28 junio 2013

El río sin orillas/Juan José Saer

Es que la carne de vaca asada a las brasas, el "asado", es no únicamente el alimento de base de los argentinos, sino el núcleo de su mitología, e incluso de su mística. Un asado no es únicamente la carne que se come, sino también el lugar donde se la come, la ocasión, la ceremonia. Además de ser un rito de evocación del pasado, es una promesa de reencuentro y de comunión. Como reminiscencia del pasado patriarcal de la llanura, es un alimento cargado de connotaciones rurales y viriles, y en general son hombres los que lo preparan. Además de ciertas partes carnosas de la vaca, prácticamente todas las vísceras son aptas para la parrilla: intestinos, riñones, mollejas, corazón, ubres de la vaca y testículos del toro. El asado se cocina a fuego lento y puede llevar horas, pero esa cocción demorada es menos una regla de oro gastronómica que un pretexto para prolongar los preliminares, es decir la conversación fogosa, las llegadas graduales de los invitados que, trayendo alguna botella de vino para colaborar, van cayendo a medida que sus ocupaciones se lo permiten, incorporándose a la charla animada, no sin pasar un momento por la parrilla para inspeccionar el fuego o cruzar un par de frases con el asador. Es falta derespeto dar consejos o mostrar aprensión sobre la autoridad del que esta asando, aunque cada uno de los presentes tiene su propia teoría sobre cómo deben hacerse las cosas. El asado reconcilia a los argentinos con sus orígenes y les da la ilusión de continuidad histórica y cultural. Todas las comunidades extranjeras lo han adoptado, y todas las ocaciones son buenas para prepararlo. Cuando vienen los amigos del extranjero, cuando alguien obtiene algún triunfo profesional, cuando hace buen tiempo. Cuando los albañiles estan haciendo una casa ponen el techo, atan una rama verde en el punto mas alto de la construccion y hacen un asado. A pesar de su carácter rudimentario, casi salvaje, el asado es rito y promesa, y su esencia mística se pone en evidencia porque le da a los hombres que se reúnen para prepararlo y comerlo en conpañía, la ilusión de una coincidencia profunda con el lugar en el que viven. La crepitación de la leña, el olor de la carne que se asa en la templanza benévola de los patios, del campo, de las terrazas, no desencadenan por cierto ningún efluvio metafísico predestinado a esa tierra, pero si en cambio, repitiendo en un orden casi invariante una serie de sensaciones familiares, acuerdan esa impresión de permanencia y de continuidad sin la cual ninguna vida es posible. Al anochecer, se encienden los primeros fuegos. Un olor a leña, y después de carne asada es lo que sobresale cuando empieza a oscurecer en el campo, en las orillas del río, en los pueblos y en las ciudades. Repartido en muchos hogares, no siempre equitativos, el fuego único de Heráclito arde plácido o turbulento, iluminando y entibiando ese lugar, que, ni más ni menos prestigioso que cualquier otro, es, sin embargo, único también, a causa de unos azares llamados historia, geografía y civilización; el fuego arcaico y sin fin acompañado de voces humanas que resuenan a su alrededor y que van transformándose poco a poco en susurros hasta que por último, ya bien entrada la noche, inaudibles, se desvanecen.

fragmento de
El río sin orillas

23 junio 2013

Grandes Esperanzas/Charles Dickens

"Cuando estuve ante ella, evitando su mirada, pude tomar nota detallada de los objetos que la rodeaban. Entonces vi que su reloj estaba parado a las nueve menos veinte y que el que estaba colgado en la pared interrumpió también su movimiento a la misma hora.
-Mírame, dijo la señorita Havisham. Supongo que no tendrás miedo de una mujer que no ha visto el sol desde que naciste.
Lamento consignar que no temí decir la enorme mentira comprendida en la respuesta:
-No.
-¿Sabes lo que toco ahora? ? dijo poniendo las dos manos, una sobre otra, encima del lado izquierdo de su pecho.
-Sí, señora ? contesté recordando al joven que quería arrancarme el corazón y el hígado.
-¿Qué toco?
-Su corazón.
-¡Destrozado!
Me dirigió una ansiosa mirada al pronunciar tal palabra con el mayor énfasis y con extraña sonrisa, en la que advertía cierta vanidad. Conservó las manos sobre su pecho por espacio de unos instantes, y luego las separó lentamente, como si le pesaran demasiado.
-Estoy fatigada, dijo la señorita Havisham. Deseo alguna distracción, y ya no puedo soportar a los hombres ni a las mujeres. ¡Juega!
Como comprenderá el lector más aficionado a la controversia, difícilmente podría haber ordenado a un muchacho cualquiera otra cosa más extraordinaria en aquellas circunstancias.
-A veces tengo caprichos de enferma, continuó. Y ahora tengo el de desear que alguien juegue. ¡Vamos, muchacho! dijo moviendo impaciente los dedos de su mano derecha. ¡Juega, juega!"
Fragmento de "Grandes Esperanzas"
Charles Dickens

15 junio 2013

1964, de Jorge Luis Borges

I

Ya no es mágico el mundo. Te han dejado.
Ya no compartirás la clara luna
ni los lentos jardines del pasado,
cristal de soledad, sol de agonías.
Adiós las mutuas manos y las sienes
que acercaba el amor. Hoy sólo tienes
la fiel memoria y los desiertos días.
Nadie pierde (repites vanamente)
sino lo que no tiene y no ha tenido
nunca, pero no basta ser valiente
para aprender el arte del olvido.
Un símbolo, una rosa, te desgarra
y te puede matar una guitarra.


II

Ya no seré feliz. Tal vez no importa.
Hay tantas otras cosas en el mundo:
un instante cualquiera es más profundo
y diverso que el mar. La vida es corta
y aunque las horas son tan largas, una
oscura maravilla nos acecha,
la muerte, ese otro mar, esa otra flecha
que nos libra del sol y de la luna
y del amor. La dicha que me diste
y me quitaste debe ser borrada;
lo que era todo tiene que ser nada.
Sólo me queda el goce de estar triste,
esa vana costumbre que me inclina
al Sur, a cierta puerta, a cierta esquina.

13 junio 2013

Día del Escritor

Cada 13 de junio se conmemora el Día del Escritor. La fecha no es casual y encuentra su explicación en que un 13 de junio, pero de 1874, nació Leopoldo Lugones en Villa María del Río Seco, en el corazón de la provincia mediterránea de Córdoba. Entre muchas de las acciones y obras que emprendió, Lugones fundó la Sociedad Argentina de Escritores (SADE).

