05 agosto 2014

Recuperaron al nieto de Estela de Carlotto

El nieto varón de la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, hijo de su hija Laura Carlotto, asesinada durante la dictadura, fue recuperado luego de 37 años de búsqueda incesante de sus familiares.


Así lo informó esta tarde el secretario de Derechos Humanos de la provincia de Buenos Aires, Guido Carlotto, en diálogo con Télam.


"Estamos muy felices por la noticia. Por cuestiones legales, lo único que puedo contar es que se trata de un músico y que se realizó el estudio de ADN voluntariamente", dijo Guido Carlotto a la espera de la conferencia de prensa que se llevaría a cabo en la sede de Abuelas hoy a las 17.



Laura Carlotto, secuestrada y asesinada por la dictadura militar, era estudiante de Historia de la Universidad Nacional de La Plata, pertenecía a la Juventud Universitaria Peronista (JUP).



A fines de noviembre de 1977 Laura fue secuestrada embarazada de tres meses. La joven, según testimonios de sobrevivientes, fue mantenida con vida en el centro clandestino de detención La Cacha, en La Plata, hasta dar a luz en el Hospital Militar de Buenos Aires el 26 de junio de 1978.



El niño, cuyo nombre para la familia es Guido y hoy tiene 36 años, permanecía desaparecido hasta hoy.

03 agosto 2014

LOS MEJORES DE LA RAZA / CHARLES BUKOWSKI





No hay nada que
discutir
no hay nada que
recordar
no hay nada que
olvidar 
es triste
no es
triste 
parece que la
cosa más
sensata
que una persona puede 
hacer
es
estar sentada
con una copa en la
mano
mientras las paredes
blanden
sonrisas de
despedida 
uno pasa a través de
todo 
ello
con una cierta
cantidad de
eficiencia y valentía
entonces
se va 
algunos aceptan
la posibilidad de
Dios
para ayudarles
en su
paso 
otros
lo aceptan
como es 
y por estos 
bebo 
esta noche.



30 julio 2014

Fragmento del discurso que Gabriel García Márquez leyó en Estocolmo el jueves 21 de octubre de 1982, antes de recibir el Premio Nobel de Literatura

“Un día como hoy, mi maestro William Faullkner dijo en este lugar: ‘Me niego a admitir el fin del hombre’. No me sentiría digno de ocupar este sitio que fue suyo si no tuviera la conciencia plena de que por primera vez desde los orígenes de la humanidad, el desastre colosal que él se negaba a admitir hace 32 años es ahora nada más que una simple posibilidad científica. Ante esta realidad sobrecogedora, que a través de todo el tiempo humano debió de parecer una utopía, los inventores de fábulas que todo lo creemos, nos sentimos con el derecho de creer que todavía no es demasiado tarde para emprender la creación de la utopía contraria. Una nueva y arrasadora utopía de la vida, donde nadie pueda decidir por otros hasta la forma de morir, donde de veras sea cierto el amor y sea posible la felicidad, y donde las estirpes condenadas a cien años de soledad tengan por fin y para siempre una segunda oportunidad sobre la tierra […] Es por eso que invito a todos ustedes a brindar por lo que un gran poeta de nuestras Américas, Luis Cardoza y Aragón, ha definido como la única prueba concreta de la existencia del hombre: la poesía”

27 julio 2014

Virgilio Piñera

TEXTO

La secreta aspiración de papá fue el cenobio: por qué equivocó esta vocación, por qué se casó, y lo que es todavía más contradictorio, por qué tuvo seis hijos (aspiraba a tener doce pero mi madre se enfermó) es cosa que jamás podrá quedar dilucidada. Quizás la explicación habría que buscarla una vez más en ese "arturismo"‚ de nuestro pueblo: papá sólo pudo seguir la rutina de los días y aceptó el matrimonio como uno de esos males necesarios; en cuanto a los hijos, los iba haciendo a falta de otra cosa más importante que realizar. Por otra parte, y he aquí una nueva contradicción: a medida que la gente es más mísera se despierta en ellas un furioso deseo de procrearse. En esas noches en que los matrimonios van a la cama muy temprano porque el aburrimiento les destroza sólo les queda la rutinaria copulación, sin belleza, sin lujuria, sin pasión; una cópula practicada, no por ellos sino por la inercia.

(...) Había llenado la casa con seis hijos, llegados al mundo un año tras otro; lo que hubiera sido su mayor ambición: soledad de mi madre y de él, todo esto hubo de trocarse por la vocinglería de seis muchachos. Su hambre de silencio era cada día más apremiante; estaba decidido a calmarla costare lo que costare. Las consecuencias de esta decisión serían pagadas por nosotros. Dos tipos de silencio deberíamos observar: uno, el silencio porque el padre estaba callado; otro, porque el padre estaba hablando... El segundo era más estricto que el primero. Seríamos castigados severamente si, en ocasión de estar papá anegado en su silencio, con su cabeza sumergida en el mar de la Nada, alterábamos este silencio con alguna risa, ruido o voces. Entonces, saltaría como una furia y seríamos perseguidos y copados en las faldas de nuestra madre.

16 julio 2014

Elena Poniatowska

El recado

Vine Martín, y no estás. Me he sentado en el peldaño de tu casa, recargada en tu puerta y pienso que en algún lugar de la ciudad, por una onda que cruza el aire, debes intuir que aquí estoy. Es este tu pedacito de jardín; tu mimosa se inclina hacia afuera y los niños al pasar le arranzan las ramas más accesibles... En la tierra, sembradas alrededor del muro, muy rectilíneas y serias veo unas flores que tienen hojas como espadas. Son azul marino, parecen soldados. Son muy graves, muy honestas. Tú también eres un soldado. Marchas por la vida, uno, dos, uno, dos... Todo tu jardín es sólido, es como tú, tiene una reciedumbre que inspira confianza.

