó como amistad”, señaló Masello. “Dos veces me dedicó un tema sobre el escenario y me llamó amigo, aunque lo vi solamente una vez en la vida. Después, la relación es que leyó cosas mías que le gustaron y me llamó por teléfono... Cuando lo conocí, fue como conocer a un amigo que nunca había visto antes y así me recibió él. Cuando entré a verlo, me abrazó y me dijo: ¡por fin nos vemos! No tuvimos tiempo de hablar mucho más allá de lo periodístico pero luego me volvió a dedicar un tema sobre el escenario”.

No a cualquiera
Es una anécdota de fuste. “La primera vez que lo hizo, explicó que durante un período de su vida había estado como alejado y que los cambios obligatorios que había tenido que afrontar si quería seguir viviendo, lo habían alejado de ciertas personas o amistades. Pero también había ganado otras y entre ellos, estaba yo. Pienso que es una amistad que se basa más en el afecto a la distancia y en los sentimientos que tiene uno cuando descubre a alguien que escribe cosas que le llegan. A mí me llega lo que él escribe y canta y por lo visto, le ha llegado lo que yo escribí sobre ciertos amigos suyos”.

Esa curiosa manera de relacionarse fue a través de la palabra escrita. “El primer contacto fue a través de entrevistas que yo le había hecho a Adriana Varela, a Serrat, a García Montero -un poeta amigo de él-, creo que a Aute también, es decir, todas entrevistas a personas cercanas que le llegaron una vez que estaba en Buenos Aires y había ido a comprar varias primeras ediciones de libros. Lo que me sigue llamando la atención hasta el día de hoy es que se haya dedicado a hojear mis entrevistas teniendo al lado primeras ediciones de Cortázar, García Márquez o Lorca. A mí me encantan los libros viejos, así que llama la atención que haya prestado atención a un sobre que tenía mis notas. Después de que leyó eso, me llamó por teléfono”, relató el periodista.

El recorte que practica “Tras las huellas...” se explica porque aquel encuentro “fue justo cuando había venido a la Argentina, en su vuelta a los escenarios. Cuando me había llamado por teléfono la primera vez, había quedado pendiente una entrevista, trunca porque él estaba afónico. Luego no lo vi por años porque justamente, no salía de su casa. Iban los músicos a buscarlo para ver si se podía grabar el disco nuevo y se iban, entonces fue retratar esos años que había pasado encerrado, lo que habían vivido él mismo y sus músicos”.

Con varias voces
Existe además otro ingrediente de peso, porque “es un período sobre el cual no hay mucho material, porque libros sobre Sabina hay muchos: sobre sus primeros pasos artísticos, una biografía que llega hasta 2000, un libro de conversaciones de un periodista español en el que se refiere un poco a la depresión pero desde un solo punto de vista y yo buscaba multiplicarlo...

Por eso, quería tomar todas las voces, desde los más íntimos hasta quienes lo quieren pero no lo ven todos los días, como Silvio Rodríguez o Ismael Serrano. Me pareció que era bueno tomar como punto de partida ese momento, el que pasó encerrado. A la vez también hablar de otras cosas, porque hay momentos del libro que son como ensayos en los que me refiero a temas particulares suyos: cómo se lo puede vincular a artistas como Leonard Cohen, por ejemplo o la relación que puede llegar a tener con el subcomandante Marcos. También hay dos cuentos míos que toman como referencia a Sabina, así que es como mezclar una serie de cosas sin que resulte un híbrido, sino un libro con carácter propio que sea distinto, tanto desde lo visual como lo literario”, señaló el autor.

Serrat, Roos, Sabina... No debe ser fácil contactar con gente de agendas tan apretadas desde el Sudoeste rionegrino. Para esos cometidos, residir aquí implica “dificultades en su mayoría. La facilidad puede ser que la tranquilidad que se vive acá te permite estar cada tanto, encerrado sin ver la luz del Sol para escribir. Ahora, para todo lo demás, es decir, hacer entrevistas y demás, se complica y mucho. En realidad, de este trabajo algunas entrevistas ya estaban hechas, otras fueron hechas específicamente para el libro y para todas tuve que viajar. Hay una que es telefónica a Madrid con Ismael Serrano, hay entrevistas por correo electrónico y contactos por correo electrónico que después se transforman en entrevistas. Pero sí, son más las complicaciones pero también es lo que uno eligió. Si viviera en Buenos Aires, tendría acceso a más personas pero no la tranquilidad para tener ideas locas como hacer este libro”. Y se sabe, la creatividad no tiene demasiado que ver con la cordura.

05 enero 2010

SANDRO





EL FUEGO INOLVIDABLE
DEL GITANO










Julio Cortázar - Rayuela Cap. 7


Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mi para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja...

...Me miras, de cerca me miras, cada vez mas de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez mas de cerca y los ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, Jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mi como una luna en el agua. (fragmento)



Alejandra Pizarnik - Piedra Fundamental

No puedo hablar con mi voz sino con mis voces.