05 junio 2013

FEDERICO GARCIA LORCA

EL AMOR DUERME EN EL PECHO DEL POETA
Tú nunca entenderás lo que te quiero porque duermes en mí y estás dormido. Yo te oculto llorando, perseguido por una voz de penetrante acero.

Norma que agita igual carne y lucero traspasa ya mi pecho dolorido y las turbias palabras han mordido las alas de tu espíritu severo.

Grupo de gente salta en los jardines esperando tu cuerpo y mi agonía en caballos de luz y verdes crines.

Pero sigue durmiendo, vida mía. Oye mi sangre rota en los violines.
¡Mira que nos acechan todavía!

31 mayo 2013

Al jardín, al mundo / Hojas de hierba de Walt Whitman



Al jardín, al mundo, asciendo de nuevo
Anuncio potentes compañeros, hijas, hijos,
Significo y soy el amor, la vida de sus cuerpos,
Contemplo curioso mi resurrección después del profundo sueño,
Los ciclos que giran en sus vastas órbitas me han traído de nuevo,
Amorosos, maduros, todos hermosos para mí, todos maravillosos,
Mis miembros y el estremecido fuego que siempre corre por ellos, por razones, las más maravillosas,
Existiendo me asomo y penetro aún,
Contento con el presente, contento con el pasado,
A mi lado o detrás Eva me persigue,
O delante, y yo la sigo.

28 mayo 2013

Entrevista al escritor David Viñas: "La burguesía argentina tiene tan sólo un proyecto de sobrevivencia"

Alguna vez Marx, en una formulación famosa, pidió conjugar las armas de la crítica con la crítica de las armas. En la cultura argentina David Viñas ejerce desde hace décadas ambas modalidades de crítica. Mantener esa actitud, sin plegarse a las modas del momento, no resulta fácil. Fundamentalmente en nuestra cultura, siempre tan proclive a dejarse cautivar por “el último grito” académico de París y a acomodarse rápidamente con la onda política del momento.
Como alguien que se siente fuera de lugar y como un aguafiestas -¿qué es un intelectual crítico sino un aguafiestas?- Viñas nunca ha tenido miedo de impugnar los consensos superficiales de último minuto. Esta entrevista no es una excepción a la regla.
Conviene recordar, por ejemplo, que durante los primeros años de la llamada “transición a la democracia”, cuando varios intelectuales vernáculos volvían del exilio mexicano renegando de sus fervores marxistas de los ’60 y ’70 y se abrazaban, entusiastas, arrepentidos y conversos, a las becas socialdemócratas europeas y a los millonarios subsidios de las fundaciones norteamericanas, David Viñas rechazó una beca Guggenheim que le otorgaba más de veinte mil dólares. Cuando le preguntaron las razones de ese “inexplicable” rechazo, teniendo en cuenta que ni siquiera era dueño de su casa y tenía que pagar un alquiler, Viñas apenas susurró el nombre de sus hijos desaparecidos durante la dictadura (María Adelaida y Lorenzo Ismael) y el del escritor Haroldo Conti…

24 mayo 2013

Elsa Bornemann




Autora de "Un elefante ocupa mucho espacio" y "El libro de los chicos enamorados", entre otros textos, fue una de las grandes escritoras de literatura infantil y juvenil de Latinoamérica. La editorial Alfaguara confirmó la noticia de su muerte en su sitio de Facebook: "Como sus editores y amigos, lamentamos profundamente esta gran pérdida".

Nacida en Buenos Aires en 1952, Bornemann era Profesora en Letras y docente. En la década del '70 comenzó a publicar libros para niños y adolescentes. Sus dos textos más conocidos, clásicos de la literatura infantil, fueron "Un elefante ocupa mucho espacio", escrito en 1975 y prohibido por la dictadura, y "El libro de los chicos enamorados (poemas)", de 1977. También publicó, entre otros, "El último mago o Bilembambudín", de 1979, y los cuentos de terror "Socorro Diez (Libro pesadillesco)", de 1994.
En 2004 participó en la Feria del Libro de un encuentro con chicos de tres escuelas primarias, con quienes mantuvo un diálogo sobre sus obras:
"–¿Por qué le puso Un elefante ocupa mucho espacio y no Un elefante muy grande o algo así?
–Porque hay una canción que dice “Un elefante ocupa mucho espacio/ dos elefantes ocupan mucho más/ Dos elefantes ocupan mucho espacio/ tres elefantes ocupan mucho más” y así hasta el infinito.

–¿Se puso nerviosa por si el libro gustaba o no?
–Siempre hay expectativa. Y con Un elefante... siempre digo que el séptimo pecado capital, la envidia, existe. Porque si no hubiera sido premiado (recibió el premio internacional Christian Andersen en 1975), no habría sido prohibido. No creo que Videla lo haya leído.

–¿Cómo se sintió cuando lo prohibieron?
–Muy mal. A mi papá le dio un ataque cerebral y me aconsejó que me fuera a Europa. Pero yo no fui, qué iba a hacer allá, me iba a morir de pena.

–¿Usted cree que en la tierra hay lugares como Bilembambudín?
–Sí. Yo no tengo la imaginación suficiente para imaginar todo lo que existe. Cuando era chica y sufría por algo, mi padre me decía que eso venía sucediendo desde comienzos de la humanidad. Hay errores universales.

–¿Cree que hay personas que quieren hacer el bien?
–Sí, claro. Hay seres extraordinarios.

–¿Alguno de los poemas de El libro de los chicos enamorados se relaciona con algo que le pasó a usted?
–Sí, la enamorada del profesor, por ejemplo.

–¿Cuál fue su fuente de inspiración para El libro...?
–El amor entre chicos, que lo siento desde que yo era chica. No es común que los novios de la infancia se casen, uno después se pelea, se pone de novia con otro... Y en la época que lo escribí estaba como prohibido hablar del amor entre chicos.

–¿De chica le gustaba escribir?
–Sí. Cuando tenía 8 años le dije a mi papá que quería ser escritora y él me dijo que le parecía bien pero que me iba a casar e iba a ser “Elsa Bornemann de”, y que así iba a firmar mis libros. Yo le dije que no, y cada vez que me publicaban un libro se lo llevaba y él pasaba el dedo por arriba del nombre y se ponía contento, porque como tenía tres hijas mujeres decía que a través mío el apellido iba a perdurar. No sé si se ponía más contento porque hubiera sido escritora o por la firma."