Aquí estoy contra el muro de tu casa, así como estoy a veces contra el muro de tu espalda. El sol da también contra el vidrio de tus ventanas y poco a poco se debilita porque ya es tarde. El cielo enrojecido ha calentado tu madreselva y su olor se vuelve aún más penetrante. Es el atardecer. El día va a decaer. Tu vecina pasa. No sé si me habrá visto. Va a regar su pedazo de jardín. Recuerdo que ella te trae una sopa cuando estás enfermo y que su hija te pone inyecciones... Pienso en ti muy despacio, com si te dibujara dentro de mí y quedaras allí grabado. Quisiera tener la certeza de que te voy a ver mañana y pasado mañana y siempre en una cadena ininterrumpida de días; que podré mirarte lentamente aunque ya me sé cada rinconcito de tu rostro; que nada entre nosotros ha sido provisional o un accidente.

Estoy inclinada ante una hoja de papel y te escribo todo esto y pienso que ahora, en alguna cuadra donde camines apresurado, decidido como sueles hacerlo, en alguna de esas calles por donde te imagino siempre: Donceles y Cinco de Febrero o Venustiano Carranza, en alguna de esas banquetas grises y monocordes rotas sólo por el remolino de gente que va a tomar el camión, has de saber dentro de tí que te espero. Vine nada más a decirte que te quiero y como no estás te lo escribo. Ya casi no puedo escribir porque ya se fue el sol y no sé bien a bien lo que te pongo. Afuera pasan más niños, corriendo. Y una señora con una olla advierte irritada: "No me sacudas la mano porque voy a tirar la leche..." Y dejo este lápiz, Martín, y dejo la hoja rayada y dejo que mis brazos cuelguen inútilmente a lo largo de mi cuerpo y te espero. Pienso que te hubiera querido abrazar. A veces quisiera ser más vieja porque la juventud lleva en sí, la imperiosa, la implacable necesidad de relacionarlo todo con el amor.

Ladra un perro; ladra agresivamente. Creo que es hora de irme. Dentro de poco vendrá la vecina a prender la luz de tu casa; ella tiene llave y encenderá el foco de la recámara que da hacia afuera porque en esta colonia asaltan mucho, roban mucho. A los pobres les roban mucho; los pobres se roban entre sí... Sabes, desde mi infancia me he sentado así a esperar, siempre fui dócil, porque te esperaba. Sé que todas las mujeres aguardan. Aguardan la vida futura, todas esas imágenes forjadas en la soledad, todo ese bosque que camina hacia ellas; toda esa inmensa promesa que es el hombre; una granada que de pronto se abre y muestra sus granos rojos, lustrosos; una granada como una boca pulposa de mil gajos. Más tarde esas horas vividas en la imaginación, hechas horas reales, tendrán que cobrar peso y tamaño y crudeza. Todos estamos --oh mi amor-- tan llenos de retratos interiores, tan llenos de paisajes no vividos.



Ha caído la noche y ya y casi no veo lo que estoy borroneando en la hoja rayada. Ya no percibo las letras. Allí donde no le entiendas en los espacios blancos, en los huecos, pon: "Te quiero..." No sé si voy a echar esta hoja debajo de la puerta, no sé. Me has dado un tal respeto de ti mismo... Quizá ahora que me vaya, sólo pase a pedirle a la vecina que te dé el recado: que te diga que vine. 

09 julio 2014

ROLAND BARTHES / FRAGMENTOS DE UN DISCURSO AMOROSO.



A despecho de las dificultades de mi historia, a pesar de las desazones, de las dudas, de las desesperaciones, a pesar de las ganas de salir de ellas, no ceso de afirmar en mí mismo el amor como un valor. Todos los argumentos que los sistemas más diversos emplean para desmitificar, limitar, desdibujar, en suma despreciar el amor, yo los escucho pero me obstino: “Lo sé perfectamente, pero a pesar de todo…”. Remito las devaluaciones del amor a una suerte de moral oscurantista, a un realismo-farsa, contra los cuales levanto lo real del amor: opongo a todo “lo que no va” en el amor, la afirmación de lo que en él vale. Esta testarudez es la protesta de amor: bajo el coro de las “buenas razones” para amar de otro modo, para amar mejor, para amar sin estar enamorado, etc., se hace oír una voz terca que dura ‘un poco más de tiempo’: la voz de lo Intratable amoroso.

El mundo somete toda empresa a una alternativa: la del éxito o el fracaso, la de la victoria o la derrota. Protesto desde otra lógica: soy a la vez y contradictoriamente feliz e infeliz: "triunfar" y "fracasar" no tienen para mí más que sentidos contingentes, pasajeros: lo que me anima, sorda y obstinadamente, no es táctico: acepto y afirmo, desde fuera de lo verdadero y de lo falso, desde fuera de lo exitoso y lo fracasado; estoy exento de toda finalidad, vivo de acuerdo con el azar. Enfrentado a la aventura (lo que me sucede), no salgo de ella ni vencedor ni vencido: soy trágico. (Se me dice: ese tipo de amor no es viable. Pero, ¿cómo evaluar la viabilidad? ¿Por qué lo que es viable es un Bien? ¿Por qué 'durar' es mejor que arder?

