El poemario está dividido en dos partes. Por un lado Ciudad del contrahombre y por otro Noctambulario. En ambas partes el yo poético se ve apartado de la ciudad que le vio crecer y ahora lo sume en una caverna echando la vista atrás ejercitando la memoria. Aquel que ha visto cómo sus pasos han hecho camino más allá de su ciudad, puede ser ahora un apátrida, alguien perdido en la clandestinidad y en el dolor de la memoria.A veces es suficiente el primer verso para que el lector se ponga en alerta. Puede que a partir de ese momento, el poemario entre rápidamente en una debacle de la que ya no se salve hasta el final. Puede que se trate solamente de un tropiezo y el poemario retome el vuelo. El lector tiene que mantenerse despierto, ajeno a prejuicios y con la mente clara para prepararse ante lo que el poeta le va a decir. En el caso de Ciudad del contrahombre empiezo leyendo un verso que me desconcierta: "Mujer ciudad. Ciudad sin sombras, te amo desde antes que naciera el trueno." Esto ya me hace temer lo peor, que lo que me voy a encontrar no me va a convencer, pero sigo leyendo atento, con la mente lo más despejada que puedo. Y cuando llego al final tengo la sensación de haber leído un poemario bastante irregular.
Parece que algunos poemas hayan sido escritos con el alma y otros solamente con la pluma. A medida que iba leyendo el poemario me encontraba con cantos de auténtica nostalgia y dolor pero también con versos que me dejaban indiferente. Eso último quizá sea porque algunos poemas resultaban demasiado repetitivos (cuántas veces habré leído las palabras "memoria", "caverna" y "escombros" a lo largo del poemario), en ocasiones superficiales y hasta incluso a veces se pierde la senda de la poesía para pasar al aforismo. No obstante, es agradable encontrarse con poemas como Los zapatos sobre la avenida y La ira de Leviatán.
Lo que me queda después de la lectura es haber asistido a un poemario irregular: una mezcla de cantos de auténtica necesidad y otros de simple expresión artificial.
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Eleazar Rivera, Santo Domingo, San Vicente, 1976. Se graduó como profesor de literatura en la Universidad de El Salvador. Fue miembro del Taller de Letras “Talega”. Ha obtenido diversos reconocimientos, entre los que destacan: Premio Centroamericano de poesía Pablo Neruda, Premio María Escalón de Núñez, Primer Lugar en los Juegos florales de Sonsonate y Santa Ana, entre otros. Su obra ha sido publicada en diversas revistas y periódicos de El Salvador y Centroamérica.
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