FUENTE: pagina|12

22 mayo 2013

Arthur Conan Doyle



Holmes no era un hombre de vida desordenada; modesto en su manera de ser, regular en sus costumbres, rara vez se acostaba después de las diez de la noche, al levantarme, había salido ya de casa después de haber tomado su desayuno. El día lo pasaba entre el laboratorio químico y la sala de disección, y algunas veces se daba largos paseos, casi siempre por las afueras de la población. No puede formarse una idea de su actividad cuando estaba en uno de esos períodos de excitación. Transcurría algún tiempo, venía la reacción, y entonces días enteros, desde que amanecía hasta que anochecía, se los pasaba tumbado sobre un canapé, inmóvil y sin articular palabra. Sus ojos tomaban una expresión tan vaga y soñadora, que cualquiera le hubiera tomado por un imbécil o por un loco si su sobriedad característica y la perfecta moralidad de su vida no hubieran sido una constante protesta semejante suposición.
(...)
Aún cuando se me tache de curiosidad femenil, debo decir en descargo mío que cada vez me intrigaba más aquel hombre, y a todo trance quería descubrir el misterio de que se rodeaba. No puede jugárseme severamente, teniendo en cuenta que mi vida no tenía atractivo alguno. Mi salud no me permitía salir más que cuando abonanzaba mucho el tiempo y no tuve nunca uno de esos amigos a quienes confiarme y en cuya compañía olvidar la monotonía de mi existencia, que cada vez se me hacía más pesada y larga.
Arthur Conan Doyle
Estudio en escarlata (fragmento)


21 mayo 2013

Esa mujer / Rodolfo Walsh

El Coronel elogia mi puntualidad. -Es puntual como los alemanes -dice.
-O como los ingleses.
El Coronel tiene apellido alemán.
Es un hombre corpulento, canoso, de cara ancha, tostada.
-He leído sus cosas -propone-. Lo felicito.
Mientras sirve dos grandes vasos de whisky, me va informando, casualmente, que tiene veinte años de servicios de informaciones, que ha estudiado filosofía y letras, que es un curioso del arte. No subraya nada, simplemente deja establecido el terreno en que podemos operar, una zona vagamente común.
Desde el gran ventanal del décimo piso se ve la ciudad en el atardecer, las luces pálidas del no. Desde aquí es fácil amar, siquiera momentáneamente, a Buenos Aires. Pero no es ninguna forma concebible de amor lo que nos ha reunido.
El Coronel busca unos nombres, unos papeles que acaso yo tenga.
Yo busco una muerta, un lugar en el mapa. Aun no es una búsqueda, es apenas una fantasía: la clase de fantasía perversa que algunos sospechan que podría ocurrírseme.

18 mayo 2013

Mucho más grave / Mario Benedetti

Todas las parcelas de mi vida tienen algo tuyo
y eso en verdad no es nada extraordinario
vos lo sabés tan objetivamente como yo
sin embargo hay algo que quisiera aclararte cuando digo todas las parcelas
no me refiero sólo a esto de ahora a esto de esperarte y aleluya encontrarte
y carajo perderte y volver a encontrar y ojalá nada más
no me refiero sólo a que de pronto digas voy a llorar
y yo con un discreto nudo en la garganta bueno llorá
y que un lindo aguacero invisible nos ampare
y quizá por eso salga enseguida el sol ni me refiero sólo a que día tras día
aumente el stock de nuestras pequeñas y decisivas complicidades
o que yo pueda o creerme que puedo convertir mis reveses en victorias
o me hagas el tierno regalo de tu más reciente desesperación no
la cosa es muchísimo más grave cuando digo todas la parcelas
quiero decir que además de ese dulce cataclismo
también estas rescribiendo mi infancia
esa edad en que uno dice cosas adultas y solemnes
y los solemnes adultos las celebran y vos en cambio sabés que eso no sirve
quiero decir que estás rearmando mi adolescencia
ese tiempo en que fui un viejo cargado de recelos
y vos sabés en cambio extraer de ese páramo
mi germen de alegría y regalarlo mirándolo
quiero decir que estás sucumbiendo mi juventud
ese cántaro que nadie tomó nunca en sus manos
esa sombra que nadie arrimó a su sombra y vos en cambio sabés estremecerla
hasta que empiecen a caer las hojas secas
y quede la armazón de mi verdad sin proezas
quiero decir que estás abrazando mi madurez
esta mezcla de estupor y experiencia este extraño confín de angustia y nieve
esta bujía que ilumina la muerte este precipicio de la pobre vida
como ves es más grave muchísimo más grave porque con éstas o con otras palabras
quiero decir que no sos tan sólo la querida muchacha que sos
sino también las espléndidas o cautelosas mujeres que quise o quiero
porque gracias a vos he descubierto (dirás ya era hora y con razón)
que el amor es una bahía linda y generosa que se ilumina y se oscurece
según venga la vida una bahía donde los barcos llegan y se van
llegan con pájaros y augurios y se van con sirenas y nubarrones
una bahía linda y generosa donde los barcos llegan y se van pero vos por favor
no te vayas. 

13 mayo 2013

Sobre la memoria / Ernesto Sabato

Porque la memoria es lo que resiste al tiempo y a sus poderes de destrucción, y es algo así como la forma que la eternidad puede asumir en ese incesante tránsito. Y aunque nosotros (nuestra conciencia, nuestros sentimientos, nuestra dura experiencia) vamos cambiando con los años. Y también nuestra piel y nuestras arrugas van convirtiéndose en prueba y testimonio de ese tránsito, hay algo en nosotros, allá muy dentro, allá en regiones muy oscuras, aferrado con uñas y dientes a la infancia y al pasado, a la raza y a la tierra, a la tradición y a los sueños, que parece resistir a ese trágico proceso: la memoria, la misteriosa memoria de nosotros mismos, de lo que somos y de lo que fuimos. Sin la cual (¡Y qué terrible ha de ser entonces!) esos hombres que la han perdido como en una formidable y destructiva explosión de aquellas regiones profundas, son tenues, inciertas y livianísimas hojas arrastradas por el furioso y sin sentido viento del tiempo. 