(Fragmentos extraídos de FRAGMENTOS DE UN DISCURSO AMOROSO.  
ROLAND BARTHES

01 julio 2014

EL SEGUNDO SEXO / SIMONE DE BEAUVOIR

El hombre no asume orgullosamente su sexualidad sino en tanto que es un modo de apropiación del Otro: y ese sueño de posesión solo desemboca en fracaso. En una auténtica posesión, lo otro es abolido como tal, es consumido y destruido: únicamente el sultán de Las mil y una noches tiene poder para cortar la cabeza a sus amantes tan pronto como el alba las expulsa de su lecho; la mujer sobrevive a los abrazos del hombre y por eso mismo se le escapa; tan pronto como él abre los brazos, su presa se convierte en una extraña; hela ahí toda nueva, intacta, dispuesta a ser poseída por un nuevo amante de una manera igualmente efímera. Uno de los sueños del varón consiste en «marcar» a la mujer de manera que permanezca suya para siempre; pero el más arrogante de ellos sabe muy bien que jamás le dejará más que recuerdos y que las imágenes más ardientes resultan frías al precio de una sensación. Toda una literatura ha denunciado este fracaso. Se objetiva en la mujer, a quien se dice inconstante y traidora, porque su cuerpo la consagra al hombre en general y no a un hombre singular. Su traición es más pérfida aún, puesto que es ella quien hace una presa del amante. Solamente un cuerpo puede tocar a otro cuerpo; el varón no se adueña de la carne codiciada más que convirtiéndose él mismo en carne; Eva le es dada a Adán para que cumpla en ella su trascendencia, y ella le arrastra a la noche de la inmanencia; al igual que la madre ha formado para el hijo esa ganga tenebrosa de la cual este quiere escapar, la amante cierra en torno al hombre esa arcilla opaca en el vértigo del placer. El hombre quería poseer, y hele ahí poseído. Olor, humedad, fatiga, fastidio, toda una literatura ha descrito esa lúgubre pasión de una conciencia que se hace carne. El deseo, que a menudo arropa a la repugnancia, vuelve a la repugnancia una vez satisfecho. Post coitum homo animal triste. «La carne es triste.» Y, sin embargo, el hombre ni siquiera ha encontrado en los brazos de la amante un apaciguamiento definitivo. Muy pronto renace el deseo, y, a menudo, no es solamente deseo de la mujer en general, sino de esa mujer. Entonces se reviste ella de un poder singularmente inquietante. Porque, en su propio cuerpo, el hombre no encuentra la necesidad sexual sino como una necesidad general análoga al hambre o la sed y cuyo objeto no es particular: así, pues, el vínculo que le une a ese cuerpo femenino singular ha sido forjado por el Otro. Es un lazo misterioso, como el vientre impuro y fértil en donde tiene sus raíces, una suerte de fuerza pasiva: es mágico. El vocabulario trasnochado, de los folletines en que la mujer es descrita como una hechicera que fascina al hombre y lo embruja, refleja el más antiguo, el más universal de los mitos. La mujer está destinada a la magia. La magia, decía Alain, es el espíritu que hay en las cosas; una acción es mágica cuando, en lugar de ser producida por un agente, emana de una pasividad; precisamente los hombres han mirado siempre a la mujer como la inmanencia de lo dado; si produce cosechas e hijos, no es por un acto de su voluntad; no es sujeto, trascendencia, potencia creadora; es un objeto cargado de fluidos. En las sociedades en que el hombre adora estos misterios, la mujer, a causa de esas virtudes, es asociada al culto y venerada como sacerdotisa; pero, cuando el hombre lucha por hacer triunfar la sociedad sobre la Naturaleza, la razón sobre la vida, la Sabida es la diferencia que distingue al sacerdote del mago: el primero domina y dirige las fuerzas que ha domeñado de acuerdo con los dioses y las leyes, para el bien de la comunidad, en nombre de todos sus miembros; el mago opera al margen de la sociedad, contra los dioses y las leyes, según sus propias pasiones. Ahora bien, la mujer no está plenamente integrada en el mundo de los hombres; en tanto que lo Otro, se opone a ellos; es natural que se sirva de las fuerzas que posee, no para extender a través de la comunidad de los hombres y en el futuro la influencia de la trascendencia, sino, estando separada, en oposición, para arrastrar a los varones a la soledad de la separación, a las tinieblas de la inmanencia. Es la sirena cuyos cantos precipitaban a los marinos contra los escollos; es Circe, que transformaba en bestias a sus amantes, la ondina que atrae al pescador al fondo de los estanques. El hombre, cautivo de sus encantos, ya no tiene voluntad, ni proyectos, ni porvenir; ya no es ciudadano, sino una carne esclava de sus deseos; está excluido de la comunidad, encerrado en el instante, zarandeado pasivamente entre la tortura y el placer; la maga perversa levanta la pasión contra el deber, el momento presente contra la unidad del tiempo, retiene al viajero lejos de su hogar, escancia el olvido. Al intentar apropiarse de lo Otro, es preciso que el hombre siga siendo él mismo; pero, ante el fracaso de la posesión imposible, trata de convertirse en eso otro con lo que no logra unirse; entonces se aliena, se pierde, bebe el filtro que le hace extraño para sí mismo, se sumerge en aguas huidizas y mortales. La Madre consagra su hijo a la muerte al darle vida; la amante arrastra al amante a renunciar a la vida y abandonarse a un sueño supremo. Este lazo que une al Amor y la Muerte ha sido patéticamente iluminado en la leyenda de Tristán, pero encierra una verdad más original. Nacido de la carne, el hombre se realiza en el amor como carne, y la carne está prometida a la tumba. En su virtud, se confirma la alianza entre la Mujer y la Muerte; la gran segadora es la figura inversa de la fecundidad que hace crecer las espigas. Pero también aparece como la pavorosa desposada cuyo esqueleto se revela bajo una tierna carne mentirosa.

26 junio 2014

Conversación inédita con Ana María Matute

El director del programa de esRadio Música y letra comparte con los lectores de LD las confidencias con la escritora fallecida.