Sus ojos eran la entrada del templo, para mí, que soy errante, que amo y muero. Y hubiese cantado hasta hacerme una con la noche, hasta deshacerme desnuda en la entrada del tiempo.

Un canto que atravieso como un túnel.

Presencias inquietantes, gestos de figuras que se aparecen vivientes por obra de un lenguaje activo que las alude, signos que insinúan terrores insolubles.

Una vibración de los cimientos, un trepidar de los fundamentos, drenan y barrenan, y he sabido dónde se aposenta aquello tan otro que es yo, que espera que me calle para tomar posesión de mí y drenar y barrenar los cimientos, los fundamentos, aquello que me es adverso desde mí, conspira, toma posesión de mi terreno baldío, no, he de hacer algo, no, no he de hacer nada, algo en mí no se abandona a la cascada de cenizas que me arrasa dentro de mí con ella que es yo, conmigo que soy ella y que soy yo, indeciblemente distinta de ella.

En el silencio mismo (no en el mismo silencio) tragar noche, una noche inmensa inmersa en el sigilo de los pasos perdidos.

No puedo hablar para nada decir. Por eso nos perdemos, yo y el poema, en la tentativa inútil de transcribir relaciones ardientes.

¿A dónde la conduce esta escritura? A lo negro, a lo estéril, a lo fragmentado.

Las muñecas desventradas por mis antiguas manos de muñeca, la desilusión al encontrar pura estopa (pura estepa tu memoria): el padre, que tuvo que ser Tiresias, flota en el río. Pero tú, ¿por qué te dejaste asesinar escuchando cuentos de álamos nevados?

Yo quería que mis dedos de muñeca penetraran en las teclas. Yo no quería rozar, como una araña, el teclado. Yo quería hundirme, clavarme, fijarme, petrificarme. Yo quería entrar en el teclado para entrar adentro de la música para tener una patria. Pero la música se movía, se apresuraba. Sólo cuando un refrán reincidía, alentaba en mí la esperanza de que se estableciera algo parecido a una estación de trenes, quiero decir: un punto de partida firme y seguro; un lugar desde el cual partir, desde el lugar, hacia el lugar, en unión y fusión con el lugar. Pero el refrán era demasiado breve, de modo que yo no podía fundar una estación pues no contaba más que con un tren algo salido de los rieles que se contorsionaba y se distorsionaba. Entonces abandoné la música y sus traiciones porque la música estaba más arriba o más abajo, pero no en el centro, en el lugar de la fusión y del encuentro. (Tú que fuiste mi única patria ¿en dónde buscarte? Tal vez en este poema que voy escribiendo.)

Una noche en el circo recobré un lenguaje perdido en el momento que los jinetes con antorchas en la mano galopaban en ronda feroz sobre corceles negros. Ni en mis sueños de dicha existirá un coro de ángeles que suministre algo semejante a los sonidos calientes para mi corazón de los cascos contra las arenas. (Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas.)

(Es un hombre o una piedra o un árbol el que va a comenzar el canto...)

Y era un estremecimiento suavemente trepidante (lo digo para aleccionar a la que extravió en mí su musicalidad y trepida con más disonancia que un caballo azuzado por una antorcha en las arenas de un país extranjero).

Estaba abrazada al suelo, diciendo un nombre. Creí que me había muerto y que la muerte era decir un nombre sin cesar.

No es esto, tal vez, lo que quiero decir. Este decir y decirse no es grato. No puedo hablar con mi voz sino con mis voces. También este poema es posible que sea una trampa, un escenario más.

Cuando el barco alternó su ritmo y vaciló en el agua violenta, me erguí como la amazona que domina solamente con sus ojos azules al caballo que se encabrita (¿o fue con sus ojos azules?). El agua verde en mi cara, he de beber de ti hasta que la noche se abra. Nadie puede salvarme pues soy invisible aun para mí que me llamo con tu voz. ¿En dónde estoy? Estoy en un jardín.

Hay un jardín.