Sobre la memoria

( fragmento )

Ernesto Sabato


07 mayo 2013

Carta de Julio Cortázar al Club de Cronopios de Estocolmo

París, 8 de febrero de 1972
Queridos Marina y Paco

Y así es como viajan los cronopios. Un día alguien avisa que hay un paquete en la aduana. Uno va a la aduana y de golpe las dificultades crecen, hay que llenar formularios, explicar que no está enfermo de cólera (el paquete ¿pero quien lo prueba, si para empezar nadie sabe lo que contiene el paquete?). Para probar que no hay cólera ni una bomba habría que abrir el paquete, pero el paquete no puede ser abierto hasta que se haya comprobado que no tiene microbios de cólera o medio quilo de dinamita. Todo el mundo grita, llora, insulta, vuelva mañana, no vuelva nunca, esto no es vida. Se buscan influencias, pero Pompidou tiene una reunión de gabinete y no puede ir a la aduana a abrir personalmente el paquete, de manera que tengo que volverme a casa y poner varias almohadas sobre mi cabeza y una bolsa de hielo por encima de todo. Pasan ocho días, papeles van y vienen, explique por qué recibe un paquete de Suecia/No tengo la menor idea/Si no tiene la menor idea, imposible entregarle el paquete/En ese caso me dirigiré a las Naciones Unidas y a la Shell Max, esto no va a quedar así/Pague cinco francos y llene esta planilla.
Entonces Pablo Neruda me telefonea para decirme que en Estocolmo le regalaron un cronopio negro. Está tan contento, Pablo, tan feliz con su cronopio. Yo empiezo a preguntarme si el parquete, pero la cuestión del cólera sigue en pie y yo no soy ni premio Nobel ni embajador, de manera que vuelva mañana y traiga cinco certificados de domicilio, identidad, buena salud, moralidad y solvencia. El comisario del distrito me tiene lástima: le haremos un solo certificado con todos los datos juntos, y agregaremos al pie: Messieurs les douaniers, assez de connerier, ouvrez d'une bonne fois le colis, nom de Dieu, merde alors.
Y lo abrieron, mis queridos, y el cronopio verde estaba ahí y se moría de risa mirándome, y yo lo tomé en mis brazos e inmediatamente se hizo pis en mi pulóver de cachemira, cronopio desgraciado, y por si fuera poco mi amiga Ugné que estaba conmigo se enamoró instantáneamente del cronopio y el de ella, y así es como el cronopio está en su casa, aterrorizando a todo el mundo y absolutamente feliz, y yo todavía más.
Esto, tal vez, les explicará el retraso con el que les escribo, porque así es como viajan los cronopios y ya pueden verse los resultados. Gracias, muchas gracias, los tres lo decimos al mismo tiempo, Ugné, el cronopio y yo. Al cronopio le gusta París, está sumamente verde y cambia continuamente de lugar. Imposible invitar chicas jóvenes y bonitas porque inmediatamente se instala en sus rodillas y es un espectáculo envidiable y odioso, uno se siente completamente desplazado por el cronopio y él lo sabe y se arrodilla al cuello de la chica y le dice cosas en el oído y la chica se pone muy roja y la reunión toma un aire que recuerda los peores capítulos de Sade. Después el cronopio se apodera del diván más confortable y duerme panza arriba y con un aire de gran felicidad, puesto que ha conseguido destruir todos los principios morales que sostenían la casa. Ni ustedes ni yo somos culpables, los cronopios ya viven por su cuenta, no queda más remedio que resignarse. Para peor uno ama al cronopio, lo cuida y lo acaricia, es el colmo.
He creído de mi deber enviarles este sucinto informe. Me pregunto que estará pasando en la casa de Neruda, pero no creo que me atreva a preguntárselo.
Los quiero mucho.
 Extraído de "La fascinación de las palabras" de Omar Prego Gadea - Julio Cortázar. 1997, Alfaguara ©

02 mayo 2013

Jorge Luis Borges "1964"

I

Ya no es mágico el mundo. Te han dejado.
Ya no compartirás la clara luna
ni los lentos jardines. Ya no hay una
luna que no sea espejo del pasado, 
cristal de soledad, sol de agonías.
Adiós las mutuas manos y las sienes
que acercaba el amor. Hoy sólo tienes
la fiel memoria y los desiertos días. 
Nadie pierde (repites vanamente)
sino lo que no tiene y no ha tenido
nunca, pero no basta ser valiente
para aprender el arte del olvido.
Un símbolo, una rosa, te desgarra
y te puede matar una guitarra.

II
Ya no seré feliz. Tal vez no importa.
Hay tantas otras cosas en el mundo;
un instante cualquiera es más profundo
y diverso que el mar. La vida es corta

y aunque las horas son tan largas, una
oscura maravilla nos acecha,
la muerte, ese otro mar, esa otra flecha
que nos libra del sol y de la luna

y del amor. La dicha que me diste
y me quitaste debe ser borrada;
lo que era todo tiene que ser nada.

Sólo que me queda el goce de estar triste,
esa vana costumbre que me inclina
al Sur, a cierta puerta, a cierta esquina.

29 abril 2013

Alejandra Pizarnik

Tiempo
 

A Olga Orozco

Yo no sé de la infancia
más que un miedo luminoso
y una mano que me arrastra
a mi otra orilla.

Mi infancia y su perfume
a pájaro acariciado.

25 abril 2013

Juan José Manauta

El narrador entrerriano, autor de Las tierras blancas –que fue llevada al cine por Hugo del Carril en 1959–, nunca figuró entre los best-seller, pero cosechó el reconocimiento de sus pares. Fue un ferviente comunista, tanto es así que reconocía a Gorki como su maestro.


La repetición es la esencia de la existencia: el sol sale todos los días y por la noche vuelve a ponerse. Nacimiento y muerte. Un narrador gigante, invisibilizado por el mercado editorial, puso el oído en la tierra –en esos rancheríos donde los únicos sustantivos que aplican son la pobreza, la miseria y la necesidad– para escuchar el galope en la sangre. Gualeguay, su pago natal, llora. Buenos Aires, ciudad donde vivió desde 1942, también. Juan José Manauta murió ayer a los 93 años. Un escritor nunca es sólo un estribillo. Pero a veces la mente almacena un puñado de palabras invariables, adheridas para siempre en los pliegues más íntimos de la memoria. Entonces regresa la voz de Odiseo, uno de los protagonistas de la novela Las tierras blancas. “Y otra vez el hambre. Otra vez el hambre, y es como decir: otra vez la mañana, el atardecer, el mediodía. Otra vez la primavera. Otra vez el hambre, como si dijésemos: otra vez las nubes andan hacia el crepúsculo. El hambre, el hambre-día, el hambre-estación, el hambre brisa-del-Sur que lleva las nubes hacia el horizonte.” Y otra vez la muerte, querido Manauta, “vieja y maternal, asesina, jugosa y obediente”.