ANDRÉS AMORÓS 


Además de admirar su obra, todos los que hemos conocido a Ana María Matute la hemos apreciado como persona entrañable, tierna, imaginativa, de apariencia débil y gran fortaleza, en el fondo. (No tuvo una vida fácil, desde luego).
A los lectores, les recomiendo Olvidado Rey Gudú, su indudable obra maestra. Y su discurso de ingreso en la Real Academia Española, "En el bosque", donde, alejándose de los tópicos, subraya la trascendencia –y la dureza y la crueldad – de los cuentos infantiles.
Como homenaje a Ana María Matute, reproduzco ahora algunos fragmentos de la conversación pública que tuve con ella en Albacete, el22 de marzo de 1988, dentro del ciclo sobre "Literatura Española Actual" en el marco del programa "Cultural Albacete", de la Fundación Juan March.
Creo que, dentro de la novela española actual eres una figura singular, atípica, difícil de clasificar.
Me parece que sí lo soy. Puede ser una consecuencia de mi tendencia a la soledad: soy muy poco sociable, muy solitaria. Trabajo dentro de mí misma. Siempre he escrito para explicarme a los demás. Quizá la causa radique en mi infancia: desde niña me sentí muy alejada de un mundo que no entendía y lo tuve que inventar.
Suele decirse que, si Kafka hubiera sido feliz, a lo mejor no hubiera escrito. Si, desde pequeña, te hubieras encontrado encajada en el mundo, satisfecha, ¿hubieras sido escritora?
Casi todos los escritores tienen, en el fondo, un problema de soledad, de inadaptación. En general, eso es extensible a muchos seres humanos, pero unos lo llevan con más soltura; otros, con menos; algunos, hacen profesión de ello. En una ocasión, un escritor húngaro me dijo que no conocía más que una internacional, la de los escritores: es verdad, porque existen tantas clases de escritores como de hombres.
¿Te sientes más unida con las escritoras? ¿Hay en tu arte algo peculiarmente femenino?
El escritor es asexuado. Es probable que, al escribir, la mujer tenga unas características específicas, por su condición de mujer, pero yo no me planteo nunca que el hecho de ser mujer pueda influir en mi obra.
En tu vida y en tu obra ha pesado el hecho de ser una niña de la guerra.
Sí, ese hecho fue muy importante, en mi vida, y se refleja en lo que he escrito. Fue como un súbito despertar, porque yo vivía mi infancia en un mundo burgués, con los sentidos amordazados. De repente, irrumpió la vida de verdad, no la inventada. En ese momento tuvimos conocimiento de la existencia de una forma brutal, tajante. Se ha dicho que, en mis libros, existe una gran obsesión por Caín y Abel: es cierto, yo tenía diez años cuando comenzó la guerra y eso marcó profundamente mi trayectoria personal y mi obra.
¿Te encuentras próxima a otros escritores que vivieron esa experiencia y la reflejan en sus obras?
Sobre todo, a los de mi generación: Aldecoa, Jesús Fernández Santos, Juan Goytisolo, Carlos Barral...
La crítica suele decir que, en tu obra, se conjugan la realidad, la imaginación y el juego. ¿Te parece cierto?
Sí pero es aproximado. Yo no conozco a nadie que sepa con exactitud dónde termina la realidad y comienza la fantasía.
También han señalado, en tus relatos, la importancia del tiempo.
Para mí, es una verdadera obsesión, que existe al margen de mi voluntad. En mis primeros cuentos, ya existía esa inquietud, una obsesión, el terror de llegar a ser una mujer...
Algunos críticos te colocan en el grupo de los novelistas sociales. Yo creo que vas por otro camino.
No me identifico con la novela social, no he tenido nada que ver con esa etiqueta. Lo que sí existe en mi obra es una preocupación social: la denuncia de lo injusto, por ejemplo, se da ya en Primera memoria pero yo no pertenezco a esa escuela.
Otros críticos te califican como escritora romántica, de fuertes contrastes pasionales.
Eso puede darse en mis primeras obras; luego, ya no. Algunos críticos te encasillan por el impacto que les producen los primeros libros de un escritor.
Tú empezaste a escribir pronto y tus primeras obras tuvieron éxito. Quizá eso ha contribuido a encasillarte, ha perjudicado tu imagen.
Sin duda. Está claro que mi obra ha ido mejorando, conforme ha ido creciendo. Ahora hago cosas mejores.
Y en esto, como en tantas cosas, Ana María Matute tenía razón.

17 junio 2014

"No reniego de mi naturaleza, no reniego de mis elecciones, de todos modos 
he sido una afortunada. Muchas veces en el dolor se encuentran 
los placeres más profundos, las verdades más complejas, la felicidad mas certera. 
Tan absurdo y fugaz es nuestro paso por el mundo, que solo me deja tranquila 
el saber que he sido autentica, 
que he logrado ser lo mas parecido a mi misma que he podido."
Frida Kahlo

13 junio 2014

Gioconda Belli

Si eres una mujer fuerte
protégete de las alimañas que querrán
almorzar tu corazón.
Ellas usan todos los disfraces de los carnavales de la tierra:
se visten como culpas, como oportunidades, como precios que hay que pagar.
Te hurgan el alma; meten el barreno de sus miradas o sus llantos
hasta lo más profundo del magma de tu esencia
no para alumbrarse con tu fuego
sino para apagar la pasión
la erudición de tus fantasías.

Si eres una mujer fuerte
tienes que saber que el aire que te nutre
acarrea también parásitos, moscardones, 
menudos insectos que buscarán alojarse en tu sangre
y nutrirse de cuanto es sólido y grande en ti.

No pierdas la compasión, pero témele a cuanto conduzca
a negarte la palabra, a esconder quién eres,
lo que te obligue a ablandarte
y te prometa un reino terrestre a cambio 
de la sonrisa complaciente.

Si eres una mujer fuerte
prepárate para la batalla:
aprende a estar sola
a dormir en la más absoluta oscuridad sin miedo
a que nadie te tire sogas cuando ruja la tormenta
a nadar contra corriente.

Entrénate en los oficios de la reflexión y el intelecto
Lee, hazte el amor a ti misma, construye tu castillo 
rodealo de fosos profundos
pero hazle anchas puertas y ventanas

Es menester que cultives enormes amistades
que quienes te rodean y quieran sepan lo que eres
que te hagas un círculo de hogueras y enciendas en el centro de tu habitación
una estufa siempre ardiente donde se mantenga el hervor de tus sueños.

Si eres una mujer fuerte
protégete con palabras y árboles
e invoca la memoria de mujeres antiguas.

Haz de saber que eres un campo magnético
hacia el que viajarán aullando los clavos herrumbados
y el oxido mortal de todos los naufragios.
Ampara, pero ampárate primero 
Guarda las distancias
Constrúyete. Cuidate 
Atesora tu poder
Defiéndelo
Hazlo por ti
Te lo pido en nombre de todas nosotras. 