Las olas - Virginia Woolf

El sol no había nacido todavía. Hubiera sido imposible distinguir el mar del cielo, excepto por los mil pliegues ligeros de las ondas que le hacían semejarse a una tela arrugada. Poco a poco, a medida que una palidez se extendía por el cielo, una franja sombría separó en el horizonte al cielo del mar, y la inmensa tela gris se rayó con grandes líneas que se movían debajo de su superficie, siguiéndose una a otra persiguiéndose en un ritmo sin fin. Al aproximarse a la orilla, cada una de ellas adquiría forma, se hinchaba y se rompía arrojando sobre la arena un delgado velo de blanca espuma. La ola se detenía para alzarse enseguida nuevamente, suspirando como una criatura dormida cuya respiración va y viene inconscientemente. Poco a poco, la franja oscura del horizonte se aclaró: se hubiera dicho un sedimento depositado en el fondo de una vieja botella, dejando al cristal su transparencia verde. En el fondo, el cielo también se hizo translúcido, cual si el sedimento blanco se hubiera desprendido lo cual si el brazo de una mujer tendida debajo del horizonte hubiera alzado una lámpara, y bandas blancas, amarillas y verdes se alargaron sobre el cielo, igual que las varillas de un abanico. Enseguida la mujer alzó más alto su lámpara y el aire pareció dividirse en fibras, desprenderse de la verde superficie en una palpitación ardiente de fibras amarillas y rojas, como los resplandores humeantes de un fuego de alegría. Poco a poco las fibras se fundieron en un solo fluido, en una sola incandescencia que levantó la pesada cobertura gris del cielo transformándola en un millón de átomos de un azul tierno. La superficie del mar fue adquiriendo gradualmente transparencia y yació ondulando y despidiendo destellos hasta que las franjas oscuras desaparecieron casi totalmente. El brazo que sostenía la lámpara se alzó todavía más, lentamente, se alzó más y más alto, hasta que una inmensa llama se hizo visible: un arco de fuego ardió en el borde del horizonte, y a su alrededor el mar ya no fue sino una sola extensión de oro. La luz golpeó sucesivamente los árboles del jardín iluminando una tras otra las hojas, que se tornaron transparentes. Un pájaro gorjeó muy alto; hubo una pausa: más abajo, otro pájaro repitió su gorjeo. El sol utilizó las paredes de la casa y se apoyó, como la punta de un abanico, sobre una persiana blanca; el dedo del sol marcó sombras azules en el arbusto junto a la ventana del dormitorio. La persiana se estremeció dulcemente. Pero todo en la casa continuó siendo vago e insustancial. Afuera, los pájaros cantaban sus vacías melodías. (fragmento) 1931

Virginia Woolf - Orlando

"Habiendo interrogado al hombre y al pájaro y a los insectos (porque los peces, cuentan los hombres que para oírlos hablar han vivido años su soledad de verdes cavernas, nunca, nunca lo dicen, y tal vez lo saben por eso mismo), habiendo interrogado a todos ellos sin volvernos más sabios, sino más viejos y más fríos -porque ¿no hemos, acaso, implorado el don de aprisionar en un libro algo tan raro y tan extraño, que uno estuviera listo a jurar que era el sentido de la vida?- fuerza es retroceder y decir directamente al lector que espera, todo trémulo, escuchar qué cosa es la vida: ¡ay! no lo sabemos. " (fragmento)

“Cuando los besos saben a alquitrán, cuando las almohadas son de hielo,
cuando el enfermo aprende a blasfemar,
cuando no salen trenes para el
cielo,
a la hora de maldecir,
a la hora de mentir.
Cuando marca sus
cartas el tahúr
y rompe el músico su partitura
y vuelve Nosferatu al
ataúd
y pasa el camión de la basura,
a la hora de crecer,
a la hora
de perder,
cuando ladran los perros del amanecer.”

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“En la posada del fracaso,
donde no hay consuelo ni ascensor,
el desamparo y la humedad
comparten colchón
y cuando, por la calle,
pasa la vida, como un huracán,
el hombre del traje gris
saca un sucio calendario del
bolsillo y grita
¿quién me ha robado el mes de abril?
¿pero cómo pudo sucederme a mí?
¿quién me ha robado el mes de abril?
Lo guardaba en el cajón
donde guardo el corazón.”

__

“Cuando agoniza la fiesta
todas encuentran pareja
menos Lola
que se va, sin ser besada,
a dormirse como cada
noche sola
y una lágrima salada
con sabor a mermelada
de ternura
moja el suelo de su alcoba
donde un espejo le roba
la hermosura.
Nadie sabe cómo le queman en la boca
tantos besos que no ha dado,
tiene el corazón tan de par en par y tan oxidado.”

__

“Algunas veces vivo, y otras veces
la vida se me va con lo que escribo,
algunas veces busco un adjetivo
inspirado y posesivo que te arañe el corazón.
luego arrojo mi mensaje,
se lo lleva de equipaje
una botella…, al mar de tu incomprensión.
No quiero hacerte chantaje,
sólo quiero regalarte una canción.”

__

“Desnuda se sentía igual que un pez en el agua,
vestirla era peor que amortajarla,
inocente y perversa como un mundo sin dioses,
alegre y repartida como el pan de los pobres.
No quise retenerla, ¿de qué hubiera servido
deshacer las maletas del olvido?
Pero no sé qué diera por tenerla ahora mismo
mirando por encima de mi hombro lo que escribo.
Le di mis noches y mi pan, mi angustia, mi risa,
a cambio de sus besos y su prisa,
con ella descubrí que hay amores eternos
que duran lo que dura un corto invierno.”

__

“No soporta el dolor, le divierte inventar
que vive lejos, en un raro país,
cuando viaja en sueños lo hace sin mí,
cada vez que se aburre de andar, da un salto mortal.
Cuando el sol fatigado se dedica a manchar
de rosa las macetas de mi balcón
juega conmigo al gato y al ratón,
si le pido “quédate un poco más”, se viste y se va.
Cuanto más le doy ella menos me da
Por eso a veces tengo dudas, ¿no será un tal Judas
el que le enseñó a besar?”