18 abril 2013

José Luis Sampedro

"Tendríamos que indignarnos 1.000 veces más"
José Luis Sampedro

13 abril 2013

Clorindo Testa


Arquitecto, autor de la Biblioteca Nacional, el Banco de Londres y el Centro Cultural Recoleta, habla sin reparos sobre algunas de sus obras, las ideologías y el gusto de los argentinos por los edificios afrancesadosHay un acuerdo general de que este hombre de más de 80 años es el más artista de los arquitectos consagrados de la Argentina, que marcó tendencia con sus obras, y que para muchos tiene ese carácter que logran los muy respetados: "Estar más allá del bien y el mal".





Me recibió en su estudio, en Santa Fe y Callao, un edificio centenario y como tal, amplio y de techos muy altos. Ya al ingresar todo sorprende, empezando por el mismo Clorindo Testa. Pensándolo detenidamente, me resultó una conversación árida, ya que creo que está más acostumbrado a monologar que a dialogar. Todo a su alrededor es poco convencional, entre un tanto desprolijo y un poco caótico, las pinturas en el piso desparramadas por el estudio y sus falsos puntales a modo de instalaciones a un costado. Jóvenes que entran y salen continuamente. No es un hombre coqueto: traje gris con algunas millas recorridas, corbata finita y los anteojos sostenidos en la frente. No habla si no formulo una pregunta. Sostiene el silencio. Por momentos parece un niño caprichoso.

-Tanto Mario Roberto Alvarez como Justo Solsona y usted viven en edificios centenarios. ¿Por qué no lo hacen en casas construidas por ustedes?

-Porque eso no importa nada. Este edificio es de 1912. Va a cumplir cien años, lo cual no tiene ninguna importancia. Si estuviera en Roma, posiblemente viviría en un edificio de hace trescientos años.

-Pero uno es también el lugar donde vive...

-Si a lo mejor alguien me hubiera encargado un edificio donde yo hubiera podido quedarme hasta hoy, allí estaría.

-Frank Lloyd Wright vivía en Los Angeles, en una casa hecha por él. Dicen que usted es más artista que arquitecto.

-Eso es muy lindo. Alguien me lo dijo de otra manera hace tiempo, y desgraciadamente con el tiempo se te borran los nombres. Fue hacia finales de los años 50. Hubo una exposición en Gath & Chaves, en la calle Florida -ya no existe-, exposición que era de pintura, arquitectura, urbanismo y muchas más cosas. Era un concurso para la construcción de un lugar llamado Castel Defense, una de las primeras urbanizaciones que se hacían, al estilo de ese horror que es ahora la Costa del Sol. Con edificios como el de la avenida Figueroa Alcorta. Entonces, un señor que era crítico, pero también pintor o intelectual, no recuerdo, me dijo: "Vea, Testa, usted cuando pinta parece arquitecto, y cuando hace arquitectura parece pintor".

-¿Pero es bueno o malo?

-Para mí, es bueno. Si vos mirás mis cuadros no se sabe si es una pintura o es un plano. Además, el tema es la ciudad, las manzanas, los cuadriculados. Las dos cosas están unidas.

07 abril 2013

Lucas, sus largas marchas

Todo el mundo sabe que la Tierra está separada de los otros astros por una cantidad variable de años luz. Lo que pocos saben (en realidad, solamente yo) es que Margarita está separada de mí por una cantidad considerable de años caracol.
Al principio pensé que se trataba de años tortuga, pero he tenido que abandonar esa unidad de medida demasiado halagadora. Por poco que camine una tortuga, yo hubiera terminado por llegar a Margarita, pero en cambio Osvaldo, mi caracol preferido, no me deja la menor esperanza. Vaya a saber cuándo se inició la marcha que lo fue distanciando imperceptiblemente de mi zapato izquierdo, luego que lo hube orientado con extrema precisión hacia el rumbo que lo llevaría a Margarita. Repleto de lechuga fresca, cuidado y atendido amorosamente, su primer avance fue promisorio, y me dije esperanzadamente que antes de que el pino del patio sobrepasara la altura del tejado, los plateados cuernos de Osvaldo entrarían en el campo visual de Margarita para llevarle mi mensaje simpático; entre tanto, desde aquí podía ser feliz imaginando su alegría al verlo llegar, la agitación de sus trenzas y sus brazos.
Tal vez los años luz son todos iguales, pero no los años caracol, y Osvaldo ha cesado de merecer mi confianza. No es que se detenga, pues me ha sido posible verificar por su huella argentada que prosigue su marcha y que mantiene la buena dirección, aunque esto suponga para él subir y bajar incontables paredes o atravesar íntegramente una fábrica de fideos. Pero más me cuesta a mí comprobar esa meritoria exactitud, y dos veces he sido arrestado por guardianes enfurecidos a quienes he tenido que decir las peores mentiras puesto que la verdad me hubiera valido una lluvia de trompadas. Lo triste es que Margarita, sentada en su sillón de terciopelo rosa, me espera del otro lado de la ciudad. Si en vez de Osvaldo yo me hubiera servido de los años luz, ya tendríamos nietos; pero cuando se ama larga y dulcemente, cuando se quiere llegar al término de una paulatina esperanza, es lógico que se elijan los años caracol. Es tan difícil, después de todo, decidir cuáles son las ventajas y cuáles los inconvenientes de estas opciones.

Julio Cortázar

02 abril 2013

2 DE ABRIL

La La Guerra de las Malvinas, guerra patria que por un rato unió a los argentinos pisadores y a los argentinos pisados, culmina con la victoria del ejército colonialista de Gran Bretaña.
No se han hecho ni un tajito los generales y coroneles argentinos que habían prometido derramar hasta la última gota de sangre. Quienes declararon la guerra no estuvieron en ella ni de visita. Para que la bandera argentina flameara en estos hielos, causa justa en manos injustas, los altos mandos enviaron al matadero a los muchachitos enganchados por el servicio militar obligatorio, que más murieron de frío que de bala.
No les tiembla el pulso: con mano segura firman la rendición los violadores de mujeres atadas, los verdugos de obreros desarmados.
_____

Eduardo Galeano
De Memoria del fuego (1986) un libro con infinitas lecturas que se presta, de manera especial, para el hipertexto. Estas páginas recogen fragmentos del libro ordenados en forma cronológica y enriquecidos, en algunos casos, con fotografías, audio y textos adicionales tomados de las fuentes originales.