06 junio 2014

Arbolé, arbolé

Arbolé, arbolé 
seco y verdé. 

La niña del bello rostro 
está cogiendo aceituna. 
El viento, galán de torres, 
la prende por la cintura. 
Pasaron cuatro jinetes 
sobre jacas andaluzas 
con trajes de azul y verde, 
con largas capas oscuras. 
«Vente a Córdoba, muchacha». 
La niña no los escucha. 
Pasaron tres torerillos 
delgaditos de cintura, 
con trajes color naranja 
y espadas de plata antigua. 
«Vente a Sevilla, muchacha». 
La niña no los escucha. 
Cuando la tarde se puso 
morada, con luz difusa, 
pasó un joven que llevaba 
rosas y mirtos de luna. 
«Vente a Granada, muchacha». 
Y la niña no lo escucha. 
La niña del bello rostro 
sigue cogiendo aceituna, 
con el brazo gris del viento 
ceñido por la cintura. 

Arbolé arbolé 
seco y verdé.


Federico García Lorca

01 junio 2014

RAYUELA - CAPÍTULO 20 / JULIO CORTÁZAR

   -Siempre me sospeché que acabarías acostándote con él -dijo Oliveira.
       La Maga tapó a su hijo que berreaba un poco menos, y se frotó las manos con un algodón.
      -Por favor lavate las manos como Dios manda -dijo Oliveira-. Y sacá toda esa porquería de ahí.
      -En seguida -dijo la Maga. Oliveira aguantó su mirada (lo que siempre le costaba bastante) y la Maga trajo un diario, lo abrió sobre la cama, metió los algodones, hizo un paquete y salió de la pieza para ir a tirarlo al water del rellano. Cuando volvió, con las manos rojas y brillantes, Oliveira le alcanzó su mate. Se sentó en el sillón bajo, chupó aplicadamente. Siempre estropeaba el mate, tirando de un lado y del otro la bombilla, revolviéndola como si estuviera haciendo polenta.
      -En fin- dijo Oliveira, sacando el humo por la nariz-. De todos modos me podían haber avisado. Ahora voy a tener seiscientos francos de taxi para llevarme mis cosas a otro lado. Y conseguir una pieza, que no es fácil en esta época.
      -No tenés por qué irte -dijo la Maga-. ¿Hasta cuándo vas a seguir imaginando falsedades?
      -Imaginando falsedades -dijo Oliveira-. Hablás como en los diálogos de las mejores novelas rioplatenses. Ahora solamente te falta reírte con todas las vísceras de mi grotesquería sin pareja, y la rematás fenómeno.
      -Ya no llora más -dijo la Maga, mirando hacia la cama-. Hablemos bajo, va a dormir muy bien con la aspirina. Yo no me he acostado para nada con Gregorovius.
      -Oh sí que te has acostado.
     -No, Horacio. ¿Por qué no te iba a decir? Desde que te conocí no he tenido otro amante que vos. No me importa si lo digo mal y te hacen reír mis palabras. Yo hablo como puedo, no sé decir lo que siento.
      -Bueno, bueno -dijo aburrido Oliveira, alcanzándole otro mate-. Será que tu hijo te cambia, entonces. Desde hace días estás convertida en lo que se llama una madre.
      -Pero Rocamadour está enfermo.
    -Más bien - dijo Oliveira-. Qué querés, a mí los cambios me parecieron en otro orden. En realidad ya no nos aguantamos demasiado.
      -Vos sos el que no me aguanta. Vos sos el que no aguantás a Rocamadour.
      -Eso es cierto, el chico no entraba en mis cálculos. Tres es mal número dentro de una pieza. Pensar que con Ossip ya somos cuatro, es insoportable.
      -Ossip no tiene nada que ver.
      -Si calentaras la pavita -dijo Oliveira.
      -No tiene nada que ver -repitió la Maga-. ¿Por qué me hacés sufrir, bobo? Ya sé que estás cansado, que no me querés más. Nunca me quisiste, era otra cosa una manera de soñar. Andate, Horacio, no tenés por qué quedarte. A mi ya me ha pasado tantas veces... Miró hacia la cama. Rocamadour dormía.
      -Tantas veces -dijo Oliveira, cambiando la yerba-. Para la autobiografía sentimental sos de una franqueza admirable. Que lo diga Ossip. Conocerte y oír enseguida la historia del negro es todo uno.
      -Tengo que decirlo, vos no comprendés.
      -No lo comprenderé, pero es fatal.
      -Yo creo que tengo que decirlo aunque sea fatal. Es justo que uno le diga a un hombre como ha vivido, si lo quiere. Hablo de vos, no de Ossip. Vos me podías contar o no de tus amigas, pero tenía que decirte todo. Sabés, es la única manera de hacerlos irse antes de empezar a querer a otro hombre, la única manera de que pasen al otro lado de la puerta y nos dejen a los dos solos en la pieza.
     -Una especie de ceremonia expiatoria, y por qué no propiciatoria. Primero el negro.
     -Sí -dijo la Maga, mirándolo-. Primero el negro. Después Ledesma.