28 marzo 2013

Miguel Hernández

Miguel Hernández 
Orihuela, 30 de octubre de 1910 – Alicante, 28 de marzo de 1942

24 marzo 2013

Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia

El recuerdo de un momento que nunca se debería olvidar desde ninguno de los aspectos culturales que nos identifican, ya que no sólo se conmemora a las víctimas de la última Dictadura militar que gobernó el país, autoproclamada Proceso de Reorganización Nacional, sino que se trata del recuerdo de un período que no se debe repetir de nuestra historia nacional.

17 marzo 2013

Hannah Arendt

Sea como sea, al decir que ningún testamento nos legó nuestra herencia, el poeta alude al anonimato del tesoro perdido. El testamento, cuando dice al heredero lo que le pertenecerá por derecho, entrega las posesiones del pasado a un futuro. Sin testamento o, para sortear la metáfora, sin tradición -que selecciona y denomina, que trasmite y preserva, que indica dónde están los tesoros y cuál es su valor-, parece que no existe una continuidad voluntaria en el tiempo y, por tanto, hablando en términos humanos, ni pasado ni futuro: sólo el cambio eterno del mundo y del ciclo biológico de las criaturas que en él viven. Es decir que el tesoro no se perdió por circunstancias históricas ni por los infortunios de la realidad, sino porque ninguna tradición había previsto su aparición ni su realidad, porque ningún testamento lo había legado al futuro. De todos modos, la pérdida, quizá inevitable en términos de realidad política, se consumó por el olvido, por un fallo de la memoria no sólo de los herederos sino también, por decirlo así, de los actores, de los testigos, de quienes por un instante fugaz sostuvieron el tesoro en la palma de sus manos, en pocas palabras, de los propios seres humanos; porque el recuerdo, que -si bien una de las más importantes- no es más que una forma de pensamiento, está desvalido fuera de una estructura de referencia preestablecida, y la mente humana sólo en muy raras ocasiones es capaz de retener algo que se presenta completamente inconexo. Así los primeros que no lograron recordar cómo era ese tesoro fueron precisamente los que, aun poseyéndolo, lo consideraron tan raro que ni siquiera supieron cómo llamarlo. En su momento, ésto no les preocupó: aunque ignoraban su tesoro, conocían bastante bien el significado de lo que hacían y sabían que eso estaba más allá de la victoria y de la derrota: "La acción que tiene un significado para el hombre vivo sólo es válida para el muerto; su cumplimiento, sólo para las mentes que la han heredado y la cuestionan, para reflexionar sobre ella y recordar. Lo fundamental es que se les escapa el 'cumplimiento', que sin duda todo hecho acontecido debe tener en la mente de quienes han de contarlo a la historia para trasladar su significación; y sin esta conciencia del cumplimiento después de la acción, sin la articulación operada por el recuerdo, sencillamente ya no había relato que se pudiera
transmitir."

06 marzo 2013

Cien años de soledad de Gabriel Garcia Marquez (fragmento)

Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo.
Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos. El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarías con el dedo. Todos los años, por el mes de marzo, una familia de gitanos desarrapados plantaba su carpa cerca de la aldea, y con un grande alboroto de pitos y timbales daban a conocer los nuevos inventos.
Primero llevaron el imán. Un gitano corpulento, de barba montaraz y manos de gorrión, que se presentó con el nombre de Melquiades, hizo una truculenta demostración pública de lo que él mismo llamaba la octava maravilla de los sabios alquimistas de Macedonia. Fue de casa en casa arrastrando dos lingotes metálicos, y todo el mundo se espantó al ver que los calderos, las pailas, las tenazas y los anafes se caían de su sitio, y las maderas crujían por la desesperación de los clavos y los tornillos tratando de desenclavarse, y aun los objetos perdidos desde hacía mucho tiempo aparecían por donde más se les había buscado, y se arrastraban en desbandada turbulenta detrás de los fierros mágicos de Melquíades. «Las cosas, tienen vida propia -pregonaba el gitano con áspero acento-, todo es cuestión de despertarles el ánima.»

03 marzo 2013

"Como gata boca arriba" - Gioconda Belli

Te quiero como gata boca arriba,
panza arriba te quiero,
maullando a través de tu mirada,
de este amor-jaula
violento,
lleno de zarpazos
como una noche de luna
y dos gatos enamorados
discutiendo su amor en los tejados,
amándose a gritos y llantos,
a maldiciones, lágrimas y sonrisas
(de esas que hacen temblar el cuerpo de alegría)
Te quiero como gata panza arriba
y me defiendo de huir,
de dejar esta pelea
de callejones y noches sin hablarnos,
este amor que me marea,
que me llena de polen,
de fertilidad
y me anda en el día por la espalda
haciéndome cosquillas.
No me voy, no quiero irme, dejarte,
te busco agazapada
ronroneando,
te busco saliendo detrás del sofá,
brincando sobre tu cama,
pasándote la cola por los ojos,
te busco desperezándome en la alfombra,
poniéndome los anteojos para leer
libros de educación del hogar
y no andar chiflada y saber manejar la casa,
poner la comida,
asear los cuartos,
amarte sin polvo y sin desorden,
amarte organizadamente,
poniéndole orden a este alboroto
de revolución y trabajo y amor
a tiempo y destiempo,
de noche, de madrugada,
en el baño,
riéndonos como gatos mansos,
lamiéndonos la cara como gatos viejos y cansados
a los pies del sofá de leer el periódico.
Te quiero como gata agradecida,
gorda de estar mimada,
te quiero como gata flaca
perseguida y llorona,
te quiero como gata, mi amor,
como gata, Gioconda,
como mujer,
te quiero.

28 febrero 2013

A vista de pájaro

Dos pájaros cantores, el colibrí y el cuervo, Serrat y Sabina, se dan cita en este diccionario apasionado que viaja del amor a la muerte, de la Barcelona del Poble Sec al Madrid de la Mandrágora, de la copla al rock, del tango al flamenco, de Jacques Brel a Bob Dylan, de los poetas cantados a los poetas que iluminaron con sus versos noches de parranda infinita, de los versos de Antonio Machado a los de Ángel González.De la A de amistad a la Z de zaguán, de la C de Carnaval a la F de Fútbol pasando por la D de Dios. Lo trascendente y lo lúdico, lo amoroso y lo existencial, todo cabe en la entradas de este diccionario de emociones.He aquí palabras convertidas en canciones, formas de felicidad, vidas cruzadas de trovadores que han conformado la banda sonora de más de una generación de españoles y latinoamericanos, desde Algeciras hasta Buenos Aires, canción a canción, verso a verso.El escritor Luis García Gil, autor del elogiadísimo Serrat, cantares yhuellas, funde los universos de Sabina y Serrat en un solo libro para terminar regalando a los lectores una celebración de la vida y de la obra de estos dos cantautores irrepetibles que han sido capaces de sintetizar en canciones toda una serie de sentimientos y de anhelos.