25 mayo 2014

Sudeste / Haroldo Conti

Siguiendo la otra costa, en una especie de gran recodo o bolsón donde desagua el Diablo, había un extenso banco que ofrecía muy buena pesca. Pero sin bote no tenía cómo cruzar hasta ahí. Sin embargo, una mañana cruzó el río a nado, con una línea bien enrollada envuelta en un trapo y sujeta a la cintura. Teníaentendido que por ahí había un puesto de la Prefectura, de manera que dio un gran rodeo y salió al banco.
Una vez que tiró la línea, pensó si no sería mejor esperar ahí mismo, para no tener que regresar en la tarde. Entonces decidió que echaría un vistazo al banco y que, de regreso, tantearía la línea. Si no tenía nada volvería por ella a la tarde, o a la otra mañana.
Entre ida y vuelta anduvo por ahí más de una hora. Volvió y tanteó la línea. Apenas agarró el hilo comprendió que había enganchado algo y comenzó a recoger con cierta excitación. Uno nunca se acostumbra a esto. El primer y el segundo anzuelo aparecieron limpios, pero al llegar al tercero el agua reventó como un cristal hecho añicos y atrajo con fuerza. Cuando vio de qué se trataba comenzó a silbar y a brincar, sosteniendo el pez en alto.
–¡La gran puta! –dijo, entre silbido y silbido, sintiendo que el brazo se le cansaba.
Era un chafalote de más de medio metro, que no andaría muy lejos de los cuatro kilos. Seguramente se había metido en los juncales persiguiendo a las mojarras. Era un hermoso pez, y su mandíbula inferior empinada como la de un bulldog le daba un aspecto agresivo.
Desenganchó el pez y le estrelló la cabeza contra un tronco, de manera que pudiera cruzar con él al otro lado del río.
Al segundo día de estar en eso del bote aparecieron aquellos extraños y descomunales pájaros. Aparecían por el Sur, a veces un poco al Oeste, a veces un poco al Este, surcaban el ancho cielo en cuestión de segundos, como si se tratara de un patio o algo más chico todavía. A veces aparecía uno solo, pero más a menudo lo hacían en grupos de dos o tres. Volaban muy bajo, lo que los hacía aparecer más rápidos. Había oído que tenían la base en Morón y que a veces estallan en el aire sin dejar rastros. Con el ruido que metían no se podía esperar otra cosa. Siempre estaba esperando que estallaran de un momento a otro, mientras pasaban sobre su cabeza a 600 kilómetros por hora, perseguidos por su propio sonido. Eran los Gloster de la Fuerza Aérea, y una vez le pareció que lo habían visto, porque giraron en el horizonte y pasaron sobre la playa, a tan baja altura que se echó al suelo ensordecido y alcanzó a ver el rostro extrañamente blanco y sereno de uno de los pilotos.

16 mayo 2014

Joaquin Sabina y una nueva gira Latinoamericana


El cantautor y poeta español confirmó que realizará “500 noches para una crisis”, un tour en el que recorrerá diferentes ciudades del interior de Argentina, Chile, Perú, Uruguay y Paraguay, durante septiembre y octubre.

En esta ocasión Sabina interpretará íntegramente y en el mismo orden su 14to. Álbum “19 días y 500 noches” y adelantará algunas creaciones de su nuevo trabajo discográfico, que aún se encuentra en fase de composición.
La propuesta estética de la gira “500 noches para una crisis”, cuyas fechas serán confirmadas en estos días, estará signada por las pinturas y dibujos de Sabina, seleccionados de sus cuadernos de gira, algunos de los cuales forman parte de su último libro “Muy personal” editado el año pasado.
Lanzado en 1999, las letras del disco “19 días y 500 noches” fueron consideradas como las más intimistas y autobiográficas de la carrera del cantante, y sus melodías se fusionan con el rock, la ranchera, la milonga y la balada, entre otros.
El cantautor español ostenta 17 álbumes de estudio, cinco en vivo y tres recopilatorios.
También colaboró con Fito Páez y Serrat cantando dúos y compuso para artistas como Ana Belén o Miguel Ríos, entre otros.
En su faceta literaria Sabina publicó nueve libros con recopilaciones de letras de canciones y poemas. También le dio rienda suelta a sus dibujos como documenta su último libro “Muy personal” editado en 2013 y a artículos de su columna en Público en “El grito en el cielo”, también del año pasado.

Fuente: http://www.eldiariodebuenosaires.com/

07 mayo 2014

Una idea / JULIO CORTÁZAR


Una idea incandescente se me vino esta mañana
una antorcha que flameaba en lo alto de mi mente
pero sola y sin refuerzos tal vez pierda la batalla
ya librada de hace tiempo por tu brillo y un cobarde

un cobarde que vacila entre el olvido y tras la nada
que vacila tras tus pasos y tu melódica mirada
que se pierde encandilado tras el grito de tus ojos
que se aturde enceguecido tras el brillo de tu nombre

que se esconde tras las letras de algún otro nombre
y aún así no se atreve a gritar de quien se esconde
que hace frente tan valiente a enredadas tempestades
y se escapa como un niño al descubrirse a tu lado

que amanece al medio día y se duerme al despedirte
que susurra tan potente y que grita tan despacio
que camina tan de prisa y con los ojos bien cerrados
sin valor por la cornisa que conduce a tu palacio

Una idea de coraje se me vino esta mañana
de sentarnos frente a frente y quitarme el camuflaje
de soplar mis emociones y transformarlas en palabras
en palabras que te expliquen como cae el agua helada

Una idea tan sublime como tantas que me diste
tan tardía y predecible como tantas he tenido
pero sola y sin refuerzos de valor y otros aliados
ha perdido la batalla
ya es de noche
ya te fuiste.

29 abril 2014



a Julio

para que no nos
coman los búfalos
del silencio ni "las
medusas del olvido".
Espero inmensa foto
tuya para mí sola.
(Estas es una de 
mis caras secretas)

Love
Alejandra

26 abril 2014

La Poesía / Octavio Paz


Llegas, silenciosa, secreta,
y despiertas los furores, los goces,
y esta angustia
que enciende lo que toca
y engendra en cada cosa
una avidez sombría.

El mundo cede y se desploma
como metal al fuego.
Entre mis ruinas me levanto,
solo, desnudo, despojado,
sobre la roca inmensa del silencio,
como un solitario combatiente

Verdad abrasadora,
¿a qué me empujas?
No quiero tu verdad,
tu insensata pregunta.
¿A qué esta lucha estéril?
No es el hombre criatura capaz de contenerte,
avidez que sólo en la sed se sacia,
llama que todos los labios consume,
espíritu que no vive en ninguna forma
mas hace arder todas las formas. contra invisibles huestes.

Subes desde lo más hondo de mí,
desde el centro innombrable de mi ser,
ejército, marea.
Creces, tu sed me ahoga,
expulsando, tiránica,
aquello que no cede
a tu espada frenética.