12 febrero 2013

"Ceremonias" (fragmento) de Julio Cortázar

" Había empezado a leer la novela unos días antes. La abandonó por negocios urgentes, volvió a abrirla cuando regresaba en tren a la finca; se dejaba interesar lentamente por la trama, por el dibujo de los personajes. Esa tarde, después de escribir una carta a su apoderado y discutir con el mayordomo una cuestión de aparcerías, volvió al libro en la tranquilidad del estudio que miraba hacia el parque de los robles. Arrellanando en su sillón favorito, de espaldas a la puerta de lo que hubiera molestado como una irritante posibilidad de intrusiones, dejó que su mano izquierda acariciara una y otra vez el terciopelo verde y se puso a leer los últimos capítulos. Su memoria retenía sin esfuerzo los nombres y las imágenes de los protagonistas; la ilusión novelesca lo ganó casi enseguida. Gozaba del placer casi perverso de irse desgajando línea a línea de lo que lo rodeaba, y sentir a la vez que su cabeza descansaba cómodamente en el terciopelo del alto respaldo, que los cigarrillos seguían al alcance de la mano, que más allá de los ventanales danzaba el aire del atardecer bajo los robles. Palabra a palabra, absorbido por la sórdida disyuntiva de los héroes, dejándose ir hacia las imágenes que se concertaban y adquirían color y movimiento, fue testigo del último encuentro en la cabaña del monte. Primero entraba la mujer, recelosa; ahora llegaba el amante, lastimada la cara por el chicotazo de una rama. Admirablemente resteñaba ella la sangre con sus besos, pero él rechazaba las caricias, no había venido para repetir las ceremonias de una pasión secreta, protegida por un mundo de hojas secas y senderos furtivos. El puñal se entibiaba contras su pecho, y debajo latía la libertad agazapada. Un diálogo anhelante corría por las páginas como un arroyo de serpientes, y se sentía que todo estaba decidido desde siempre. Hasta esas caricias que enredaban el cuerpo del amante como queriendo retenerlo y disuadirlo, dibujaban abominablemente la figura de otro cuerpo que era necesario destruir. "

01 febrero 2013

María Elena Walsh

"Hoy vuelvo de países que están muertos,
después de un mar que no me dijo nada..."
María Elena Walsh

25 enero 2013

SIN JUSTICIA NO HAY DEMOCRACIA

José Luis Cabezas
(1961–1997)

Julio Cortázar - Rayuela Cap. 7


Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mi para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja...

...Me miras, de cerca me miras, cada vez mas de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez mas de cerca y los ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, Jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mi como una luna en el agua. (fragmento)



Alejandra Pizarnik - Piedra Fundamental

No puedo hablar con mi voz sino con mis voces.

Sus ojos eran la entrada del templo, para mí, que soy errante, que amo y muero. Y hubiese cantado hasta hacerme una con la noche, hasta deshacerme desnuda en la entrada del tiempo.

Un canto que atravieso como un túnel.

Presencias inquietantes, gestos de figuras que se aparecen vivientes por obra de un lenguaje activo que las alude, signos que insinúan terrores insolubles.

Una vibración de los cimientos, un trepidar de los fundamentos, drenan y barrenan, y he sabido dónde se aposenta aquello tan otro que es yo, que espera que me calle para tomar posesión de mí y drenar y barrenar los cimientos, los fundamentos, aquello que me es adverso desde mí, conspira, toma posesión de mi terreno baldío, no, he de hacer algo, no, no he de hacer nada, algo en mí no se abandona a la cascada de cenizas que me arrasa dentro de mí con ella que es yo, conmigo que soy ella y que soy yo, indeciblemente distinta de ella.

En el silencio mismo (no en el mismo silencio) tragar noche, una noche inmensa inmersa en el sigilo de los pasos perdidos.

No puedo hablar para nada decir. Por eso nos perdemos, yo y el poema, en la tentativa inútil de transcribir relaciones ardientes.

¿A dónde la conduce esta escritura? A lo negro, a lo estéril, a lo fragmentado.

Las muñecas desventradas por mis antiguas manos de muñeca, la desilusión al encontrar pura estopa (pura estepa tu memoria): el padre, que tuvo que ser Tiresias, flota en el río. Pero tú, ¿por qué te dejaste asesinar escuchando cuentos de álamos nevados?

Yo quería que mis dedos de muñeca penetraran en las teclas. Yo no quería rozar, como una araña, el teclado. Yo quería hundirme, clavarme, fijarme, petrificarme. Yo quería entrar en el teclado para entrar adentro de la música para tener una patria. Pero la música se movía, se apresuraba. Sólo cuando un refrán reincidía, alentaba en mí la esperanza de que se estableciera algo parecido a una estación de trenes, quiero decir: un punto de partida firme y seguro; un lugar desde el cual partir, desde el lugar, hacia el lugar, en unión y fusión con el lugar. Pero el refrán era demasiado breve, de modo que yo no podía fundar una estación pues no contaba más que con un tren algo salido de los rieles que se contorsionaba y se distorsionaba. Entonces abandoné la música y sus traiciones porque la música estaba más arriba o más abajo, pero no en el centro, en el lugar de la fusión y del encuentro. (Tú que fuiste mi única patria ¿en dónde buscarte? Tal vez en este poema que voy escribiendo.)

Una noche en el circo recobré un lenguaje perdido en el momento que los jinetes con antorchas en la mano galopaban en ronda feroz sobre corceles negros. Ni en mis sueños de dicha existirá un coro de ángeles que suministre algo semejante a los sonidos calientes para mi corazón de los cascos contra las arenas. (Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas.)

(Es un hombre o una piedra o un árbol el que va a comenzar el canto...)

Y era un estremecimiento suavemente trepidante (lo digo para aleccionar a la que extravió en mí su musicalidad y trepida con más disonancia que un caballo azuzado por una antorcha en las arenas de un país extranjero).

Estaba abrazada al suelo, diciendo un nombre. Creí que me había muerto y que la muerte era decir un nombre sin cesar.

No es esto, tal vez, lo que quiero decir. Este decir y decirse no es grato. No puedo hablar con mi voz sino con mis voces. También este poema es posible que sea una trampa, un escenario más.

Cuando el barco alternó su ritmo y vaciló en el agua violenta, me erguí como la amazona que domina solamente con sus ojos azules al caballo que se encabrita (¿o fue con sus ojos azules?). El agua verde en mi cara, he de beber de ti hasta que la noche se abra. Nadie puede salvarme pues soy invisible aun para mí que me llamo con tu voz. ¿En dónde estoy? Estoy en un jardín.

Hay un jardín.


Las olas - Virginia Woolf

El sol no había nacido todavía. Hubiera sido imposible distinguir el mar del cielo, excepto por los mil pliegues ligeros de las ondas que le hacían semejarse a una tela arrugada. Poco a poco, a medida que una palidez se extendía por el cielo, una franja sombría separó en el horizonte al cielo del mar, y la inmensa tela gris se rayó con grandes líneas que se movían debajo de su superficie, siguiéndose una a otra persiguiéndose en un ritmo sin fin. Al aproximarse a la orilla, cada una de ellas adquiría forma, se hinchaba y se rompía arrojando sobre la arena un delgado velo de blanca espuma. La ola se detenía para alzarse enseguida nuevamente, suspirando como una criatura dormida cuya respiración va y viene inconscientemente. Poco a poco, la franja oscura del horizonte se aclaró: se hubiera dicho un sedimento depositado en el fondo de una vieja botella, dejando al cristal su transparencia verde. En el fondo, el cielo también se hizo translúcido, cual si el sedimento blanco se hubiera desprendido lo cual si el brazo de una mujer tendida debajo del horizonte hubiera alzado una lámpara, y bandas blancas, amarillas y verdes se alargaron sobre el cielo, igual que las varillas de un abanico. Enseguida la mujer alzó más alto su lámpara y el aire pareció dividirse en fibras, desprenderse de la verde superficie en una palpitación ardiente de fibras amarillas y rojas, como los resplandores humeantes de un fuego de alegría. Poco a poco las fibras se fundieron en un solo fluido, en una sola incandescencia que levantó la pesada cobertura gris del cielo transformándola en un millón de átomos de un azul tierno. La superficie del mar fue adquiriendo gradualmente transparencia y yació ondulando y despidiendo destellos hasta que las franjas oscuras desaparecieron casi totalmente. El brazo que sostenía la lámpara se alzó todavía más, lentamente, se alzó más y más alto, hasta que una inmensa llama se hizo visible: un arco de fuego ardió en el borde del horizonte, y a su alrededor el mar ya no fue sino una sola extensión de oro. La luz golpeó sucesivamente los árboles del jardín iluminando una tras otra las hojas, que se tornaron transparentes. Un pájaro gorjeó muy alto; hubo una pausa: más abajo, otro pájaro repitió su gorjeo. El sol utilizó las paredes de la casa y se apoyó, como la punta de un abanico, sobre una persiana blanca; el dedo del sol marcó sombras azules en el arbusto junto a la ventana del dormitorio. La persiana se estremeció dulcemente. Pero todo en la casa continuó siendo vago e insustancial. Afuera, los pájaros cantaban sus vacías melodías. (fragmento) 1931

Virginia Woolf - Orlando

"Habiendo interrogado al hombre y al pájaro y a los insectos (porque los peces, cuentan los hombres que para oírlos hablar han vivido años su soledad de verdes cavernas, nunca, nunca lo dicen, y tal vez lo saben por eso mismo), habiendo interrogado a todos ellos sin volvernos más sabios, sino más viejos y más fríos -porque ¿no hemos, acaso, implorado el don de aprisionar en un libro algo tan raro y tan extraño, que uno estuviera listo a jurar que era el sentido de la vida?- fuerza es retroceder y decir directamente al lector que espera, todo trémulo, escuchar qué cosa es la vida: ¡ay! no lo sabemos. " (fragmento)

“Cuando los besos saben a alquitrán, cuando las almohadas son de hielo,
cuando el enfermo aprende a blasfemar,
cuando no salen trenes para el
cielo,
a la hora de maldecir,
a la hora de mentir.
Cuando marca sus
cartas el tahúr
y rompe el músico su partitura
y vuelve Nosferatu al
ataúd
y pasa el camión de la basura,
a la hora de crecer,
a la hora
de perder,
cuando ladran los perros del amanecer.”

__

“En la posada del fracaso,
donde no hay consuelo ni ascensor,
el desamparo y la humedad
comparten colchón
y cuando, por la calle,
pasa la vida, como un huracán,
el hombre del traje gris
saca un sucio calendario del
bolsillo y grita
¿quién me ha robado el mes de abril?
¿pero cómo pudo sucederme a mí?
¿quién me ha robado el mes de abril?
Lo guardaba en el cajón
donde guardo el corazón.”

__

“Cuando agoniza la fiesta
todas encuentran pareja
menos Lola
que se va, sin ser besada,
a dormirse como cada
noche sola
y una lágrima salada
con sabor a mermelada
de ternura
moja el suelo de su alcoba
donde un espejo le roba
la hermosura.
Nadie sabe cómo le queman en la boca
tantos besos que no ha dado,
tiene el corazón tan de par en par y tan oxidado.”

__

“Algunas veces vivo, y otras veces
la vida se me va con lo que escribo,
algunas veces busco un adjetivo
inspirado y posesivo que te arañe el corazón.
luego arrojo mi mensaje,
se lo lleva de equipaje
una botella…, al mar de tu incomprensión.
No quiero hacerte chantaje,
sólo quiero regalarte una canción.”

__

“Desnuda se sentía igual que un pez en el agua,
vestirla era peor que amortajarla,
inocente y perversa como un mundo sin dioses,
alegre y repartida como el pan de los pobres.
No quise retenerla, ¿de qué hubiera servido
deshacer las maletas del olvido?
Pero no sé qué diera por tenerla ahora mismo
mirando por encima de mi hombro lo que escribo.
Le di mis noches y mi pan, mi angustia, mi risa,
a cambio de sus besos y su prisa,
con ella descubrí que hay amores eternos
que duran lo que dura un corto invierno.”

__

“No soporta el dolor, le divierte inventar
que vive lejos, en un raro país,
cuando viaja en sueños lo hace sin mí,
cada vez que se aburre de andar, da un salto mortal.
Cuando el sol fatigado se dedica a manchar
de rosa las macetas de mi balcón
juega conmigo al gato y al ratón,
si le pido “quédate un poco más”, se viste y se va.
Cuanto más le doy ella menos me da
Por eso a veces tengo dudas, ¿no será un tal Judas
el que le enseñó a besar?”