Ya sólo tú me habitas,
tú, sin nombre, furiosa substancia,
avidez subterránea, delirante.

Golpean mi pecho tus fantasmas,
despiertas a mi tacto,
hielas mi frente,
abres mis ojos.

Percibo el mundo y te toco,
substancia intocable,
unidad de mi alma y de mi cuerpo,
y contemplo el combate que combato
y mis bodas de tierra.

Nublan mis ojos imágenes opuestas,
y a las mismas imágenes
otras, más profundas, las niegan,
ardiente balbuceo,
aguas que anega un agua más oculta y densa.
En su húmeda tiniebla vida y muerte,
quietud y movimiento, son lo mismo.

Insiste, vencedora,
porque tan sólo existo porque existes,
y mi boca y mi lengua se formaron
para decir tan sólo tu existencia
y tus secretas sílabas, palabra
impalpable y despótica,
substancia de mi alma.

Eres tan sólo un sueño,
pero en ti sueña el mundo
y su mudez habla con tus palabras.
Rozo al tocar tu pecho
la eléctrica frontera de la vida,
la tiniebla de sangre
donde pacta la boca cruel y enamorada,
ávida aún de destruir lo que ama
y revivir lo que destruye,
con el mundo, impasible
y siempre idéntico a sí mismo,
porque no se detiene en ninguna forma
ni se demora sobre lo que engendra.

Llévame, solitaria,
llévame entre los sueños,
llévame, madre mía,
despiértame del todo,
hazme soñar tu sueño,
unta mis ojos con aceite,
para que al conocerte me conozca.

Julio Cortázar - Rayuela Cap. 7


Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mi para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja...

...Me miras, de cerca me miras, cada vez mas de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez mas de cerca y los ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, Jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mi como una luna en el agua. (fragmento)



Alejandra Pizarnik - Piedra Fundamental

No puedo hablar con mi voz sino con mis voces.

Sus ojos eran la entrada del templo, para mí, que soy errante, que amo y muero. Y hubiese cantado hasta hacerme una con la noche, hasta deshacerme desnuda en la entrada del tiempo.

Un canto que atravieso como un túnel.

Presencias inquietantes, gestos de figuras que se aparecen vivientes por obra de un lenguaje activo que las alude, signos que insinúan terrores insolubles.

Una vibración de los cimientos, un trepidar de los fundamentos, drenan y barrenan, y he sabido dónde se aposenta aquello tan otro que es yo, que espera que me calle para tomar posesión de mí y drenar y barrenar los cimientos, los fundamentos, aquello que me es adverso desde mí, conspira, toma posesión de mi terreno baldío, no, he de hacer algo, no, no he de hacer nada, algo en mí no se abandona a la cascada de cenizas que me arrasa dentro de mí con ella que es yo, conmigo que soy ella y que soy yo, indeciblemente distinta de ella.

En el silencio mismo (no en el mismo silencio) tragar noche, una noche inmensa inmersa en el sigilo de los pasos perdidos.

No puedo hablar para nada decir. Por eso nos perdemos, yo y el poema, en la tentativa inútil de transcribir relaciones ardientes.

¿A dónde la conduce esta escritura? A lo negro, a lo estéril, a lo fragmentado.

Las muñecas desventradas por mis antiguas manos de muñeca, la desilusión al encontrar pura estopa (pura estepa tu memoria): el padre, que tuvo que ser Tiresias, flota en el río. Pero tú, ¿por qué te dejaste asesinar escuchando cuentos de álamos nevados?

Yo quería que mis dedos de muñeca penetraran en las teclas. Yo no quería rozar, como una araña, el teclado. Yo quería hundirme, clavarme, fijarme, petrificarme. Yo quería entrar en el teclado para entrar adentro de la música para tener una patria. Pero la música se movía, se apresuraba. Sólo cuando un refrán reincidía, alentaba en mí la esperanza de que se estableciera algo parecido a una estación de trenes, quiero decir: un punto de partida firme y seguro; un lugar desde el cual partir, desde el lugar, hacia el lugar, en unión y fusión con el lugar. Pero el refrán era demasiado breve, de modo que yo no podía fundar una estación pues no contaba más que con un tren algo salido de los rieles que se contorsionaba y se distorsionaba. Entonces abandoné la música y sus traiciones porque la música estaba más arriba o más abajo, pero no en el centro, en el lugar de la fusión y del encuentro. (Tú que fuiste mi única patria ¿en dónde buscarte? Tal vez en este poema que voy escribiendo.)

Una noche en el circo recobré un lenguaje perdido en el momento que los jinetes con antorchas en la mano galopaban en ronda feroz sobre corceles negros. Ni en mis sueños de dicha existirá un coro de ángeles que suministre algo semejante a los sonidos calientes para mi corazón de los cascos contra las arenas. (Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas.)

(Es un hombre o una piedra o un árbol el que va a comenzar el canto...)

Y era un estremecimiento suavemente trepidante (lo digo para aleccionar a la que extravió en mí su musicalidad y trepida con más disonancia que un caballo azuzado por una antorcha en las arenas de un país extranjero).

Estaba abrazada al suelo, diciendo un nombre. Creí que me había muerto y que la muerte era decir un nombre sin cesar.

No es esto, tal vez, lo que quiero decir. Este decir y decirse no es grato. No puedo hablar con mi voz sino con mis voces. También este poema es posible que sea una trampa, un escenario más.

Cuando el barco alternó su ritmo y vaciló en el agua violenta, me erguí como la amazona que domina solamente con sus ojos azules al caballo que se encabrita (¿o fue con sus ojos azules?). El agua verde en mi cara, he de beber de ti hasta que la noche se abra. Nadie puede salvarme pues soy invisible aun para mí que me llamo con tu voz. ¿En dónde estoy? Estoy en un jardín.

Hay un jardín.


Las olas - Virginia Woolf

El sol no había nacido todavía. Hubiera sido imposible distinguir el mar del cielo, excepto por los mil pliegues ligeros de las ondas que le hacían semejarse a una tela arrugada. Poco a poco, a medida que una palidez se extendía por el cielo, una franja sombría separó en el horizonte al cielo del mar, y la inmensa tela gris se rayó con grandes líneas que se movían debajo de su superficie, siguiéndose una a otra persiguiéndose en un ritmo sin fin. Al aproximarse a la orilla, cada una de ellas adquiría forma, se hinchaba y se rompía arrojando sobre la arena un delgado velo de blanca espuma. La ola se detenía para alzarse enseguida nuevamente, suspirando como una criatura dormida cuya respiración va y viene inconscientemente. Poco a poco, la franja oscura del horizonte se aclaró: se hubiera dicho un sedimento depositado en el fondo de una vieja botella, dejando al cristal su transparencia verde. En el fondo, el cielo también se hizo translúcido, cual si el sedimento blanco se hubiera desprendido lo cual si el brazo de una mujer tendida debajo del horizonte hubiera alzado una lámpara, y bandas blancas, amarillas y verdes se alargaron sobre el cielo, igual que las varillas de un abanico. Enseguida la mujer alzó más alto su lámpara y el aire pareció dividirse en fibras, desprenderse de la verde superficie en una palpitación ardiente de fibras amarillas y rojas, como los resplandores humeantes de un fuego de alegría. Poco a poco las fibras se fundieron en un solo fluido, en una sola incandescencia que levantó la pesada cobertura gris del cielo transformándola en un millón de átomos de un azul tierno. La superficie del mar fue adquiriendo gradualmente transparencia y yació ondulando y despidiendo destellos hasta que las franjas oscuras desaparecieron casi totalmente. El brazo que sostenía la lámpara se alzó todavía más, lentamente, se alzó más y más alto, hasta que una inmensa llama se hizo visible: un arco de fuego ardió en el borde del horizonte, y a su alrededor el mar ya no fue sino una sola extensión de oro. La luz golpeó sucesivamente los árboles del jardín iluminando una tras otra las hojas, que se tornaron transparentes. Un pájaro gorjeó muy alto; hubo una pausa: más abajo, otro pájaro repitió su gorjeo. El sol utilizó las paredes de la casa y se apoyó, como la punta de un abanico, sobre una persiana blanca; el dedo del sol marcó sombras azules en el arbusto junto a la ventana del dormitorio. La persiana se estremeció dulcemente. Pero todo en la casa continuó siendo vago e insustancial. Afuera, los pájaros cantaban sus vacías melodías. (fragmento) 1931

Virginia Woolf - Orlando

"Habiendo interrogado al hombre y al pájaro y a los insectos (porque los peces, cuentan los hombres que para oírlos hablar han vivido años su soledad de verdes cavernas, nunca, nunca lo dicen, y tal vez lo saben por eso mismo), habiendo interrogado a todos ellos sin volvernos más sabios, sino más viejos y más fríos -porque ¿no hemos, acaso, implorado el don de aprisionar en un libro algo tan raro y tan extraño, que uno estuviera listo a jurar que era el sentido de la vida?- fuerza es retroceder y decir directamente al lector que espera, todo trémulo, escuchar qué cosa es la vida: ¡ay! no lo sabemos. " (fragmento)

“Cuando los besos saben a alquitrán, cuando las almohadas son de hielo,
cuando el enfermo aprende a blasfemar,
cuando no salen trenes para el
cielo,
a la hora de maldecir,
a la hora de mentir.
Cuando marca sus
cartas el tahúr
y rompe el músico su partitura
y vuelve Nosferatu al
ataúd
y pasa el camión de la basura,
a la hora de crecer,
a la hora
de perder,
cuando ladran los perros del amanecer.”

__

“En la posada del fracaso,
donde no hay consuelo ni ascensor,
el desamparo y la humedad
comparten colchón
y cuando, por la calle,
pasa la vida, como un huracán,
el hombre del traje gris
saca un sucio calendario del
bolsillo y grita
¿quién me ha robado el mes de abril?
¿pero cómo pudo sucederme a mí?
¿quién me ha robado el mes de abril?
Lo guardaba en el cajón
donde guardo el corazón.”

__

“Cuando agoniza la fiesta
todas encuentran pareja
menos Lola
que se va, sin ser besada,
a dormirse como cada
noche sola
y una lágrima salada
con sabor a mermelada
de ternura
moja el suelo de su alcoba
donde un espejo le roba
la hermosura.
Nadie sabe cómo le queman en la boca
tantos besos que no ha dado,
tiene el corazón tan de par en par y tan oxidado.”

__

“Algunas veces vivo, y otras veces
la vida se me va con lo que escribo,
algunas veces busco un adjetivo
inspirado y posesivo que te arañe el corazón.
luego arrojo mi mensaje,
se lo lleva de equipaje
una botella…, al mar de tu incomprensión.
No quiero hacerte chantaje,
sólo quiero regalarte una canción.”

__

“Desnuda se sentía igual que un pez en el agua,
vestirla era peor que amortajarla,
inocente y perversa como un mundo sin dioses,
alegre y repartida como el pan de los pobres.
No quise retenerla, ¿de qué hubiera servido
deshacer las maletas del olvido?
Pero no sé qué diera por tenerla ahora mismo
mirando por encima de mi hombro lo que escribo.
Le di mis noches y mi pan, mi angustia, mi risa,
a cambio de sus besos y su prisa,
con ella descubrí que hay amores eternos
que duran lo que dura un corto invierno.”

__

“No soporta el dolor, le divierte inventar
que vive lejos, en un raro país,
cuando viaja en sueños lo hace sin mí,
cada vez que se aburre de andar, da un salto mortal.
Cuando el sol fatigado se dedica a manchar
de rosa las macetas de mi balcón
juega conmigo al gato y al ratón,
si le pido “quédate un poco más”, se viste y se va.
Cuanto más le doy ella menos me da
Por eso a veces tengo dudas, ¿no será un tal Judas
el que le enseñó a besar?”